Hace algún tiempo, leí con curiosidad un artículo remitido a aporrea por Juan Martorano; sobre el cambio de nombre del hoy municipio Raúl Leoni, conformado por unidades políticas territoriales anteriores como el Municipio Centurión y el Municipio Barceloneta. Las dimensiones del municipio son considerables; sobrepasando los 54 mil km2, para tener una idea el tamaño, recordemos que algunos países centroamericanos como Costa Rica tienen una extensión territorial de 51.100 km2con algo más en agua o el caso de Belice que no supera los 23.00. km2, pero la importancia estratégica de este municipio no reside sólo en su territorialidad, incluye una importante reserva hídrica y la posesión de la central hidroeléctrica que en su fase inicial operaba con una capacidad de 10.000 megavatios, convirtiéndola hasta la aparición de la presa de Itaipú entre Brasil y Paraguay, en la mas grande a nivel mundial.
Las riquezas minerales del municipio lo convierten en el principal reservorio de minerales férricos a nivel nacional en el llamado “cuadrilátero férrico” en el Cerro San Isidro los Barrancos I y II, Las Pailas y San Joaquín, además de los Cerro Bolívar (hoy en inactividad) y Cerro Altamira, asentándose sobre la antigua Paria las primeras incursiones en la extracción del mineral por la trasnacional Orinoco Mining filial de la U.S. Steel, que llevaría a la fundación de la hoy sección capital: Ciudad Piar. La importancia del hierro en este municipio se puede estimar en las ganancias generadas no sólo a las trasnacionales, sino posterior a la llamada “nacionalización” emprendida por Carlos Andrés Pérez el 1 de enero de 1975, fecha en que de manera “fanfarrona” se hablaba de la recuperación de la soberanía sobre el Hierro, acto evidentemente inconcluso que siguió escondiendo las relaciones de dominación con las grandes potencias; quiénes seguían siendo receptoras a precios irrisorios del hierro venezolano, fundamental en la industria siderúrgica mundial. Pero aún así, las iniciativas del capitalismo de Estado a través de la visión desarrollista de la CVG aceleró la creación de la Siderúrgica Nacional, convirtiéndose SIDOR en una empresa vinculada al hierro de este municipio, transportado por un sistema ferroviario que une las minas de San Isidro, Cerro Bolívar con el puerto de Puerto Ordaz, lugar donde se procede a la embarcación a mercados internacionales o distribución nacional, en ese caso SIDOR (hoy renacionalizada). La explotación de hierro, aceleró de manera progresiva las migraciones y en algunos caso las inmigraciones a esta zona, convertida hace un siglo atrás en ligeros asentamientos campesinos, dedicados en gran medida a un sistema de cultivo para la subsistencia o la ganadería extensiva.
Parece habitual resumir el municipio Raúl Leoni a la existencia de Ciudad Piar, que es relativamente muy nueva y esta vinculada a la actividad del hierro, pero existen otras poblaciones asentadas hace mas de doscientos años como La Paragua, muy mencionada en tiempos recientes por la política de reconversión minera, que llevaron a duros enfrentamientos entre mineros y fuerzas armadas; “mineros nómadas” cuya procedencia es de las mas variadas tanto a nivel nacional como internacional (brasileros, colombianos, guyaneses, norteamericanos, etc), pero antes que la Paragua, existe el pueblo Pemón o Pemón Arekuna, además de algunas familias Yekuanas que extienden su territorio también al municipio Gran Sabana y municipio Sifontes. El actual municipio Raúl Leoni limita con el parque nacional Canaima, zona del municipio donde la explotación del oro y el diamante han llevado al desplazamiento de algunas de estas comunidades indígenas, las cuales se han visto afectadas por el mercurio y la reducción de bosques por los efectos de una minería que no se limita a lo artesanal, sino que incluye maquinaria abrasiva al ecosistema.
Los efectos de la minería sobre el río Paragua y otros cuerpos de aguas también afectan a las potencialidades agrícolas de la zona, puesto que las tierras de las mismas son aptas para la siembra del maíz aunque los efectos perniciosos de la ganadería extensiva se estén notando en suelos degradados. La riqueza cultural y la inmensa biodiversidad del municipio lo convierten en un importante reservorio de flora y fauna, que se ve amenazada como el resto del estado por una minería incontrolada.
A grandes rasgos, éstos son algunos elementos que conforman el hoy Municipio Raúl Leoni, una riqueza acuífera, mineral, cultural que se expresa en su larga extensión. A diferencia de Matorano en su artículo, he nacido en la sección capital de ese Municipio, con la posibilidad durante muchos años de contemplar el Cerro Bolívar; principal imagen de Ciudad Piar, una ciudad que no difiere mucho de cualquier campamento minero o petrolero. No sería difícil imaginarse Campo Rojo en el Estado Monagas y, una de las preocupaciones fundamentales es la sustentabilidad de la misma, más allá de la explotación del hierro que ya lleva más de 50 años y que agotó en material a cielo abierto las minas de Cerro Bolívar. Mucho se especula sobre la necesidad de separar el municipio, al menos en dos o hasta tres refieren algunos por su extensión, dividiendo el sector de La Paragua, o Guri, lo cierto es que en el municipio hacen vida dos empresas importantes del grupo CVG, como lo son CVG FERROMINERA y CVG EDELCA y, quienes hemos vivido en la región sabemos que hasta hace poco eran dos empresas cerradas a quienes no poseyeran la “ficha” de la misma, las inversiones sociales o el “desarrollo endógeno” son novedosos en la misma; como la mayoría de las empresas fundadas bajo los preceptos del capitalismo de Estado que han sido sacudidas algunas con mayor fuerza que otras por el Proyecto Bolivariano.
Creo que el cambio de nombres de la represa Raúl Leoni no se trata de un simple truco, las palabras; como recuerda Rigoberto Lanz no son neutras, por ello, diría que lo nombres tampoco lo son, en este caso comparto plenamente que dejemos de rendirle tributo al CEN de Acción Democrática o la brillantez del doctor “Leoni”, que comencemos a hacer reconocimiento a la raigambre de nuestra formación nacional (sin que suena a chovinismo), por eso tampoco me agradó cuando la Librería Kuaimare se comenzó a llamar Librería del Sur, pero en el asunto en cuestión, la propuesta de cambiar de nombre al municipio suena interesante, sobre todo activar el artículo 71 de la Constitución y permitir que quienes habitan el municipio decidan si ponen fin a más de dos décadas de “ensalzamiento” de Menca y Raúl, figuras grises de nuestra historia nacional, sin menospreciar que sus familiares los veneren en la intimidad de su hogar o más allá de una acera. Por eso, para animar el debate, a diferencia de Martorano no creo que sea necesario acuñar el Municipio Bolivariano Dalla Costa, creo que el debate podría como reconocimiento a los pueblos que ancestralmente han ocupado ese territorio ser un nombre Pemon, pero es mi lectura de las cosas, por ello pienso que lejos de ser un tema simple debería activar a las comunidades no sólo a debatir el nombre de su municipio, sino el proyecto de municipio que quieren, tarea titánica encomendada a los candidatos de la revolución que deben tratar de hacer “política” con otros códigos. Bienvenida la consulta, ojala en una próxima oportunidad pueda sacar mi partida de nacimiento y no tener que recordar a Menca y a Raúl a cada rato.
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