Todos seremos alcanzados




A los amigos del Diálogo por la inclusión social y la profundización de la democracia

La carrera en la que todos participamos desde hace cerca de cuatro años y su “fase intensiva” en los últimos seis meses, está provocando en algunos auto aislamiento y en otros especiales síntomas de adicción. Es común oír a propios y extraños hacer comentarios como estos: “decidí no ver los noticieros de TV, ni leer a prensa, lo hago una vez a la semana para estar informado, veo a Mingo sólo hasta que termina de leer los titulares”, otros, como quien esto escribe, nos “bebemos” cuanto podemos de los medios de comunicación “porque es necesario estar enterado de todo lo que dice el Gobierno y la oposición”. Somos, unos desde hace tiempo y otros desde hace no tanto, “animales políticos”.

Y precisamente nos queremos referir a este último grupo (compuesto por dos bandos en conflicto), porque creemos el más vulnerable, el más “informado”, el más violento y aunque suene paradójico, el más manipulado y manipulable.

El sábado pasado Ibsen Martínez (El Nacional, 05/10/02), cambió la tónica de su artículo semanal, para detenerse a disertar sobre lo peligroso que resulta el actual clima de confrontación que vivimos. Partió de la reflexiones que el español Julián Marías hizo en su libro “Ser español” (Planeta 2000). Cree Ibsen que Venezuela podría estar en la situación de pre guerra civil que vivió España y que Marías resume así: ““No querían una guerra civil, pero querían lo que resultó ser una guerra civil: a) Dividir al país en dos bandos. B) Identificar al ‘otro’ con el mal. C) No tenerlo en cuenta, ni siquiera como peligro real, como adversario eficaz. D) Eliminarlo, quitarlo de en medio (políticamente; físicamente si era necesario)”.

Con una frecuencia inusual hoy nos encontramos en el diario El Universal (07/10/02, Pág. 1-8) con un reportaje que eriza y que me produjo hasta taquicardia: “El odio nos llevará a Ruanda”.

Para quienes no lo saben Ruanda es un país de África en el que murieron, a consecuencia de una guerra civil, más de un millón personas entre 1994 1996: “La guerra civil trajo consigo graves violaciones de los derechos humanos. Se estima que entre 250.000 y 500.000 mujeres fueron violadas, sufrieron injurias, enfermedades venéreas, así como problemas psicológicos y exclusión social. Los niños también fueron objetivo militar. Muchos niños nacidos de parejas hutu-tutsi fueron asesinados por sus padres, bajo presión de las milicias radicales. Alrededor del 96% de los supervivientes, testigos de torturas y matanzas de familiares y amigos, sufrieron graves traumas psicológicos. A finales de 1995, en Ruanda había 47.000 huérfanos” (http://www.cip.fuhem.es/observatorio/observatorio.htm)

La colega periodista Taynem Hernández, autora del reportaje, no lo menciona, pero nuestros homónimos allá en Ruanda son los hutus y los tutsi. Recuerdo que en esos años leía las reseñas de aquella guerra y nunca imaginé que alguien, alguna vez, iba a comparar nuestra potencial realidad con aquella, terrible e inexplicable. Dice el artículo de Ibsen Martínez que en la España de la pre guerra civil todo sucumbió a la primacía de lo político “de manera que todos los demás aspectos quedaban oscurecidos: lo único que importaba saber de un hombre, una mujer, un libro, una empresa, una propuesta, era si era ‘de derechas’ o ‘de izquierdas’ y la reacción era automática. La política eclipsó toda otra consideración”. Haga el ejercicio, no le dé miedo, ubíquese. A estas alturas nadie lo va acusar de haber lanzado la primera piedra.

Los villanos, químicamente malos y los galanes, químicamente buenos, sólo existen en las telenovelas. ¿No podemos encontrarnos en nuestras virtudes y separar las diferencias? A menos que todos tengamos una avioneta agarrando pista, cuando ya no haya nada que hacer, todos seremos alcanzados. ¿Será muy difícil que entendamos esto?





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Mercedes Chacín


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