Mucho se ha dicho y escrito a raíz de los resultados del referendo sobre la reforma Constitucional y entre esas cosas, el Presidente Chávez dijo: “los Venezolanos no están maduros para asumir un proyecto abiertamente socialista.” En eso tiene razón, pero quizás porque estaba preocupado solo por el resultado del referendo, su análisis se quedó bastante corto. Los venezolanos no están maduros ni siquiera para asumir lo que significa la democracia verdadera, “participativa y protagónica”.
Muy poca gente parece darse cuenta de que “democracia”, actualmente, significa mucho más que el simple acto de ir a votar por un candidato o por una ley. Democracia es la actitud de parte de todos los ciudadanos de respeto a las leyes y a las normas de todo tipo, respeto a los derechos de nuestros semejantes, es el comportamiento regido por la moral, la ética, la responsabilidad y la honestidad; y la búsqueda de de la igualdad en la distribución de las riquezas por parte de todos los habitantes de un país. Si aceptamos que esta es la verdadera democracia, entonces, es evidente que una gran mayoría de los venezolanos no ha entendido el significado de la misma y no actúan democráticamente. La revolución bolivariana ha fallado en lo que debió ser uno de sus principales objetivos: la formación de un “ciudadano democrático y socialista”. Hace nueve años debió comenzarse una campaña intensiva para hacer conocer las leyes y el castigo implicado en su incumplimiento, para educar en el respeto hacia los otros ciudadanos, en el cuidado de los espacios públicos y del ambiente, para resaltar la importancia de la moral, la honestidad y la responsabilidad en todos los actos de la vida; y, paralelamente debió comenzarse la formación ideológica dirigida a hacer comprender el socialismo. Se ha hecho todo lo contrario: se ha inducido a la población al irrespeto de los derechos de los demás, no se castiga la destrucción de la propiedad pública, la impunidad en todos los aspectos de la vida del país ha impulsado el abuso, la corrupción, la irresponsabilidad y el crimen en todas sus formas. También se ha fallado en la transformación y la conservación de la infraestructura del país para adaptarla a la era moderna, al siglo XXI. Con la excepción de ciertas obras puntuales, la infraestructura vial es la misma de hace más de cincuenta años y lo mismo ocurre con la educacional, de salud, etc., con el agravante de su total abandono. No se le ha dado la atención ni el apoyo necesarios a la solución de problemas tan graves como el de la inseguridad en que “sobrevivimos”, porque no estamos viviendo; el de la vialidad en sitios críticos como Caracas y sus alrededores, el grave problema de la no recolección constante de la basura; no se aplica la ley contra el acaparamiento de los productos de primera necesidad y la especulación. Las traumáticas situaciones que deben enfrentar diariamente millones de ciudadanos, originadas por estos problemas, no parecen ser importantes para los funcionarios irresponsables. Los Ministros, Gobernadores, Alcaldes y otros funcionarios del gobierno a diferentes niveles no tienen imaginación, creatividad ni iniciativa para proponer soluciones y mucho menos para ejecutarlas. Se habla mucho y se hace poco. Da tristeza ver el país en su estado actual. Quizás algunos piensen que estoy exagerando y a lo mejor es así en algunos aspectos, pero no continuemos engañándonos, solo basta salir a la calle para constatar muchas de las cosas que estoy diciendo. Las muchas cosas malas opacan las buenas que se han hecho.
Como resultado de todo esto, hemos perdido nueve años pero hemos retrocedido por lo menos veinte. El país está en ruinas, ruina moral y ruina física. Todas las demás razones que pueden esgrimirse como explicaciones para la derrota en el referendo son consecuencia de las fallas enumeradas.
La revolución tiene hasta el final de este período presidencial para solucionar estas graves deficiencias y convertir a Venezuela en un país civilizado y moderno a la altura del Siglo XXI, para que podamos decir que “este es el mejor país del mundo y el pueblo venezolano es un gran pueblo” sin sentir que estamos diciendo una gran mentira. De lo contrario es muy probable que la victoria de la oposición en las próximas elecciones no sea pírrica sino aplastante. Y si eso llega a ocurrir estaremos retrocediendo cincuenta años en un solo día.
Sería lamentable que se perdiera la oportunidad de hacer los cambios necesarios propuestos por el presidente Chávez para convertir nuestra sociedad en una mas justa y civilizada. Pero, al parecer, nuestra gente ha entendido como democracia el sistema que nos autoriza a todos a hacer lo que nos da la gana y el socialismo, aquel que persigue el que todos obtengamos más dinero, sin importar como, para ser cada vez más consumistas.
El Presidente Chávez debe tomar verdaderamente las riendas de la revolución y la supervisión de todos los proyectos y organismos. No parece haber otro capaz de hacerlo. El país lo necesita ahora más que nunca, ya dedicó bastante tiempo, esfuerzo y recursos a las relaciones y cooperación internacionales. Es tiempo de delegar esas responsabilidades en sus funcionarios de confianza y poner más su atención en lo que está pasando en Venezuela porque si la revolución se pierde, también se perderá todo lo que ha logrado internacionalmente. Más tarde puede ser demasiado tarde.
cjmarqmen@gmail.com