¿Por qué la oposición desea el derrumbe de los precios del Petróleo?
Esta pregunta parece tener o conducir a una respuesta simple y fácil, si
intentamos pensar como uno de los miembros de la oposición o como alguno de
los disociados de una parte de la clase media, que frenéticamente acepta
las “ingeniosas” propuestas y aspiraciones de esos líderes. Según el deseo
de la oposición; si los precios del petróleo se desploman, Chávez no
tendría mucho margen de maniobrabilidad y sería entonces más fácil,
impulsar las políticas de desabastecimiento, acaparamiento, manipulación y
mentiras.
La oposición y sus líderes piensan que contarían con unas condiciones
propias para sembrar las desesperanzas. El país tendría menos recursos y
desde su lógica; Chávez entraría en una etapa de turbulencia.
Si el Estado y el gobierno tienen menos oportunidades para continuar
confrontando la exclusión y las desigualdades sociales, no es un asunto
que a la oposición la mantenga preocupada. Su proyecto político (que no
presentan) tiene otros derroteros y propósitos.
Para el proceso; el petróleo tiene o debe tener el signo de la complejidad
y el atributo de ser un arma para combatir la desigualdad, exclusión y la
pobreza. El petróleo representa además, un factor para desarrollo de
objetivos estratégicos: Integración de América Latina, política de
solidaridad, alianzas para la multipolaridad. Mientras que para la
oposición el asunto está en frotarse las manos para ligar el desplome de
los precios, para el proceso; el petróleo es una especie de palanca o
factor estratégico que reune la condición de oportunidad y amenaza.
Chávez anunció recientemente que en los diferentes fonos (cochinito), el
país tiene más o menos 100 mil millones de dólares y sostuvo que esa
cantidad, representa un “colchón” sólido para soportar los impactos de la
crisis del Wall Street. El “colchón” debería ser un elemento del momento
crítico, que el proceso revolucionario está obligado a plantearse con la
construcción de escenarios, cuyas salidas seguramente estarán dependiendo
de la calidad de los “sujetos políticos” afines al proyecto bolivariano y
del tiempo que requiera el capitalismo para ajustarse. Este hecho: esperar
que se recupere el capitalismo, constituye en si una soberana ironía
histórica, difícil de comprender porque esta crisis nos llegó sin un
contrapoder que empuje al capitalismo por uno de los barrancos de la
historia.
Uno de los escenarios que el proceso debe mantener en el “tablero de
control”, es el siguiente: La crisis se prolonga hasta más allá del 2010
con estas manifestaciones: 1) los precios se mantienen relativamente bajos,
2) los ingresos disminuyen, 3) los planes de desestabilización y de golpe
están en curso: como siempre, 4) El gobierno no tiene las mismas
condiciones de avanzar en el proceso de solución de los problemas en salud,
educación, seguridad y de mantener los grandes proyectos de inversión que
ahora se adelantan: sistema de ferrocarril, metros, Puentes, gasductos y
otros nivel estratégicos para la revolución.
En este y otros escenarios parecidos (no olvidemos el caso Chileno) es
clave preguntarse: ¿Qué pasa con el apoyo político? ¿Cuál sería el
comportamiento de los sectores populares que se verían afectados sus
esperanzas? ¿Cómo se comportaría el Chavismo ligero? ¿Habrá capacidad de
resistencia?
Cualquier escenario que coloque al petróleo en la ruta de una disminución
de los precios, es un escenario que eventualmente puede favorecer los
planes de la oposición, porque como se anotó anteriormente, es probable que
las condiciones políticas le favorezcan. Para disminuir ese probabilidad y
no estar dependiendo de un apoyo político casi espontáneo como el del
13/04/2002, es importante (ahora) asumir el reto de fortalecer la
conciencia de los venezolanos que están apoyando el proceso.
Esta recomendación no es un lugar común. Fundamentalmente, es una tarea
pendiente, que constituye la principal arma de este proceso para todos los
escenarios y situaciones que coloquemos en tablero de control.
Por supuesto, los resultados que salgan de la confrontación electoral del
23-N, agregaran mayor o menor tensión a esos posibles escenarios. El 23-N
es una estación en el trayecto de la ruta socialista venezolana en la que
todos estamos obligados a embarcarnos, porque es una manera de disminuir
las posibles tensiones posteriores.
evaristomarcano@cantv.net