Comunismo, comunismo

Hace casi 90 años, un fantasma comenzó a recorrer el mundo. Este fue estigmatizado y demonizado al máximo. El asunto llegó a su clímax en la etapa de interguerras, cuando en Estados Unidos se inició una real cacería de brujas contra todo lo sospechoso de izquierdismo. A esto se lo llamó la época maccarthysta: intelectuales, creadores y cineastas fueron acosados, perseguidos, y muchos debieron ir al exilio. En la segunda posguerra, con la conformación del mundo bipolar, esta persecución continuó con métodos poco convencionales.

A lo largo de estas décadas, el coloso del Norte consiguió un comodín extraordinario: todo aquel que se rebele, el que cuestione o critique las políticas imperiales, el que denuncie genocidios y devastaciones de territorios, es tildado de comunista. "¡Comunista, comunista!", gritan, recordando las fobias virulentas del Ku Klux Klan. En aquellas décadas, rostros contraídos por muecas de odio, manos retorcidas de tanto apretar cuellos, apuntaban con un dedo acusador: ¡comunista! La expansión capitalista en el siglo XX y la conquista de nuevos mercados hacen que América Latina se incline hacia los Estados Unidos. Gobiernos de derecha serán sostenidos y financiados por aquella nación. El odio hacia el comunismo será el portaestandarte de políticas reaccionarias en nuestro continente. Muchos de sus líderes fueron vilmente asesinados.

El pacto neoliberal para hambrear al mundo, suscrito entre Reagan y la Tatcher, se amparó en este terror contra el comunismo, que coincide con la caída del muro de Berlín. Para Estados Unidos el ícono del comunismo en estas tierras es Fidel Castro y a la palabra le agregan "¡fidelista, castrista!".

Las hordas mayameras, desencajadas, han fantaseado ene veces con la muerte del comandante y el retorno de la era batistera. Vano sueño.

El Chile de Allende y nuestro país hoy son un crudo ejemplo de que ese fantasma sigue siendo ariete para atacar a los pueblos. El imperio y sus carteles mediáticos, la industria mediática privada local, gritan ensordecedoramente: "¡Chávez es comunista!". Los que siguen a estos medios, en un frenesí maniqueo, contaminados ideológicamente, no entienden ningún razonamiento y repiten robóticamente: "¡No al comunismo, no al comunismo"! Desquiciamiento total.

Periodista/Prof. universitaria


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Asalia Venegas S.


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