La seducción del Poder.
Hay seducción en el Poder, en poseerlo, en su ejercicio, en su energía, en todo lo que implica, la hay, no tengan la menor duda al respecto.
Seguro que la hay.
De allí el esfuerzo extraordinario que muchas veces despliegan quienes se afanan por mantenerlo, por lograrlo si no lo tienen y pretenden beber de sus aguas, que todo parece indicar, son exquisitas y embriagantes,
Trabajan incesantemente hasta alcanzarlo.
Hay seducción en el Poder, quien tenga dudas, pues, háganlas a un lado, es un hecho.
De allí, la feroz guerra que se desata por lograrlo, guerras de distinto tipo y modalidades, que van desde el enfrentamiento directo y violento del campo de batalla hasta la compleja madeja de las intrigas palaciegas y la manipulación ideológica, el manejo sutil y muchas veces no tanto de las masas, hasta la modificación del orden jurídico a conveniencia de quien lo ejerce.
Esto, la experiencia y la historia lo demuestran, se da tanto en el ámbito local, en el nacional como en el internacional.
Hay seducción en el Poder, sin la menor duda.
Observe usted, amigo o amiga, visitante de este extraño y fascinante mundo en que nos ha tocado vivir, por lo pequeño ante la inmensidad del universo y al mismo tiempo inmenso con relación a nuestra propia escala.
Observe, analice y piense.
Sí, hay seducción en el Poder y la respuesta del humano ha sido la búsqueda desesperada por obtenerlo, por oponerse a él o en muchísimos casos de aceptarlo y respetarlo.
Por eso se ansía tanto.
La seducción que todo lo envuelve, el sentir que puedes realizar muchísimos sueños y el vivir algunas pesadillas.
A pesar de la soledad que algunos propagan que le acompaña, pero que están dispuestos a enfrentar.
El arriesgarse y afanarse por nadar en sus aguas tormentosas y a la vez refrescantes, energizantes los mueven hacia él.
Hay seducción en el Poder.
La hay.
La duda ofende y nos aleja de su encanto y sus seductoras trampas.
Buenos días, mi querida Venezuela.
