Las campañas mediáticas insisten en acentuar la manipulación y mentira para restarle sentido al proceso de nacionalización que ha emprendido el gobierno revolucionario. Esa campaña como sabemos, tiene un interés político y económico y para los medios y sus operadores; el problema es cuestionable en tanto responde a un proyecto “populista” que carece de sentido. El populismo es parte de una palabra “mágica” que utilizan para cuestionar los procesos políticos que se colocan frente al neoliberalismo.
Pero esta palabra no es simplemente una expresión o un término técnico para calificar una determinada política. Esta expresión tiene un sentido que va más allá de lo estrictamente económico o político, porque su orientación procura la descalificación racista de toda propuesta que busque disminuir las desigualdades sociales. No olvidemos que el liberalismo y neoliberalismo, tiene de alguna manera una conexión con la teoría evolucionista y bajo ese esquema; la igualdad es un proceso (contra natura) muy distinto a la condición que ofrece el mercado (nicho ecológico de la propuesta neoliberal) para permitir la existencia del más fuerte.
El “populismo” es entonces un término que los fanáticos e intelectuales del neoliberalismo usan despectivamente, porque para ellos; el “populismo” se convirtió en una forma de dejarles a los venezolanos las sobras de la riqueza petrolera. Fue una manera de distribuir las migajas. Para el proyecto revolucionario; el “populismo” tienen que ser revindicado como una opción política para darle “poder a los pobres”
Valoremos el contenido de ese término sin temor y asumamos, que el populismo es una opción que coloca en el centro de las políticas públicas, la posibilidad de erradicar la pobreza y mantener una línea de gobierno que se orienta hacia la igualdad. Visto así; EL POPULISMO no debe ser asumido por nosotros como una palabra despectiva y racista.
II
Estamos pues frente a dos proyectos de país y nuestra función en plano político e ideológico es desmontar las manipulaciones de los medios para regresarnos a la política del “gran viraje”. En este caso, el populismo se constituye en una opción política y las nacionalizaciones, en una estrategia para darle sentido viabilidad a esa política. Las nacionalizaciones se justifican y argumenta en tanto, se convierten en una herramienta que puede engranarse con una política de profundo sentido populista. Este proceso, tal y como ha sido planteado por el Presidente, buscan ocupar actividades estratégicas para la consolidación del proceso revolucionario, pero esa finalidad, debe coincidir con otro objetivo, igualmente estratégico para la revolución: Incrementar el patrimonio y los activos de los venezolanos para apoyar esa política con profundo sentido “populista”.
Esa opción populista tienen sentido porque con ella, se construye una oportunidad para erradicar la pobreza y ser una sociedad más igualitaria: más y mejores escuelas, más mejores centros de salud y más y mejores programas sociales.
Si se está de acuerdo con esta visión, esa circunstaancias nos obliga a colocar el asunto de las nacionalizaciones en camino correcto. Las nacionalizaciones no son un fin en si mismo: Es decir, no se ejecutan simplemente para darle un golpe a los intereses del poder económico. Los venezolanos que estamos apostando por el desarrollo de esta experiencia, tenemos que ver este proceso de nacionalización como un medio para construir un país donde la solidaridad sea una palabra, un valor y un gesto que forme parte de la conducta de todos nosotros. Si lo asumimos con un medio para construir ese país solidario, humanista y consustanciados con las causas nobles, entonces tenemos la obligación y el reto de estar vigilante para que las nacionalizaciones se constituyan en una especie de alcancía que nos permita incrementar (como país) nuestro patrimonio y nuestros activos para darle la pelea a la pobreza.
La pelea y el interés de los venezolanos es mantener los niveles de eficiencia y eficacia de las empresas nacionalizadas. Las nacionalizaciones son segundo mar de petróleo o una manera de hacer realidad la “siembra del petróleo”. Si compartimos esa premisa; el perfil de las empresas y de sus gerentes no debe ser un asunto ajeno a los que estamos apostando por una política inspirada en los “lineamientos” políticos y filosóficos del populismo. Necesitamos unas empresas gerenciadas solidamente y reportándole beneficios al país, tanto en lo atinente a la calidad de los servicios como en los dividendos que generen.