La autocrítica es una manera de evaluar los problemas e intentar darle una solución. En ese sentido, la militancia política no queda reducida únicamente a un mero activismo (colocar afiche, acompañar las marchas, ubicar los votos), sino que debe tomar un espacio y tiempo para controlar y evaluar el trabajo.
El desarrollo de la campaña electoral ha llevó a Chávez a desempeñar un papel estelar en la confrontación del 23-N, y ello tiene que tener un sentido y una explicación. Ese intenso esfuerzo debe tener sus lecturas y si en verdad estamos interesados en la defensa de la revolución y en la protección del líder fundamental de ese proceso, es como obligado, plantearse una revisión a fondo de esa participación, porque es muy probable, que se esté utilizando muy irracionalmente el tiempo y la disposición del líder.
El lunes 10/11/2008 se realizó una reunión en Miraflores que culmino el martes y de esa reunión se nos informó, que el Presidente llamó a patrulleros para verificar el desarrollo del trabajo electoral. Esta actividad para algunos fue muy simpática y sirvió para poner en evidencia, por un lado, el sentido y la profundidad del liderazgo de Chávez, pero también da pie para abrir una reflexión y preguntarnos: ¿hasta ahí tiene que llegar el trabajo de Chávez? ¿Es que Chávez es el único interesado y consciente de la confrontación del 23-N? ¿Es que Chávez no confía en el trabajo del Partido? ¿El partido está realizando eficaz y eficientemente su trabajo? ¿Es que los candidatos están seguros con el empujón de Chávez?
Sabemos que Chávez le asigna al control una función importante en el proceso de hacer y transformar. Desde su perspectiva, ese control tiene su incidencia en el logro de los objetivos, porque los resultados en última instancia son producto de los esfuerzos, de la constancia y de los controles que diariamente deben hacerse.
Por su función de líder, uno supone que Chávez debería andar en el desarrollo de las actividades estratégica en el ámbito del ejecutivo y político. El partido y los cuadros nacionales, regionales, municipales y parroquiales deberían andar en algunas estratégicas por acompañamiento al líder y en muchas actividades operativas; sin embargo, nos pareció un hecho poco casual, que el líder y responsable de las actividades estratégicas haya mandado un mensaje (regaño simulados) a los cuadros, cuando en la reunión en Miraflores del lunes 10/11/2008, decidió contactar a muchos patrulleros para ver si el trabajo estaba andando como se suponía debía andar.
Esta tarea de control electoral parece tan fácil de ejecutar con el concurso de los batallones y de las circunscripciones, que es (seguramente) un derroche de tiempo y recurso, ocupar a Chávez en una tarea que resulta muy operativa y colocada en otro nivel de trabajo.
No es este el único aspecto donde se percibe una ruptura entre lo que piensa, plantea y propone Chávez y lo que efectivamente se realiza o se considera como parte sustantiva del proyecto bolivariano. Chávez insiste (por ejemplo) en la conformación del poder popular, no como una propuesta vacía, sino como un aspecto relevante de la propuesta revolucionaria y esa idea en Chávez, toma concreción en apoyo a los concejos comunales y decisiones que conducen a una participación de las comunidades, pero de ahí para abajo; la propuesta de participación fluye muy lentamente.
En una oportunidad, Muller Rojas, Primer Vicepresidente del partido (aún no lo era) recomendó a Chávez tomarse una vacaciones. Esa era (y es) una buena recomendación que aún está pendiente, pero sería muy importante también, que el partido a todos los niveles (Nacional, Regional y Municipal) se propongan acompañar a Chávez en la implementación, ejecución, control y evaluación de sus ideas y proyectos. Esa disposición probablemente, le de a Chávez una oportunidad para tomarse una horitas de descanso y ocuparse más de los asuntos o temas estratégicos.
Si no es así, se va a creer que el “chavismo” es una ideología o una forma de aprovecharse del colorcito de Chávez. Es negrito o casi negrito y como tal debe hacerlo todo.
