El líder y su patria

...Cuenta la historia, que andaba un hombre soñador recorriendo su país, cuando en medio de una plaza capitalina se topó con la algarabía más grande que hubiese escuchado en su vida. Era un caos delirante en el que se mezclaban gritos, improperios, amenazas y maldiciones. Intrigado, el hombre prestó atención al lugar donde se originaba el ruido.

Alrededor de la plaza, los reunidos, habitantes de la clase privilegiada del Este de la capital, con ojos inyectados en odio, se ensañaban con algo o alguien, que desde el suelo pugnaba por escapar.

Era una pelea injusta, dispareja, y el hombre, inflado de solidaridad, se armó con la Voz del Pueblo y arremetió contra los agresores cobardes, haciéndolos huir. Espantado el peligro, apareció el objeto del ataque: terrosa, exangüe, respirando con dificultad, herida a golpes de terrorismo y sabotajes, yacía una Patria que deseaba ser grande, ahora una hermosa Patria golpeada. El buen hombre soñador curó las heridas de su Patria herida, le levantó la moral, le brindó soluciones inmediatas y la cuidó hasta su recuperación.

Pasados muchos días, cuando la Patria estuvo en condiciones de franca recuperación, el hombre quiso saber sobre el motivo de la inquina en su contra:

- ¿Por qué, si eres la cuna de ellos, algunos de tus hijos se afanan en destruirte?

- Una respuesta surgió como esperanza revolucionaria:

- Ahora, todos los seres humildes de este país, antes olvidados por los gobiernos de turno, somos los únicos que vemos claro, los únicos con luz propia en medio de la oscuridad. Así, en carne viva, como pueblo unido, somos la antítesis de la ignorancia y al vernos, estos opositores se reconocen prisioneros de las tinieblas, esclavos atados con las cadenas de su desconocimiento. Por esto es que nos temen, por esto nos odian. Su falta de saber los lleva a ser acusadores, inquisidores, enemigos jurados de toda idea de progreso. Parias entre legos, es este el precio que debemos pagar por cultivar la virtud.

Apesadumbrado, el hombre soñador recordó las veces que estuvo forzado a permanecer detrás de las rejas de la prisión por contar verdades y acometer acciones que molestaban a los necios que gobernaban el país.

- Grande es la pena, Patria querida, - se coló la voz del hombre, por encima de las llamas de una fogata.
- No hay pena alguna, comandante. Tener luz, ser sabio, conocer, jamás será una pena. Es un derecho que tenemos los seres vivos, y no debemos ni tenemos por qué renunciar a su disfrute. No somos nosotros los que tenemos que volvernos ciegos, ¡Son los otros los que tienen que aprender, procurando llenarse de luz...!

Y tenía razón la Patria. El Hombre-Líder nació el día de ese encuentro. ¡Ojalá todos los Líderes

nacieran a un encuentro similar!

A partir de aquel día, el Líder soñador asumió el compromiso con la Nación, y desechando las tinieblas, por el resto de sus horas, caminó erguido y confiado en busca de la luz, la superación, el Saber, la Perfección...

Atrévete comandante a llegar a donde te has propuesto, haz como si fueras sordo... Mil voces cobardes se alzarán contra tu imaginación; ¡No permitas que nadie robe tu sueño!

En la Historia humana, la INTOLERANCIA y la ENVIDIA han perseguido al CONOCIMIENTO y al TALENTO, queriendo acorralarlos, negando sus aportes y alcances. Pero nunca han logrado vencerlos ni aniquilarlos, y el PROGRESO ha sido la constante de la humanidad.

Y DIOS... ha de permitir que lo siga siendo por los siglos de los siglos...

AMÉN.





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Oscar Colmenárez

Dirigente de los Círculos Bolivarianos, comunicador alternativo, Director del periódico La Voz del Valle

 lavozdelvalle2@yahoo.es

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