Estoy viejo, amigo mío

Desde que me monte evidencie mi destino, el conductor del transporte colectivo descubrió mi lucha en un rostro de angustia, que el supuso a donde me dirigía.

Su mirada escudriño la carpeta llena de necesidades en mi mano, supe que me adivinó al recorrer tres avenidas sin cruzar una palabra, se detuvo donde no había parada y me dijo, es allí en ese edificio grande donde no entra, ni sale nadie.

Me asombro la certeza que tubo en la apreciación y me preocupo la evidencia con la que andaba mostrándome ante extraños y decidí adoptar una cara menos sufrida.

La posibilidad de encontrar a quien buscaba se hizo lejana, cuando vi la cara del personaje que hacia seguridad en la puerta, era nuevo, lo supe por sus movimientos nerviosos cuando me vio vestido de rojo, por un momento creí me iba agredir y no dejar entrar a resolver mis dolores.

Subí a un piso frio, donde te responden antes de preguntar por alguien ¨ NO ESTA ¨ y con una escenografía y las caras de los dueños de la puerta, que te incita a salir corriendo porque no hay donde sentarse (en el momento por mi edad, creo que está hecho con intención) te sientes desahuciado con ganas de renunciar y buscas los escalones para descansar mientras esperas al ausente que nadie sabe quien es, una voz fuerte te dice, que no es para sentarse, te provoca reclamar tus derechos con hidalguía, pero la angustia es controlada y se calma cuando sale un revolucionario de verdad y con el placer que produce ayudar al semejante, te hace saber que los dueños de la puerta no son los adecuados para atender necesidades y en la confianza que me produce, le echo al camarada amable un cuento sobre mil necesidades que observándole con detenimiento, me doy cuenta que el no puede resolver, note su impotencia cuando me dijo, lo siento compatriota y desapareció en un tumulto de dolores, que compartían conmigo la mañana.

La estrategia en este caso (no en todos), es cansarte con la desesperación que produce no encontrar lo que se necesita, donde se supone que debes encontrarlo, para que desistas por cansancio y si tu edad no te permite esas largas esperas, que producen humillación (a menos que te acostumbres a pedir sin necesitar) y desgaste en cuerpos que ya no están para esos trotes.

Baje los pisos que subí, con un dolor que se reflejaba en un cuerpo destrozado sin respuesta y que no voy a tener como explicarle a mis compatriotas y aclararle, que ese autobús que tome esa mañana, no iba por el camino que conduce al socialismo para el siglo XXI y que mañana voy a tomar otro que están arreglando, los responsables del futuro, porque PATRIA O MUERTE, VENCEREMOS Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.

MI CUERPO ESTA ARRUGADO, CON GRIETAS TAN PROFUNDAS QUE ME LLEGAN AL ALMA.

machucamelo@cantv.net





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Antonio Machuca

Actor y militante revolucionario

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