En 1998, apenas a semanas del proceso electoral, era completamente innegable el triunfo de Irene en las elecciones presidenciales. Después los más sesudos analistas dirían que lo de su derrota se sabía. Pero la verdad fue que todos, sin excepción, aseguraron hasta el final que la candidata le ganaría al inexperto Chávez, quien iba acompañado solamente por un partido neonato al que nadie conocía.
Al final Chávez ganó con 63% de los votos –Irene obtuvo apenas 4,6%–, con lo cual llegó a duplicar a Salas Römer (31,4%), candidato que la derecha desesperada había sacado a última hora para contener el descalabro de aquella candidatura femenina por la que todos apostaban.
Tres meses y medio después, Irene gana la Gobernación de Nueva Esparta (70%) fundamentalmente porque es apoyada por Chávez. El candidato adeco llega de segundo en esa elección con menos de 28% de los votos.
Ya Fucho Tovar, al que nadie quería por el martirio que representaban (y siguen representando) para el isleño sus infernales ferrys, le había propinado, sin embargo, en 1995 la más estruendosa paliza que se le haya dado a gobernador alguno en esa entidad, sacando a Morel Rodríguez virtualmente a puntapiés por su fama de ineficiente y corrupto. Tanto así que el candidato a sucederlo, Virgilio Ávila Vivas, su mejor amigo, fue arrastrado por ese descomunal rechazo.
El carácter revolucionario de la isla se confirma cuando un candidato chavista, Alexis Navarro, completamente desconocido para entonces, es electo como sucesor de Irene con más de 50% de los votos.
El regreso de Morel al poder en el 2005 se da con una diferencia de tan sólo 3% sobre Navarro, quien se postula para la reelección con un MVR totalmente dividido por absurdas peleas intestinas. Navarro hubiese ganado cómodamente si el partido movilizaba apenas algo del 43% que hubo de abstención en esa oportunidad.
¿De dónde entonces ese mito de la supuesta invencibilidad de Morel en Nueva Esparta? Un político que encarna lo más atrasado y corrupto de la cuarta república, montado sobre el fantasma de instituciones extintas como AD y Copei a las que ya nadie percibe ni como de mediana importancia en ninguna parte del país, no puede ser una opción imbatible frente al poderío del Psuv, que cuenta además con el liderazgo de Chávez en la isla.
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