La publicidad, la propaganda, la promoción son sin duda herramientas valiosas, y a veces imprescindibles, cuando de difundir mensajes, informaciones o ideas se trata. Hay varios ejemplos en nuestro país de lo que puede hacer una buena campaña comunicacional o promocional de determinado producto. Ahorita, por ejemplo, hay una pelea entre dos conocidas marcas de bebidas a base de cebada en la que rivalizan nada menos que un oso con nombre de ex candidato presidencial venezolano y una catira escultural.
En el caso que siempre nos ocupa, es decir en el devenir de la actuación de los medios de comunicación venezolanos en perfecta alianza con la Coordinadora Democrática, hemos observado la predilección que tienen por las campañas de suspenso que no son tales.
Desde el 11 de abril de 2002 para acá los “creativos de la oposición” han mal usado (y abusado) de casi todos los recursos promocionales y propagandísticos incluyendo a la nada ética propaganda subliminal. En honor a la verdad les fue bien con su locutora (con una voz chillona que a mi me resulta especialmente odiosa) que aupaba a los caraqueños a llevar “tu pito, tu bandera, tus Nike, tu bandana, tu lexotanil y tu nacionalismo” en los días en que el paro de PDVSA era un “exitazo”. El problema se les presentó cuando ya no hubo forma de ocultar la verdad sobre la producción petrolera, y el cierre con broche de oro fue el 2 de febrero de 2003 con el llamado Firmazo (el primer azo de la saga, que para mi resulta un sufijazo repetitivo y disonante).
Se han encargado de poner un cuenta algo por todos lados, para seguir con la manía de sus muy predecibles campañas. En la Plaza Altamira tienen un reloj que cuenta cuántas horas de fracaso llevan ahí los ”militares democráticos”. Dicen que en las madrugadas tararean aquella canción “reloj no marques las horas, porque voy a enloquecer”...
En la Francisco Fajardo, cerquita del 2F, colocaron un conteo regresivo a la nada, porque el 2 de febrero de 2003 nunca tuvo posibilidades de ser algo, salvo que está a dos días antes del 4F.
Y ahorita nos tienen “angustiadísimos” con un conteo regresivo al 19 de agosto. Día especialmente inútil para sus fines, porque ese día lo único que sucede es que se cumple la mitad del período del Presidente Chávez y que faltan 12 días para mi cumpleaños. No tenemos CNE nuevo, no tienen las firmas, es decir, o sea, nada. Tampoco entienden que en Venezuela la única cuenta regresiva emocionante es la de Radio Rumbos anunciando el Año Nuevo, cuando faltan cinco pa´ las doce.
Y en que eso se la pasan los dirigentes “creativos” de la oposición. Inventando fechas, conteos regresivos, nombrecitos cursilones como “El Reencuentro” que más bien fue un desencuentro. Pura consigna levanta muerto, algunas buenas, ¡cómo no! pero que nacen con un plomo en el ala: son pura mentira.
Ni Goebbels, pues.