¡Final de Fotografía!

“Final de fotografía”. Primeras palabras del Presidente Hugo Chávez luego de conocer el resultado de los últimos comicios electorales en Venezuela. Al tratar de analizar por qué estos resultados tuvieron la característica de un final de fotografía, creo no equivocarme al señalar que fundamentalmente es por su desenlace inesperado. Ciertamente el presidente no preveía que el resultado de estos comicios terminara de esta manera. Me encantaría pensar que realmente el primer mandatario estaba convencido del triunfo del SI, en lugar de sospechar que no pudo asumir o entender que el soberano no estaba de acuerdo con esta propuesta de reforma, y que por “orgullo” no lo quiso aceptar, pudiendo así evitar, por ejemplo, el gasto que generó al país estas elecciones.

Cuando pienso en un final de fotografía, además del desenlace inesperado, pienso en esa manía que tenemos todos al tomarnos una foto, esa idea de posar para que la cámara capture la mejor sonrisa, la mejor forma de inclinar el pie, con la punta del zapato hacia arriba, el mejor ángulo al doblar la cabeza y rematar agarrando y estirando la punta del vestido, es decir, un final feliz. No creo que haya sido ése el escenario de Chávez al conocer los resultados ni la misma pose, por supuesto, pero tampoco creo que hayan sido las características del final de fotografía de la oposición: esos pobres que tanto lucharon, proclamaron y lloraron por el fraude, por el engaño, el honor ultrajado, la injuria, el agravio y demás, que desde antes de nacer les está cometiendo este gobierno fascista-.comunista-nazi-fidelista-socialista-guevarista y todos los “ista” que aparezcan por el camino.

El final de fotografía del presidente fue, y espero que continúe siendo así, un final de alerta, de sorpresa, con un dejo de decepción, no lo dudo. Espero que esta decepción se deba al hecho de entender que no siempre tenemos la última palabra, que el pueblo, aunque a veces parezca un ser abstracto y que no cambia de opinión, piensa, duda, teme y hasta se molesta cuando lo increpan y tratan de imponerse.

Mi madre siempre me decía cuando pequeña: “No es lo que digas sino cómo lo digas”. Tal vez, sólo tal vez, no fue la reforma sino su carta de presentación, su manera de ceñirla en dos bloques a sabiendas de la desconfianza y de la falta de comunicación, o más bien, falta de discusión, de debate, de respeto por el otro, de entender que se puede estar de acuerdo con unos artículos y no con otros, y que el hecho de decir esto no indica mi alienación, mi condena, mi falta de patriotismo, de compromiso, de amor por la república, etc., etc., etc. Si nosotros, los familiares, los que nos queremos tanto, los que nos entendemos, los que apoyamos, no nos podemos hablar con confianza, cómo vamos a transmitir confianza al otro, que en muchos casos se nos olvida que también existe, que también, como de manera muy cursi escuchamos, es Venezuela; que también forman parte de nosotros porque son nuestros hijos, padres, hermanos o tíos; que aunque no estén de acuerdo con ciertas cosas tienen derecho al respeto, y no hablo del respeto a la hora de escucharlo, hablo del respeto a la hora de incluirlos en nuestros proyectos. Todo esto debe formar parte del final de fotografía del presidente, de esa imagen que quedará para la posteridad, pero no por la tan llorada “derrota del presidente”, o el tan escuchado “pobrecito Chávez, tenía las manos negras de los golpes que le dio a Aristóbulo” sino porque el objetivo de esta fotografía, de esta cámara, se debe dirigir a otra parte, ese final es de un pueblo que ha entendido que la democracia participativa es para participar, que no es una mera abstracción de lo expuesto tan maravillosamente por Gustavo Pereira en el preámbulo de nuestra carta magna. Claro, que tampoco estamos hablando del mismo final de fotografía de la oposición quienes asemejaban réplicas multiplicadas del Grito de Munch por no tener ahora por qué pelear, por tener que creer que al parecer el CNE sí funciona, y por tener que comenzar a recogerse la lengua y quijada como en una comiquita de Hanna Barbera y comenzar a decir que parece que la cosa de la democracia es cierta. Por favor, vamos a respetarnos y lo más importante: Demos el ejemplo TODOS


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