Por qué Venezuela ama tanto al Mercosur

Contra todo pronóstico y después de casi 7 años de obstáculos entre los gobiernos de Venezuela y los del Mercosur, todo indica que, finalmente, el país caribeño se integrará al bloque. Se haría en el esquema 4+1, como se hizo con Bolivia y Chile, y se pretende, también, hacer con Perú. Esto es lo que se discute desde hoy en Asunción, la capital paraguaya, en medio de la Cumbre de Presidentes del XXIV Consejo del Mercado Común del Sur.

Primavera venezolana en Paraguay

Lo curioso de esta historia, es que mientras más neoliberales fueron los gobiernos del Mercosur y el de Venezuela, y más hablaron de integración y liberalización comercial, menos pudieron integrarse. Durante casi toda la década del noventa, esa alianza fue imposible a pesar de haberse proclamado varias veces.

Ahora, que Venezuela es acusada de “aislarse del mundo global” y se lanzan señales rojas sobre igual peligro en Brasil y Argentina, parece que el país caribeño se sumará a la alianza sureña. Si esto se logra, no será a caballo de las “inversiones emergentes”, como ocurrió desde 1990, ni sobre la intrincada selva de las nomenclaturas arancelarias, sino a partir de una aproximación política. Es la condición que impone la nueva realidad latinoamericana “pos noventa”. Todo lo demás será su engorrosa aplicación técnica.

Hicimos una cacería, a través de un motor de búsqueda de la web, a las declaraciones del presidente Hugo Chávez, a favor de una integración inmediata al Mercosur. Partimos del 17 de diciembre de 1998, dos semanas después de ser electo presidente y terminamos el 25 de mayo de 2003, cuando vino por última vez al Cono sur. El resultado fue el siguiente: 211 veces ha proclamado, de distintas maneras, que “Venezuela debe integrarse al Mercosur”.

La primera vez fue el 16 de diciembre de 1998, en Brasilia, en su primera gira como presidente electo. La última vez, fue en Buenos Aires, el pasado 25 de Mayo, animado por la asunción de Kirchner y el triunfo de Lula. Al final de 5 años de declaraciones amorosas no correspondidas, parece que al sueño venezolano de integrarse al Mercosur le llegó su hora en Asunción.

El “imán de las inversiones”

Entre 1995 y 2000, los arrimos diplomáticos se cuentan por decenas, hasta que se cortaron abruptamente entre 1999 y 2000, dos fechas clave. En la primera, explotó la crisis brasileña (devaluación de enero, 1999) y en la segunda comenzó la debacle de Argentina, mientras en Venezuela, se tejía una conspiración golpista.

En ese lapso, Venezuela firmó unas 12 cartas de intención y Protocolos bilaterales, con cada uno de los países del Mercado Común del Sur por separado.

La explicación es simple para tan libertino acercamiento. En 1997, la revista estadounidense Newsweeck, declaró que la Bolsa de Caracas era “El imán de inversiones en la región”.

En efecto era así, crecía al 111%, sin tiempo casi para recalcular los papeles. Sin embargo, el país no vivía una “edad de oro” de desarrollo económico, al contrario, mantenía la inflación recesiva más alta del continente, con devaluación sobre el 67% del valor monetario.

La explicación de la bomba explosiva de la Bolsa de Valores estaba en otro lado: Petróleos de Venezuela S.A.. PDVSA se había convertido en un “Estado dentro del Estado”, con decisiones de inversión ignoradas por el Congreso y la mayoría del Gabinete, que arrastraron más de 40 mil millones de dólares de la caja interna de la Compañía. Su directiva había planificado inversiones asociadas por encima de los 120 mil millones de dólares hasta el 2003.

Pero aquellas inversiones nada tenían que ver con una estrategia de desarrollo nacional. Eran las inversiones de PDVSA, un “país” inventado sobre un chorro de petróleo. Fueron los años donde los gerentes de la megapetrolera fraguaron negocios múltiples con decenas de transnacionales, de las que eran socios, o lobbystas dentro de PDVSA.

En ese clima, Argentina se convirtió en el primer inversor latinoamericano en Venezuela. El pool de inversiones alcanzó la suma de casi 1.250 millones de dólares, aplicados al petróleo, el acero, la medicina, el gas y el GNC, todo operado por la empresa Techint en representación de 9 inversores. Sólo la superaban Estados Unidos y España.

Un nuevo mapa comercial

En buena medida, esto fue facilitado porque la oferta exportable no tradicional venezolana, que apenas ocupa el 30% de su PBI, es comercialmente compatible con la demanda global del Mercosur y viceversa. No por casualidad, Argentina fue por casi dos décadas, el segundo proveedor de medicinas, Chile de frutas no tropicales y Brasil está entre los 5 primeros vendedores de manufacturas industriales.

En apenas 7 años, se construyó un nuevo mapa de intercambio comercial entre Venezuela y cada uno de los países del bloque del sur. Desde 1993, ese intercambio muestra una línea ascendente con todos los países, excepto con Paraguay.

El comercio exterior bilateral con Argentina vivió un crecimiento que pasó, de los 211 millones de dólares, en 1993, a más de 350 millones de dólares en 1998.

En este mapa comercial altamente rentable, nadie sabe, hasta ahora, por qué Venezuela ama tanto al Mercosur. De lo que sí hay certeza, es que se trata de un amor contante y sonante.


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Modesto Emilio Guerrero

Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?. Director de mercosuryvenezuela.com.

 guerreroemiliogutierrez@gmail.com

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