MÉXICO/EEUU:
LA NUEVA GRAN MURALLA
Por Oscar Gutiérrez (Agencia de Información Solidaria)
Más de 225 millas de acero (unos 360 km.), 140 cámaras infrarrojas, sensores
de movimiento, iluminación las 24 horas del día y una altura de unos cuatro
metros. Así será la doble muralla que separará la frontera entre Estados
Unidos y México por el estado de Arizona. Un proyecto en el que está
trabajando a marchas forzadas la Patrulla Fronteriza que vigila el tránsito
de indocumentados entre los dos países vecinos y que costará aproximadamente
unos 1.000 millones de dólares. A pesar de la oposición de defensores de
derechos humanos, ecologistas y residentes de ambos lados de la frontera, la
doble muralla se extenderá a lo largo de la línea que divide ambos países
entre Arizona y Sonora con la excepción del desierto de Yuma, conocido
también como el "corredor de la muerte" por sus altas temperaturas y por
contar con el mayor índice de indocumentados fallecidos en su intento por
alcanzar el sueño americano.
Precisamente, en mayo de 2001, 14 inmigrantes mexicanos perdieron la vida en
ese desierto después de caminar durante cinco días a temperaturas de hasta
110º Fahrenheit (50º centígrados). Desde esa fecha hasta los fatídicos
atentados del 11 de septiembre, tanto el presidente estadounidense, George
W. Bush, como su homólogo mexicano, Vicente Fox, se comprometieron a frenar
la escalada migratoria que sacude la frontera entre ambos países a lo largo
de 3.200 km., a través de unas negociaciones que resolvieran la situación
ilegal de los casi cuatro millones de mexicanos indocumentados en Estados
Unidos. Fruto de ese acuerdo, el Senado estadounidense llegó a aprobar el 8
de septiembre de 2001 una ley migratoria que abría las puertas a la
regularización de extranjeros ilegales sin la necesidad de tener que
regresar a su país de origen, algo que anteriormente hacía imposible el
retorno a Estados Unidos.
Tres días después, los atentados del 11 de septiembre situaron en la agenda
de la política migratoria de la Administración Bush un único objetivo: la
seguridad nacional por encima de todo. Desde aquella ley aprobada en
septiembre de 2001 hasta hoy, el chorro de inmigración que llega a Estados
Unidos ha pasado a ser un tema más dentro de la política de seguridad
nacional y lucha contra el terrorismo de la Administración Bush. De hecho,
es el Departamento de Seguridad Nacional, y no el de Justicia, el que ahora
se encarga de los asuntos migratorios. A esto se suma la proposiciòn hecha
por el Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de
Washington de una resolución por la que cualquier acuerdo migratorio
alcanzado con México estaría supeditado a la apertura de la empresa estatal
Petróleos Mexicanos (Pemex) a la inversión de las petroleras
estadounidenses. Ni la entrada en el negocio de Pemex, ni la lucha contra el
terrorismo internacional parecen, por lo tanto, estar muy relacionados con
los más de 1,5 millones de inmigrantes arrestados cada año por cruzar de
forma ilegal alguno de los puntos de la frontera.
Habrá que ver si al menos guardan relación entre sí. En el desierto de
Arizona, camino ahora de ser tapiado por la doble muralla de acero que está
levantando la Patrulla Fronteriza, 27 indocumentados han muerto en lo que va
de año. La última iniciativa en materia de inmigración recibe el nombre de
"Operación Guardián del Desierto", un programa de seguridad binacional que
las autoridades de Estados Unidos y México han presentado hace unos días con
el objetivo de frenar las muertes de inmigrantes ilegales en Arizona.
Traducido a otras palabras, 200 nuevos agentes y dos helicópteros se unirán
al operativo que controla el tránsito por la frontera. Un paso más, en fin,
en el proceso de militarización de la frontera iniciado hace ya casi diez
años con el "Operativo Guardián" y que, sin embargo, no ha sabido evitar las
más de 2.500 personas que se han dejado la vida sin saber si quiera si era
tal el sueño americano. La solución no parece ser esa.
(RED ECO ALTERNATIVO)