Demasiado


365 días, 6 horas y 9 minutos, es decir, un año, es el tiempo que le toma al planeta tierra darle la vuelta al sol, lo cual se conoce como movimiento de traslación. Las horas que quedan sueltas suman un día más, por eso cada cuatro años es de 366 y es conocido como año bisiesto. Este entonces es un año, además de todo lo que será, bisiesto. (Fuente: tarea de mi hija de 8 años e Internet) Podemos decir entonces que los propósitos de año nuevo están íntimamente relacionados con el movimiento de traslación de los planetas, y en el caso de la humanidad, y de algunos seres humanos en particular como yo, debemos darnos con una piedra en los dientes por ser terrícolas.

Fíjense bien: el movimiento de traslación de Mercurio (el que está más cerquita del sol) se prolonga por 88 días (muy corto para mi psiquis, soy incapaz de fijarme una meta cada 88 días), el de Marte 686 días, el Júpiter 11 años, el de Saturno 29 años, Urano 83, Neptuno 163 y Plutón 248 años. No quiero ni imaginarme que sería de mis metas personales, de vivir, por ejemplo, en Saturno. Una dieta cada 29 años se me pone que sería poco efectiva. Pasaría una mitad de mi vida pasando hambre y la otra comiendo como loca. No sé qué engendro saldría de allí. Eso para ejemplificar y no extenderme mucho con mis metas personales, que son muchas y las alcanzaré este año, demás está decirlo.

Pero como las metas personales también están íntimamente ligadas con la agenda del país, no puedo dejar de referirme a lo que este bisiesto año 2004, le traerá a Venezuela. Uno de los fenómenos más extraños que he podido observar es que todos los brujos, brujas, babalaos, quirománticos, prestidigitadores, adoradores y defensores de la estatua de María Lionza, charlatanes y economistas varios son de la oposición (al menos los que tiene acceso a los mass media). No hay uno que diga que nos va a ir bien. Sus predicciones son una copia de la aburrida agenda mañanera mediática diaria: vienen cambios importantes en marzo, tendremos un nuevo Presidente, la palabra transición es clave, el presidente renunciará, los trabajadores petroleros volverán a sus puestos. Una brujita hasta se atrevió a decir que el nuevo presidente sería de “piel oscura”. Pensé en Claudio y en Cova, pero cuando supe que Danny Glover nos visitaría entendí esta premonición. Tremendo pelón. Tal vez les guste porque es “americano”… Uno nunca sabe.

Lo cierto es que la ventaja de ser terrícolas es grande. No me imagino a la oposición cada movimiento de traslación de Júpiter recogiendo firmas para sacar a Chávez. “El tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos”, sería un jingle apropiado para una cuña. Tampoco me imagino el estado de sus neuronas si fuéramos jupiterianos. ¿Qué harían de tener que calarse un periodo constitucional según el movimiento de traslación de Saturno? Una revolución saturniana. Demasiado.


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Mercedes Chacín*


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