El presidente Chávez, ha hablado de aplicar las tres R al revés; es decir, revisar, rectificar y reimpulsar. Como eso parece acertado, con anterioridad publicamos en este espacio “Escrito antes que el presidente Chávez hablase de las tres R al revés”. Y en verdad es lo que el título dijo; es un viejo pensamiento nuestro, aquel segùn el cual no acertamos en la política de aliados y por eso hablamos de la necesidad de reconstruir las alianzas sobre bases nuevas y más democráticas, trascendiendo lo puramente electoral.
Ahora en este trabajo, también escrito antes, hablaremos del discurso, los íconos y las consignas.
Todo proceso político debe, diríamos que necesariamente, expresarse en su propio lenguaje. Su discurso debe ser coherente con el proyecto y asociarse a la alternativa a lo que se aspira trascender.
Nosotros, venezolanos, asumimos un proyecto que se define como “Socialismo del Siglo XXI”. Y es más, apostamos a una iniciativa de reforma constitucional para construir una sociedad nueva en donde se establecería el principio de propiedad privada, sobre “bienes de uso y consumo y medios de producción”, mantendría aquella parte de la estructura del Estado, que garantiza poderes independientes y el derecho opositor a formar parte de ellos. Es decir, pese a introducir en la carta magna cambios como el novedoso Poder Popular, nuevas formas de propiedad y relaciones de producción, que profundizarían el derecho a la participación del pueblo, subsistirían los órganos, estructura y superestructura, ya establecidos en la misma. Lejos de matar la democracia o limitar los derechos de la gente, como dijeron los adversarios, se ampliarían hasta límites no conocidos antes por los venezolanos. En este sentido, lo que alarmó sobre manera a la clase dirigente opositora, no fue que el proyecto redujese la democracia sino que ampliase los poderes populares y le otorgase mayores responsabilidades y derechos a la gente común o, como se dice en la jerga de la calle, a los de a pie.
Esta fue la respuesta que, la vanguardia que conduce el proceso, encontró viable para avanzar y abrir espacios a una mejor y más equitativa distribución del ingreso nacional. Al mismo tiempo está previsto, dentro del espíritu de la carta magna del 99, desarrollar relaciones de producción novedosas y hasta de carácter colectivo, coherentes con la definición del proyecto político socialista.
Uno entiende, que se trata de una intención de hacer avanzar la sociedad hacia estadios más saludables y de justicia, sin dar saltos en el vacío ni concitar una mayor y más cruenta oposición a la que ya existe; mientras maduran las circunstancias y se vencen, a través de las realizaciones y la consolidación de éstas, las resistencias.
Todo esto indica que lo propuesto, no aprobado el 2D y lo que es posible hacer dentro del marco legal vigente, es en esencia distinto a otros experiencias políticas frente a las cuales podemos tener simpatías, solidaridad, amor, deseos y hasta deber de ayudar. Y siendo así de diferentes, contando además con las particularidades de espacio y tiempo, demandamos discursos, proceder y hasta íconos que sean reflejo de estas especificidades nuestras.
En el debate sobre la reforma constitucional, la oposición habilidosamente usó a favor suyo una matriz de opinión que por años se ha asociado injustamente a otras experiencias, como aquel de la cuña de la carnicería, obviando todo lo contenido en el artículo 115, donde lejos de negar el derecho a la propiedad, se le daba a éste un desarrollo más amplio, justo y en reconocimiento a experiencias ya experimentada por los venezolanos y exitosas en otras regiones del mundo, como el cooperativismo y demás formas colectivistas. También se hizo uso indiscriminado de la vieja argucia de esconder productos básicos para crear una imagen negativa, asunto sobre el cual van a persistir.
Y màs que todo los opositores parecieron apoyarse en un discurso nuestro que no debiò utilizarse, precisamente porque permitìa se hiciesen las relaciones para favorecer sus planes. Razòn tiene el planteamiento nuevo del presidente, segùn el cual, no podemos bajo ninguna circunstancia, permitir que se nos aisle de las clases medias y de empresarios nacionalistas. Pero pese a que el proyecto de reforma y las intenciones reales del proceso parten del concurso de èstos sectores, en veces el discurso suele andar por otro lado.
