A un equipo batallador nos tocó tres estados, sin protocolo, sin aspaviento, sin otra intención que cumplir con lo previsto, sin saber que lo previsto iba a tener tanto valor.
La primera parada lejos de la capital, Achaguas, un pueblo bien cuidado y entusiasmado con la esperanza que les proporciona saber que serán reconocidos hijos de la patria, en el estado Apure. Una casa de la cultura espectacular, digna de cualquier sueño de luchadores que conozco, unos espacios para prestarle atención y en componenda con los ente que les corresponde, dignificar esta posibilidad tan necesaria en beneficio de un pueblo agigantado, que grita en su actitud y esfuerzo de sus concejos comunales, en la organización que viene promoviendo nuestro máximo líder y en un silencio que no se escucha, hay un grito desde adentro, vamos bien comandante.
Hay gente como la directora de dicha casa de la cultura, que saben como se hacen esfuerzos y estiran las ganas de colaborar con una voluntad, que está especificada a los combatientes, como tarea necesaria.
La organización, las ganas de querer que los atiendan, la asistencia y la atención sin nada que recriminar, son un llamado que pretenden se escuche en la capital, no nos olviden y vuelvan pronto.
Nuestra próxima parada, atravesando de punta a punta Barinas, en el estado donde nació el HOMBRE QUE EMPUJA, esta Altamira de Cáceres, inimaginable para este presentador de monólogos, se le fuera a ocurrir a ninguna institución llevar con su poder tan necesario, lo que siempre hemos llevado con mucho esfuerzo, sin aspirar nunca nada distinto a lo de hoy, llegar hasta Altamira de Cáceres, un trayecto hermoso digno de una patria como la nuestra, esperando ansiosa ser amada por todos y que la descubran los patriotas nuevos para que experimenten lo que significa en valor, tener patria.
La receptividad se presento llena de dudas, en la incertidumbre de ¿que es eso?, la inteligencia de un pueblo poniendo en dudas esa visita inesperada, donde no se entendía porque fueron escogidos para semejante experimento, cuando la historia del pueblo despeja la duda de su mayoría de edad ante la capital de la República.
Bajo un tiempo de lluvia, los asistentes plenaron una pequeña sala que se hizo insuficiente, para tranquilizar el pensamiento y aceptar que fueron tomados en cuenta para empezar lo que no habíamos empezado antes, donde era tan necesario.
Después del aceptado experimento en Altamira de Cáceres, la distancia se hizo larga entre el cansancio, vuelos y traslados hasta Santa Maria de Ipire en el estado Guarico.
Calor extremo en la ultima parada, las calles no sabían a que habían llegado unos extraños y la gente dedicada a la cultura se encargó de presentar al equipo del IAEM y sin la ayuda necesaria atendió a estos batalladores, que llegaron hasta su pueblo con el III Festival Internacional de Monólogos, invitándolos a participar.
El resultado fue como en los estados anteriormente visitados, una expectativa emocionante, que los hizo saber que los tomaron en cuenta y pensar que de ahora en adelante seria distinto.
En Santa Maria no pudimos medir el final del trabajo, porque metí la pata terminando la función y el dolor me impidió que saliera a compartir con el entusiasmo que proporciono el aplauso y en el improvisado camerino, los más osados del pueblo tranquilo, con mucho ímpetu y caras de haber disfrutado lo expuesto, conversamos y otra vez, el no me olvides y vuelvan pronto es necesario.
Obvio los nombres, porque no alcanzaría el espacio para agradecer a la individualidad, nos vamos a lo más hermoso, el colectivo que formó parte de este experimento, por encontrar los mejores caminos para construir, PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS. HASTA LA VICTORIA SIEMPRE
Esperamos que el trabajo presentado haya valido la pena, de ser así, los pueblos se lo merecen y seguiremos tratando.
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