Sabemos que existe una crisis mundial, como producto de una explosión demográfica desmesurada en relación con la producción de alimentos. La cada vez más profunda brecha que separa a ricos de pobres agrava tal situación y las escasas políticas gubernamentales que reviertan o pongan freno al hambre de la humanidad alejan cualquier posibilidad de mejorar la llamada “calidad de vida”.
Al parecer, los asiáticos y particularmente los chinos no tenían por costumbre consumir leche industrializada. Hoy, aparecen en el escenario demandando este producto láctico, provocando una verdadera crisis en el mercado de este alimento (fundamentalmente necesario en la etapa del crecimiento).
A las razones anteriores, se suman en el caso venezolano, otras de tipo político, generadas deliberadamente para provocar una sensación de desamparo en la población respecto del Gobierno Nacional. Acción ésta, que ha sido ensayada en muchos otros países con la misma intención con la que la asumen en el nuestro una oposición política carente del más mínimo prurito de sensibilidad social y cuyo objetivo último está (como todos lo sabemos) el derrocar al Presidente Chávez, bajo la premisa “el fin justifica los medios”.
Algunas acciones están siendo tomadas en varios organismos y niveles del Gobierno: freno al contrabando de extracción; apertura de nuevos mercados de importación de alimentos; retoma de las políticas de producción agropecuaria; asociación con algunas redes privadas de distribución; creación de un nuevo sistema público de mercadeo de alimentos a través de PDVSA, etc. Todo esto se quedará corto sino elevamos una verdadera conciencia colectiva, que dicho con crudeza, no se puede realizar como quien hace una transfusión de sangre, ya que debe existir cuando menos el fermento o potencial suficiente en cada uno de nosotros (que no en el pueblo como una abstracción o entelequia, mil veces manociado por demagogos desconectados de la realidad concreta) que nos permita superar viejos vicios presentes en todos los estratos sociales como la corrupción y la omisión.
Por otro lado, una de las primeras propuestas que lanzó el Presidente Chávez, casi comenzando con su ejercicio de Gobierno, fue el de los cultivos organopónicos y los gallineros verticales, siendo objeto de burla a través de los medios privados de comunicación y poca o nada atendida por nosotros esta sugerencia para la producción doméstica de algunos rubros alimentarios. Pues bien, hoy se impone el retomar con seriedad este consejo del Jefe de Estado, que seguramente no resolverá el problema pero que permitirá paliar, sin duda alguna, la especulación, el acaparamiento y el desabastecimiento…
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