Cuando faltan pocos días para las elecciones, vemos un circo de encuestas y porcentajes, en una suerte de apuestas tipo 5 y 6, para saber cual es el candidato de la contra capaz de capitalizar la mayoría de votos.
Al sector revolucionario nos importa, a vuelta de cambio, movilizar la mayor cantidad del voto militante por nuestros candidatos, aparentemente esto ultimo no se diferencia con lo planteado al inicio pero si hay una diferencia, nos motiva la militancia mas allá de los individuaos, la militancia a la paz, a la unidad nacional y a continuar con los logros de la Revolución, son entorno a estos elementos que gira nuestro voto.
Sin embargo, la oposición se centra en motivar un voto castigo en contra de la aparente ineficacia, de algunos de nuestros gobernantes locales y regionales, llevando por añadidura este elemento al gobierno nacional en la figura del comandante.
Esta aberración lógica, lleva a suponer que votar en las regionales es castigar a Chávez, es demostrar que están cerca de acabar de tajo con lo que tildan de régimen y desastre, para lo cual no importa si su candidato dio un golpe de Estado o participo en la persecución de los camaradas a todo nivel social o si es mejor o peor, lo importante es la rabia.
En este sentido vemos como mansos corderos a quienes aun participando en las elecciones o no, llaman al voto pero asomando la posibilidad de fraude antes del acto electoral. Esta aparente contradicción, va acompañada del objetivo oculto de movilizar a la reacción, por un lado, pero por el otro a generar las condiciones para una agenda tipo a lo que vimos en Nicaragua hace pocos días, es decir estimular la rabia y un voto prejuiciado y ciego, sin importar el hecho que en Venezuela en estos últimos años se le esta dando preponderancia al ejercicio soberano expresado en elecciones.
Cabe preguntar ¿el discurso político de la contra es democrático? Obviamente no, pero no por incitar solamente al golpe, o hablar de encuestas que pretenden disfrazar de consultas exhaustivas y metódicas, sino por el hecho de no creer en las instituciones y en el ejercicio de la voluntad popular expresada en el voto, no creer en esto es el equivalente a no ser demócrata.
¿Que hacemos? Movilizarnos, votar, estar alertas, no creer en triunfalismos, no comprar las mentiras mediáticas, no caer en provocaciones, no pararle a rumores, pero sobre todo, hacer valer los derechos del pueblo. Camaradas que el dilema de votar o no sea el problema existencial de la oposición, los Revolucionarios y Revolucionarias a votar.
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