El Mercosur por el camino de la Política

A caballo de la revolución nacionalista que lidera el presidente venezolano y sus equipos de trabajo, ha madurado en casi cuatro años, la idea de hacer un “Mercosur regido por la Política”. Esta premisa la ha declarado reiteradamente, sobre todo desde que Lula llegó al poder en Brasil.

Sin embargo, fue en ocasión de la Cumbre de Presidente de Asunción, en medio de la XXIV reunión del Consejo del Mercado Común del Sur (Mercosur), cuando la convirtió en palabra de orden programática: “Necesitamos superar el perfil comercialista de nuestros acuerdos, para avanzar en un modelo de integración donde haya una estrategia política de desarrollo”. (ABC Color, Asunción, 19-06-03)

Una semana antes, en Argentina, ya lo había delineado, en una entrevista con el periodista Miguel Bonasso, en el diario Página 12: "¿Cómo vamos los jefes de Estado o de Gobierno, a delegar en los técnicos el destino de la integración? –se preguntó entonces–. Se frenan las discusiones porque los técnicos no se ponen de acuerdo en los aranceles, en los desgravámenes, en los impuestos, o en el acumulado histórico, y por ahí no vamos a ninguna parte. Tiene que ser político, aquí se impone en todos los órdenes el retorno de la política, postuló.” (Página 12, 1 de junio 2003)

Hay quienes sostienen que es una vuelta al pasado fundante de 1985, cuando Raúl Alfonsín y José Sarney plantaron la idea de un bloque binacional. Así lo plantearon el periodista Oscar Raúl Carodoso y el historiador Pacho O´Donnell, (P&E, Buenos Aires, 25 de junio). Es cierto, pero es mucho más que eso.

En las condiciones del mundo y el Cono sur, de mediados de los ochenta, el proyecto argentino-brasilero, era una acomodación a la (y dentro de la) nueva orientación de Washington para el hemisferio: Democracia más mercado, para descomprimir. O como dijo Williamson, el autor intelectual del “Consenso de Washinton”: “La democracia como plataforma, el libremercado como objetivo”. Por eso el principal empeño fue desmontar las hipótesis de conflicto bilaterales.

Lo que parece sugerir la movida y el discurso del presidente Chávez, en las nuevas condiciones del mundo y sobre el corrimiento nacionalista que vive el Cono sur, es que la política haga del Mercosur una zona defensiva. O sea, lo contrario de Alfonsín-Sarney.



El punto de partida



De todas maneras, el asunto queda planteado en su punto de partida, más que en su resolución final.

Hugo Chávez reflexiona sobre este nuevo comienzo así: "En las últimas décadas hemos colocado a la política a la retaguardia”. Luego amplía el concepto: "Pero luego entramos cada uno a su crisis... Porque creo que son mecanismos que fueron hechos con el viejo enfoque neoliberal". (misma fuente, 1 de junio 2003)

Como hemos mostrado en distintas oportunidades, con el Mercosur neoliberal de los noventa (ver sección “Mercosur” en ARGENPRESS.info), quedaron demostradas dos cosas: que fue el gran negocio de una veintena de multinacionales, y, que era posible hacer lo opuesto.

El Mercosur, aún en su perversa forma neoliberal, pudo juntar a las economías y los Estados, potenciar sus capitales a escala subregional, crear nuevos espacios y cadenas productivas –planificarlos–, mezclar empresas para desarrollar productor, rubros, marcas, liberar el tráfico de la clase media hacia el turismo, redificar el transporte, los servicios, las costumbres, el deporte y la cultura.

El “secreto” del derrumbe del Mercosur, es que todo se hizo al servicio de las multinacionales, sus socios locales, en su única razón de vida: el lucro privado. Es lo que, limpiamente, la consultora Delloite&Touche denominó: “Mercosur Bussiness”. Lo demás era “gasto improductivo e ideología”.

Claro, se impone una aclaración. Excepto las inversiones transnacionales y la remisión de sus ganancias a bajo costo laboral, ecológico y fiscal, todo lo demás fue “integrado” muy relativamente. O simplemente no lo fue.

Un caso de esto último, fue la libertad de tráfico a personas de bajos recursos, o la libertad sindical y los derechos laborales. En estos tres campos, los pueblos perdieron derechos democráticos, y sus trabajadores redujeron su nivel de vida y unidad defensiva de clase.

¿Y cómo terminaron, después de 10 años, las naciones del Mercosur y la unidad latinoamericana?. Peor que 10 años atrás.



La descolonización chiquita



No será “descolonización” ni podría tener la fuerza mundial de aquella gesta, pero la frase sirve para plantear el valor estratégico, a escala hemisférica, de un proyecto de integración subregional., Su centro, según planteó el caudillo caribeño, en Asunción, es el desmontaje del neoliberalismo.

En las actuales condiciones continentales y mundiales, el Mercosur, o como termine de llamarse después que se adhieran Venezuela y Perú, puede jugar un rol defensivo. Primero, para derrotar el proyecto hemisférico del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas, ALCA. Segundo, para ayudar a frenar la peligrosa ofensiva global de la Administración Bush-Rumsfeld.

Si el Mercosur llegara hasta esa frontera, haría la primera defensa de sus estados nacionales. Establecería un nuevo paradigma de integración. Aún con los bemoles y costos de toda construcción histórica, se rompería con la tradicional conducta suicida de la burguesía nacional (latinoamericana).

Un expresidente de Venezuela dijo en 1989, en la Reunión de Davos, con gran gala de hipocresía, que los años 80 fueron “una década perdida”. La verdad es peor: Desde el punto de vista de la dependencia, se perdió todo el siglo XX.

El diseño de un Mercosur regido por la política, podría ayudar a resolver este dilema histórico. Allí sabremos cuál es la verdadera frontera del Mercosur


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Modesto Emilio Guerrero (Especial para Argenpress.info. Buenos Aires)

Periodista venezolano radicado en Argentina. Autor del libro ¿Quién inventó a Chávez?. Director de mercosuryvenezuela.com.

 guerreroemiliogutierrez@gmail.com

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