A tres semanas del salvaje ataque del Ejército colombiano al territorio ecuatoriano, el tiempo ha permitido calibrar lo inaceptable y cruento del mismo. Los giros iniciales se fueron develando. El Gobierno colombiano mintió de manera descarada. A las cabezas más resaltantes de las Farc se les ha puesto precio.
La oligarquía colombiana no ha variado sus métodos de hacer política y de asumir la confrontación en ese país. Se burla olímpicamente del derecho a la vida y así lo ha demostrado.
En más de cincuenta años de enfrentamientos, los sucesivos gobiernos de aquel país han llamado a la reconciliación y a la paz. Se han creado infinidad de comisiones en procura de la pacificación. Los presidentes allí habidos han colocado entre sus metas lograr la concordia entre los colombianos, lo cual no será posible si no se va al fondo del problema.
En la IV República, gobiernos amigos de Colombia propiciaron conversaciones entre la guerrilla y aquel gobierno en Venezuela. Para esa época, Estados Unidos no había puesto el mote de terrorista a todo lo que le contradijera, ni a nuestros Gobiernos se les defenestraba por ser mediadores en dicho conflicto. Comandantes guerrilleros y sus voceros fueron recibidos y hospedados en tierras venezolanas por aquellos gobiernos, en aras de contribuir al encuentro.
Son tantas las mentiras que rodean la versión de Colombia sobre el feroz bombardeo a Ecuador, que recuerdan lo que ha hecho Estados Unidos en Abu Graib y Guantánamo. Los sectores que predominan en aquel país llaman a la paz y a la reconciliación, y después que la guerrilla accede a ello sencillamente la masacran. Así ocurrió con los guerrilleros del M19 y la Unión Patriótica. Esa misma medicina se la quieren aplicar a las Farc.
Todo el montaje sobre ese ataque derivó o pretendió concluir en el concierto promovido ingenuamente por algunas estrellas de la música, que pertenecen al engranaje de la industria cultural. Concientes o no. El imperio siempre ha combinado perversamente la muerte con la música. Desde la I y II Guerras Mundiales, el Ejército de Estados Unidos envía a sus soldados a la muerte y, para edulcorársela, manda miembros del star system a que los distraigan por ratos.
Viejo truco. Esta vez le tocó a Juanes. Todo se develó.
Periodista/Prof. Universitaria