Asistimos a Beijing acompañados solo con la revolución y los revolucionarios, todos los pronósticos mediáticos en contra, el amor por la patria extensible hasta nuestra selección iba también con nosotros.
Por otro lado era antipatriótico en casos, las opiniones destempladas de sesudos analistas deportivos que parecían politiqueros en campaña, mal utilizando los canales que son las mismas jinetearas de la oposición fuera contexto, con el fin de darle connotación política a un evento que deberían ser para todos los venezolanos sin excepción motivo de orgullo, independientemente de la traición que practican con tanta vehemencia en medios del estado.
El desconocimiento que mostraban de la disciplina deportiva cuando opinaban era evidente, parecía la opinión política y confundida que tienen frente a la patria, por momentos era preferible ver la imagen solamente para no escuchar la cantidad de sandeces que se permiten sin respeto alguno por una audiencia que esta amando y ligando a su patria, aun en las especialidades que eran escasas nuestra posibilidad, el amor de patria nos hacia posible siempre la esperanza que con sus opiniones derrumbaban.
Desde el principio mediatizaron el esfuerzo, tarifaron las posibilidades de medallas en comparaciones odiosas poniendo precios desde la visión comercial que es la única que conocen, sin medir que a una competencia de este nivel se va con valores supremos por la patria, con la bandera enrollada en el cuerpo como si fuera la sangre, la competencia se convierte en una guerra fraticida por defender el orgullo de mostrar al mundo lo que esta haciendo nuestra revolución; los apatridas no entienden ni saben de esto, en sus mentes descompuestas el sentido de patria esta en aupar a los forasteros con tal que la derrota se le pueda sacar provecho para arrodillar su conducta traidora ante sus amos y que el mundo crea que nuestro esfuerzo es mentira, que nuestros ciento diez atletas son una fantasía mediática como la que están acostumbrados a publicitar a trabes de sus manipulaciones, no encuentran como esconder los avances y el camino que emprendimos hacia socialismo del siglo XXI.
Un país revolucionario no asiste a una olimpiada a buscar logros individuales (aunque sirven y no se niegan) pero lo más grande es competir y representar la patria con dignidad, mostrar al mundo el beneficio colectivos y que esta guerra interna a pesar de los enemigos mediáticos la ganaremos porque para eso estamos trabajando, conducido por nuestro máximo líder EL HOMBRE QUE EMPUJA convencidos que, PATRIA O MUERTE VENCEREMOS Y HASTA LA VICTORIA SIEMPRE.
HAZTE CONCIENCIA.
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