Los que deben estar

El destino traza sus rumbos. No sabemos como lo hace. Tampoco, si será como lo queremos. Hay que dejarlo que vaya andando y que encuentre lo que nos pertenece. Hoy, como nunca antes, las trochas que aparecen en los caminos que se abren, lucen espléndidas. No es una sola, son varias. Trochas de caminos que marcan el paso del sendero.

Ese camino es continuar construyendo la organización popular. Antes también se hacía. Pero, es como el flujo del viento. Sopla otra vez y cada soplo es nuevo. Así es el trabajo de crear estructuras orgánicas. Lo que se hizo, tomó sus rumbos. Unos fueron a parar a un saco vacío porque en el fondo estaba roto. Algunos, se sentaron a ver pasar el trabajo de los demás. Pero otros, lo asumieron como su razón de por vida. Su destino era la lucha infinita. Por lo tanto, retomar cada día la prédica de volver a hacer lo que ya tenía que estar hecho. Repetir la acción de enseñar, de formar y de inventar la ruta por donde transitar.

No obstante, así es el ondular de la historia. Nuevos tiempos apuntan otra dimensión de la política. Ayer se buscaba la ruptura del sistema. Ahora, enderezar y consolidar las metas del modelo revolucionario. No hay alternativa distinta. O se asume con propiedad ideológica el Proceso, o se desvanece la revolución. No hay elección diferente a la que exige la conciencia revolucionaria. En esta coyuntura que produce el nuevo escenario de confrontación, inducido a partir de las entregas de las firmas del pasado 19/12/03, nuestro tiempo y hasta nuestras vidas son para el trabajo político de la ilustración colectiva. Por lo menos, así debe ser en esta fase de transición. La dedicación es a tiempo completo. Las escasas 24 horas del día nos llevan a la prédica del qué hacer. Como Cristo con su fe. Como Bolívar con su guerra emancipadora. Como Borges dedicado a las letras.

Si la alfabetización ideológica es fundamental, también lo es el estudio, la lectura y la investigación. Ahora, debido a la vigencia todavía del sistema reformista que obstaculiza el nacimiento de la Revolución Bolivariana, hay que detenerse a pensar. A procesar las ideas. A concebir la base teórica conceptual de cada quien. Enriquecer nuestro marco de referencia individual, para que relacionemos lo que observamos, procesemos el significado de los hechos sociales y emitamos nuestros juicios lúcidos y certeros. Es una obligación militante y de compromiso, abrir un paréntesis en nuestra cotidianidad, para volver al pupitre, a la biblioteca y a la palestra de la discusión. Analizar los acontecimientos, indagar los fenómenos, interpretar las noticias, pedir opiniones y confrontar posiciones. Hay que aprender a relacionar lo abstracto para producir lo simbólico y, como resultado de ello, elaborar conclusiones racionales. Así, van tomando forma las tendencias del pensamiento autóctono, propio de la nueva era que vive el país y el mundo. Necesidad inmediata para crear la cultura de las generaciones del presente y del futuro.

Complementa la ilustración, el desarrollo de la temperancia y la humildad. Virtudes humanas necesarias para que "...el río tome su cauce". La cultura reformista heredada, aún vigente en casi todos los niveles de la gestión del mando, sigue siendo concebida como "usufructuaria" del poder. El aparato burocrático del Estado funciona con un alto porcentaje de elementos contrarios al modelo político emergente. La reforma, opuesta a la revolución, no sólo está viva en la práctica clientelar del burócrata, sino también en revolucionarios plásticos que son puntofijistas mimetizados, analfabetas políticos y usurpadores de la dignidad. Ideológicamente, esos ³coleados² le han hecho un daño inmenso al Proceso. Lo han desvirtuado y han permitido la existencia de un patrón de opinión pública hacia la revolución, totalmente desvirtuado e injusto de su significado. Pero, es reversible. Y se alcanaza su reversión con talento y claridad en el pensamiento. A los adversarios ³revolucionarios², enemigos del Proceso, para derrotarlos y apartarlos de los caminos que se construyen, hacen falta la temperancia, el conocimiento procesado, la síntesis conceptual y la ideología revolucionaria. Limpiar el Proceso, hacer justicia, resarcir daños intelectuales, son logros que se alcanzan con la humildad y la convicción ideológica. Obtener los niveles de crecimiento intelectual que exige la logicidad del modelo bolivariano, nos va a permitir acoplar a las nuevas estructuras de la dirección de la sociedad, a los auténticos, a los propios, a los que deben estar.


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William E. Izarra

Oficial de las FANB, retirado como Comandante (Teniente Coronel) de la Aviación Militar. Siendo oficial activo logró realizar estudios en todos los niveles académicos del saber universitario obteniendo su título como Licenciado en Educación (UCV); Maestría en Planificación (Harvard University) y Doctorado en Ciencias del Desarrollo (Cendes, UCV). Ha sido miembro del MBR-200, MVR, PSUV, Director Nacional de Ideología del Comando Maisanta, Colectivo Democracia Directa y creador del Centro de Formación Ideológica (CFI). Ha ocupado algunos cargos dentro del Gobierno Bolivariano Revolucionario bajo el mandato de Hugo Chávez Frías, siendo unos de los más relevantes el de Vice-Ministro de Relaciones Exteriores para Asia, Oceanía y Medio Oriente. Ha escrito una serie de folletos y libros para la compresión de los valores y principios socialistas.

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