Un patético nuevo ejemplo del escasísimo rigor profesional que reina por estos tiempos en El Nacional, apareció el sábado 6 de septiembre en la página B/17, con el título de “Buhoneros también viven en Plaza Caracas’’, y bajo la firma de Yelitza Izalla Yánez. Ya en el sumario tiene un resbalón por una incoherencia entre el plural y el singular.
La reportera inicia señalando que los buhoneros duermen en sus sitios de trabajo para evitar los robos. Y enseguida se gasta una segunda oración que nada dice: “Parece insólito, pero es una realidad’’. No parece conocer el contexto social la periodista, es decir, sorprende su asombro. Más ganas de exagerar. Como si de pronto también le diera por ponerse maternal en sus escritos con los niños de la calle o los indigentes.
Ese primer párrafo, Izalla Yánez lo cierra con una muletilla de oro que a lo largo del texto repetirá sin piedad, poniendo en evidencia su interés en magnificar y agravar la situación (exagerarla), y dejando al descubierto que El Nacional no dispone de un miserable corrector de textos capaz de detectar esos abismos tan simples de cruzar.
Veamos cómo cierra el primer párrafo: “En algunos locales hay espacios (…) televisores y hasta espejos’’. No conforme, en el segundo párrafo incurre en el mismo giro. “En los llamados depósitos (…) hay compartimientos y hasta lugar para colocar santos y pajaritos’’. En el tercero vuelve con su muletilla estelar. “La mayoría de las personas que pasa la noche en el lugar (…) y hasta equipos de sonido’’.
El texto, relativamente breve (incluso la foto ocupa más espacio) finaliza con lo insospechado. “Hacen incluso vida en pareja y hasta usan el lugar como baño’’.
Pero este trabajo periodístico de Izalla tiene otros cráteres. En el sexto párrafo escribió “pernotamos’’, en lugar de pernoctamos. En la última parte de la noticia emplea dos veces la palabra matero.
El cuarto párrafo dice: “Algunos buhoneros no quieren hablar, pese a que pasan el día en algunos locales como en su propia casa’’. Aquí preguntamos: ¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Más poéticamente: ¿Qué tiene que ver el trasero con las pestañas?
Al acotar lo que le dijo la buhonera Piedad Gómez, Izalla utiliza el mismo verbo para atribuir: “destacó’’. El Manual de Estilo de El Nacional recomienda como 50 mil verbos para atribuir declaraciones.
El octavo párrafo comienza así: “La luz nadie sabe de dónde proviene’’. Debe ser de los postes de electricidad, pensamos aquí. ¿Habrá querido decir de “dónde la toman’’?
De cacofonías y otras disonancias
El mismo sábado 6 de septiembre en El Nacional surge de la pluma de Carlos Valmore Rodríguez el siguiente título: “Adversarios políticos en Petare consolidan la tolerancia’’. Por cierto, una noticia cualquiera a la que el periódico cedió un inmenso despliegue, quién quita que por tratarse de un acto de Primero Justicia.
Primer párrafo: “Les voy a decir algo: yo estoy con Dios y con Chávez’’. Una expresión de este tenor, en una reunión organizada por Primero Justicia, podría resultar cacofónica…’’ De lo significa cacofonía, la Real Academia de la Lengua dice: “Disonancia que resulta de la inarmónica combinación de los elementos acústicos de la palabra’’. Para ilustrarlo mejor: una cacofonía se produce cuando hay una rima impertinente en una frase, oración o párrafo.
Sin intención de menoscabar el virtuosismo que pretende el reportero (ni aspirar a que el periodismo venezolano sea chato), decimos que, en todo caso, la palabra “cacofónica’’ es muy pesada, de una jactancia imperdonable para una información comunitaria. Es doctrina de El Nacional: “el estilo de redacción debe ser claro, preciso, fluido y sencillo’’. ¿A cuántos lectores habrá dejado como pajarito en grama Carlos Valmore Rodríguez con su cacofonía? Muchas ganas de correr riesgos.
Otro preciosismo peligroso lo tira Rodríguez en el párrafo seis de su nota. “San Juan opinó que en los sectores populares no se percibe el hiato que parece separar a la sociedad venezolana’’. ¿Hiato? En verdad, la metáfora es preciosa, pero periodísticamente impertinente, sobre todo si se evalúa la esencia del texto. Si la utilizan en la sección de cultura va y pasa, pero en un texto comunitario luce fuera de lugar.
En el octavo párrafo el redactor y su editor pifian con algo elemental: “Por su puesto’’. Debió ser “por supuesto’’.
Recuadro
Gazapitos
*Un sumario de primera página de El Nacional el 6 de septiembre tiene un pelón bello. “Pero la cantidad definitiva del Instituto Nacional de Estadísticas superaron con creces esa cifra…’’
*Ana Díaz, en su trabajo del 6 de septiembre en la página A/5 (Arias Cárdenas exhortó a la Fuerza Armada a ignorar rumores), confunde “estado de exención’’ con estado de excepción.
*Infidencia. En el editorial de la misma edición, algún gurú de El Nacional cometió lo que parece una infidencia: “Otro gallo canta cuando se trata de ‘compañeros de ruta’, como Ignacio Ramonet, a quien se le endulza la ‘lealtad’ hacia Cuba con la promesa de nombrarlo biógrafo oficial de Fidel’’. Esa confesión debió hacerla el propio Ramonet a algún personero de El Nacional en tiempo pasado, cuando en ese diario eran ‘su compañero de ruta’ y lo idolatraban, hasta que ellos dejaron de pensar como él. Antes de esta coyuntura política en Venezuela, la palabra de Ramonet en El Nacional era santa, y allí tenía ‘amigos’, a los cuales debió confiar la posibilidad de ser el biógrafo de Fidel.
*¿Y qué puede decir de la futura transición política de Cuba?, preguntó la periodista Fabiola Zerpa al canciller cubano, Felipe Pérez Roque (6 sep, A/8). Una reportera que da por definitivo que en Cuba va a haber una transición. El ministro la atajó bien. ¿Hacia dónde?
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