Libertad y política

Trece centurias aproximadamente marcan el tortuoso camino recorrido por la institución de la Iglesia, siempre al lado de los poderosos. Lo acartonado de ella responde precisamente a su cosificación: milita con el fortalecimiento y la expansión del capitalismo en el mundo. Agravios, desprecios y maltratos profirió a quienes retaron sus dogmas, por decir lo menos.

La hoja de ruta seguida por la Iglesia ha sido en línea recta, vertical, nada la ha apartado de su camino. Bajo una supuesta representación de los desposeídos, ha cultivado un doble discurso: la derecha y el conservadurismo másranciohanguiadoalaaltajerarquía eclesiástica por los tiempos de los tiempos. Uno de los pivotes firmes del establishment ha sido la Iglesia; desde el pontificado y pasando por los cuadros más altos de la pirámide eclesial, retumba la voz del poder.

Arzobispos y obispos del país, congregados en la Conferencia Episcopal Venezolana, dieron a conocer hace una semana la posición de la Iglesia frente a la reforma constitucional que se debate en la Asamblea Nacional. De ese documento ninguna palabra tiene desperdicio. Cada una está colocada ex profeso. El análisis del discurso nos permite penetrar en los profundos vericuetos del lenguaje, bajo el llamado de la Iglesia a "vivir en libertad".

Al igual que los recalcitrantes sectores de la oposición, ahora la jerarquía eclesiástica defiende la Constitución de 1999 que fue abolida y desconocida por ellos en abril de 2002. Todos vimos a connotadas figuras de la Iglesia nacional, empezando por el cardenal Velasco, en Miraflores, avalando el golpe de Estado: aplaudían, reían, exultantes ellos. Hoy, la Iglesia habla de libertad. Pero su papel es político.

El proyecto bolivariano, inclusivo, igualitario, democrático en demasía, es calificado por la Iglesia con todos los epítetos que las mentes disociadas repiten. La "pluralidad de posturas" que la Iglesia anhela en el seno de la Asamblea debe reclamarla a los que se negaron a participar en aquel proceso eleccionario.

La Iglesia dice representar al pueblo pero niega el poder popular que incorpora la reforma, sin ambages. La Iglesia denuncia un supuesto "autoritarismo" y la imposición de "un pensamiento único". Por Dios, ¡debe verse bien a sí misma!

Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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