El 11 de septiembre de 2001, fueron destruidas en Los Estados Unidos el
World Trade Center (New York), una parte del Pentágono (Washington D. C.) y
algún que otro cableado eléctrico en Pittsburgh. Hechos que le costaron la
vida a miles de personas inocentes -¡seres humanos!- de diferentes
nacionalidades. Inmediatamente, casi sin ninguna investigación, el estado
norteamericano acusó al saudita Osama Bin Laden como único responsable y
perpretador de estas atrocidades.
Para entender este fenómeno, es necesario remontarse al 7 de diciembre de
1941. El ataque japonés a la base naval Pearl Harbor en la isla
norteamericana de Hawaii, supuso la incursión de los Estados Unidos en la
Segunda Guerra Mundial, uniendo al gobierno, demás dirigentes políticos,
personalidades de la economía y al resto de la población norteamericana en
una sola forma de pensar. Pearl Harbor fue la excusa -razonable o no, pero
excusa al fin- para enfrentarse a la Alemania nazi. No fueron los millones
de judíos, rumanos, húngaros, austriacos, rusos, franceses, ingleses (por
mencionar solo algunos) que habían sido asesinados o se hallaban en campos
de concentración nazis, sino única y exclusivamente el bombardeo japonés a
Pearl Harbor.
Una vez establecido este punto, es necesario hacer notar que la principal
potencia del mundo -entiéndase U.S.A.- es también en la actualidad la más
endeudada del mundo y por ende, la que posee una de las economías más
frágiles del planeta. Para quien dude de esta afirmación, bástese con
revisar los índices inflacionarios, la caída de la bolsa de valores
norteamericana y el aumento vertiginoso del desempleo, por solo mencionar
unos cuantos indicadores de la crisis económica que atraviesa este país.
De allí llegamos a la guerra. El mayor negocio de la actualidad. La guerra
produce dinero -¡muchísimo dinero!- sobre todo cuando se atacan naciones
ricas en petróleo, como las árabes. Dinero este, que necesita
desesperadamente el gobierno norteamericano. Pero aparte del dinero también
produce poder. Después de los atentados del 11 de septiembre se han
promulgado las leyes federales más antidemocráticas de U.S.A. en su
historia. Leyes que incluyen arrestos, incomunicación, torturas, complots y
hasta asesinatos -¡legales!- contra todas aquellas personalidades, (de
cualquier nacionalidad, incluida la norteamericana) gobiernos, compañías,
medios de comunicación, etc. con solo ser acusados de terroristas.
Y es que hay que ser razonables. ¿Quién puede creerse la versión oficial de
la Casa Blanca, la C.I.A. y el F.B.I. de que unos hombres dirigidos por Bin
Laden (quien dicho sea de paso tiene congeladas las cuentas bancarias desde
la administración Clinton, por lo cual no se le puede considerar
precisamente como "multimillonario") desde unas cuevas en Afganistán
planificaron, coordinaron y llevaron acabo un ataque terrorista de tales
dimensiones (¡secuestrando aviones comerciales con cortapapeles!) como los
ocurridos el 11 de septiembre de 2001 en U.S.A.?
Los únicos beneficiados de esos atentados fueron los miembros de la
administración Bush, quienes gracias a ellos, ahora tienen un poder de
acción casi ilimitado para hacer lo que les venga en gana política y
militarmente en el planeta. Incluso ahora poseen un presupuesto militar
muchísimo mayor (casi el 50%) que antes de esa fecha fatídica. Todo otorgado
y permitido por el Congreso y el pueblo norteamericano gracias a los
atentados. Tal y como ocurrió con Pearl Harbor y la II Guerra Mundial.
Es hora de quitarnos la máscara. Vivimos días aciagos para el mundo. George
W. Bush y sus secuaces solo son comparables al infame Adolfo Hitler y las
SS. Cierto es que el dictador alemán fue el responsable directo de unas 55
millones de muertes en el mundo, pero créanlo o no, Bush Jr. va por ese
camino. Afganistán, Irak, ¿cuál será la próxima nación devastada por los
marines norteamericanos? Para todos aquellos que quieran consultar más a
profundidad les recomiendo el libro "La Gran Impostura" del periodista
francés Thierry Meyssan, sobre el 11 de septiembre de 2001. Es un documento
histórico, contiene referencias a todas sus afirmaciones (documentos de la
Casa Blanca, declaraciones oficiales, vídeos, grabaciones, opiniones de
expertos, etc.) y descubre el inmenso complot internacional del actual
ocupante de la Casa Blanca norteamericana.
Solo puedo terminar este artículo con las célebres palabras de Bertolt
Brecht en La increíble ascensión de Arturo Ui: "Hombres, ¡no celebréis
todavía la derrota de lo que nos dominaba hasta hace poco! Aunque el mundo
se alzó y detuvo al bastardo, la perra que lo parió está otra vez en celo".
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