Porque aunque algunos pretendan negarlo o por lo menos subestimarlo, quienes de manera fraudulenta y satanizadora combatieron el proyecto de reforma, tuvieron un significativo éxito; y sería pertinente que este lado, de donde se apoyó la reforma, se haga un análisis crítico, para determinar el por qué de eso y tratar de descubrir hasta donde la forma del discurso les ayudò.
. Es evidente que quienes apoyamos el intento de cambiar la constitución, acusamos el golpe de la difamación y deformación expresadas en las pautas publicitarias opositoras. Y decimos esto, porque es harto conocido como se gastó esfuerzo intentando desmontar aquella argumentación, empezando por lograr que el CNE, prohibiese se siguiese difundiendo el referido mensaje.
Esto no significa que el tema que ahora manejamos sea una razón o causa que determinò lo sucedido el 2D, sino simplemente creemos que jugó un rol que no podemos ni debemos pasar por alto.
Por eso decimos, al aplicar las tres r al revés, para redefinir el proceso, que se debe reimpulsar el socialismo con casabe y arepa, como podría ser con palo a pique y para trasegarlo ron de ponsiguè, caña blanca o un calentaìto andino. Para la mayoría de los nativos de la parte oriental de Venezuela, es como una herejía o más bien una condena, verse obligado a comer pescado acompañado con pan de trigo, en lugar de casabe o arepa. O lo que es lo mismo, el socialismo nuestro debemos manejarlo como nos corresponde, como integrantes de una sociedad con sus particulares rasgos y transitando circunstancias específicas. No se trata de posponerlo una vez que se ha desatado el debate.
Porque al tratar de descifrar las diversas variables que pudieron concurrir para que se diesen los resultados electorales del 2D, creemos que durante la revisión exhaustiva por hacer, debe procederse con mente abierta, sin dogmatismos, verdades preconcebidas ni discursos que creyendo ir en una dirección, en verdad van en otra. Es pues al parecer saludable, que debamos empezar por cuestionarlo todo y descubrir hasta la forma discursiva que le es inherente a nuestro esfuerzo y empeño.
En estos días leímos un informe, identificado por sus autores en el título, como obra de la aplicación de un instrumento científico- como si eso fuese indispensable y suficiente para garantizar su pertinencia- que intenta explicar las causas de lo que sucedió en relación con la consulta electoral, que poco tiene de lo que dice ser. En lugar de centrarse en el transcurrir cotidiano e intentar comprender y aprehender lo que de ello se desprende, allí se procura meter éste dentro de un molde rígido, discurso aprendido de memoria y con el sensual deseo que los hechos se parezcan a las ideas. Y se menciona en este espacio ese caso porque lamentablemente no es un hecho aislado sino de frecuente aparición.
Lo que realmente importa es cambiar la sociedad y hacerlo de modo que se alcance “la mayor suma de felicidad posible”; para decirlo con lenguaje bolivariano, lo que no le quita, pese a algunas opiniones “vanguardistas”, su carácter progresista y revolucionario.
El presidente Chávez, desde Santiago de Cuba, hacía alusión a la pertinencia de aquella heroica y trascendente frase de José Félix Ribas, en las horas previas de la batalla de Carabobo, tratando de levantar la moral de sus soldados, “no podemos optar entre vencer o morir, es necesario vencer”. Y nuestro presidente aludía aquella expresión, tratando de explicar cómo podemos encontrar en nuestras propias experiencias y legado cultural, elementos, respuestas y hasta consignas para cada situación.
Porque nuestro lenguaje, ese que hablamos cotidianamente, es excelente para expresarnos y apropiado para hacernos entender. “Inventamos o erramos”, dijo el maestro Simón Rodríguez, y esa frase es todo un discurso contra la maniática intención de abordar la realidad con un modelo por delante para meterle a rajatabla. O pretender que prácticas y experiencias ajenas, necesariamente son óptimas para entrarle a lo nuestro. De lo que se trata, según lo dicho por el ilustre caraqueño, es dar respuestas originales y pertinentes a las realidades que frente a uno transcurren. Si esto no hacemos, si los hechos nos parecen esquivos, hemos errado. Y ese pensamiento tiene un valor dialéctico insospechable. En fin, nuestro deber es trabajar el barro y la arcilla que tenemos, con los instrumentos que para ello disponemos y transfiriendo a la obra nuestros sentimientos, valores y amores ancestrales.