Cuántas veces me he encontrado con frenéticos fanáticos de la oposición
que me increpan: ¿pero tú; estás seguro de ser chavista? Y luego
afirman: Tú no puedes ser chavista porque no tienes el perfil.
Entonces llega el terrible momento (para ellos; claro está) donde les
explico que yo no soy chavista, que soy bolivariano, que apoyo hasta los
tuétanos el proceso de cambios encarnado en el presidente, que este proyecto
no es una sola persona, que la revolución esta impregnada en la esencia
vital de la mayoría de los venezolanos.
La estrategia comunicacional se ha volcado hacia la división de
clases, esto implica un oprobioso planteamiento: nosotros = los brutos, los
negros, los feo, los hediondos, los desdentados, los violentos; es decir el
lumpen de la sociedad (me apoyo en el triste celebre comentario de la
periodista Marianela Salazar, ella llama a los simpatizantes del proyecto
bolivariano «gentuza subvencionada», «terroristas con trajes étnicos»,
«rebaño globofóbico», «sandinistas con antecedentes penales y sexuales>,
aguardiente». Y ellos = Los Catiritos, los hermosos, los olorosos, los
inteligentes, los necesarios, es decir " la sociedad civil".
Algunos de esos engañados de la clase media gritan: Devuélvanme a mi
Venezuela. Vale preguntarse ¿cuál Venezuela?. Tal vez ellos se refieran a la
Venezuela en la cual el 80 % de la población era ignorada, en la que nuestra
población indígena ni siquiera existía, la de la educación casi privatizada;
tal vez de esa Venezuela hablen esos estafados mediáticos. Para ellos
Venezuela debe ser una eterna canción de Juan Luis Guerra, esa que se llama
me enamoro de ella (ellos estando en sus buenas y nosotros siempre estando
mal ).
En Venezuela no había segmentación, ni de clases, ni étnicas; pues
simplemente para los poderosos no existíamos. 40 años de invisibilidad
mediática pretendieron desaparecer al heroico pueblo de Bolívar.
Lic. Oscar Luis Tirado