Como ya dijéramos previamente en un boletín hecho público por nuestra organización el pasado 23 de enero, llegamos hasta los “firmazos” como consecuencia de las victorias populares obtenidas por los trabajadores en abril del 2002 y luego, derrotando el criminal paro-sabotaje contra nuestra industria petrolera. A la burguesía golpista y al imperialismo no les quedó otra opción que refugiarse en la solicitud de referéndum para tratar de liquidar mediante este método el proceso revolucionario. No llegaron aquí como consecuencia de sus victorias, por el contrario, después de chocar recurrentemente con la movilización de los trabajadores y el pueblo venezolano, tratan ahora de desviar la atención hacia el juego electoral.
Debemos tener claro que ahora el imperialismo y sus lacayos nacionales tratan de sacar al pueblo y a los trabajadores de su ámbito natural: la movilización y la lucha abierta contra el golpismo. Tratando de encauzar el proceso hacia lo que llamamos “contrarrevolución democrática”, intentan utilizar todos sus recursos financieros y mediáticos; su dilatada experiencia en el manejo de procesos electorales, así como el apoyo “quintacolumnista” de organismos antipopulares como el Centro Carter y la OEA, para tratar de terminar con el proceso revolucionario. Duchos en el arte de la mentira y el engaño, veteranos de las tracalerías y el fraude, pretenden hacer realidad el lema adeco de “acta mata voto”.
Es importante alertar a los trabajadores que, si bien mantenemos la iniciativa política, y que además, no llegamos hasta esta situación como consecuencia de derrotas o de la imposición del golpismo y del imperialismo, entramos en una etapa contradictoria y altamente peligrosa. La lucha se traslada ahora al terreno leguleyo de la burguesía, sus funcionarios e intelectuales, enquistados como un cáncer en todas las instituciones del Estado, particularmente en el CNE. De allí que no debamos distraernos en diatribas electoreras o técnicas, la decisión del ente electoral sigue siendo política, y no simplemente jurídica. Los trabajadores y el pueblo, que derrotamos una y otra vez a los fascistas y al imperialismo mediante la movilización, debemos seguir movilizados en la calle, organizándonos para rechazar el megafraude que intentan imponer. Para ellos el revocatorio no es otra cosa que la continuación del golpe iniciado en abril del 2002 mediante otros medios.
Para el imperialismo y sus representantes nacionales, la posibilidad de activar el referéndum revocatorio y los procesos electorales previstos para el presente año, son una batalla más en sus intenciones de derrocar a Chávez y frenar el proceso revolucionario que vive el país. Esta es la nueva táctica contrarrevolucionaria de la administración Bush y de los serviles de la Coordinadora Democrática. Para ello utilizan todos sus recursos, presiones y sutilezas. Diferentes funcionarios del imperialismo emiten declaraciones presionando al gobierno y al CNE entrometiéndose descaradamente en los asuntos internos del país. Mientras que vendepatrias de la peor calaña, capaces de vender el alma de sus madres al diablo con tal de que se vaya Chávez, corren sumisos ante la OEA a pedirle que César Gaviria, secretario general del “ministerio de colonias” gringo, venga pronto a meterse en lo que no le importa.
La presencia intimidante de Jimmy Carter en el país es parte de esa presión que hoy ejerce el imperialismo. Cual procónsul, vino a exigir que se le permitiera al Centro que dirige, su presencia en todas las instancias del proceso de verificación de firmas y planillas, es decir, en el Comité Técnico Superior y en las áreas de Control de Calidad. Otro tanto hizo la OEA a través de un comunicado mediante el cual intentaba chantajear al CNE, amenazando con retirarse del proceso de verificación de firmas si el directorio de dicho organismo no aprobaba su presencia en todas las instancias de control de calidad y control técnico. De lo que se trata entonces es de profundizar la intromisión de estos organismos, para nada imparciales ni ingenuos, en toda la estructura del CNE.
Pero al expresidente yanqui, conocido por su frustrada invasión militar contra la revolución iraní, no le bastó con esto, sino que además tuvo el tupé de asumir el papel de vocero del CNE ante la prensa nacional, declarando antes de que este organismo lo hiciera, que el proceso de revisión de las firmas no concluiría el 13 de febrero como estaba previsto, sino probablemente en marzo, una prueba más de la injerencia de estos organismos en los asuntos internos del país.
Existe un lugar común entre algunos sectores según el cual no se puede profundizar la revolución porque el imperialismo nos invadiría. En realidad, la invasión se da de distintas formas y en diferentes intensidades. La intervención norteamericana contra el proceso revolucionario en Venezuela comenzó hace bastante tiempo. Ya en abril del 2002 se pudo comprobar la intromisión descarada del imperialismo, situación que ha continuado y que con frecuencia se pone de manifiesto en las insolentes declaraciones de los funcionarios del gobierno de Estados Unidos contra nuestro país. Sin embargo, esa intervención hoy se manifiesta a través de la presión de organismos como la OEA y el Centro Carter para lograr mediante triquiñuelas la activación del referéndum revocatorio. Estos son una avanzada del imperialismo dentro de nuestro país.
¿Pero por qué si los derrotamos una y otra vez en el pasado reciente debemos aceptar ir a un eventual proceso referendario con estos golpistas? ¿Por qué si cometieron toda clase de delitos se les confiere el derecho de recoger firmas para convocar a un referéndum contra Chávez? ¿Por qué no están presos en lugar de estar llamando a un referéndum?
No sólo llegamos hasta la recolección de firmas gracias a los triunfos consecutivos contra el golpismo. Además de que al imperialismo y al golpismo no les quedó otro remedio después de haber sido derrotados por la movilización popular, también es cierto que este camino fue posibilitado por las negociaciones iniciadas con el gobierno después del sabotaje petrolero, así como por el acuerdo firmado el 23 de mayo del pasado año con la Coordinadora Democrática en la Mesa de Negociación y Acuerdos, cuyos garantes fueron el PNUD, la OEA y el Centro Carter, los mismos que hoy sirven de correa de transmisión del imperialismo en el seno del CNE. Cuando los teníamos contra las cuerdas y al borde del KO, en lugar de desarticularlos política y económicamente, el gobierno prefirió darles un respiro y abrir un proceso de negociaciones, ratificando de esta manera, la impunidad entronizada previamente por el TSJ al no abrirle juicio a los golpistas del 11 de abril.
Gracias a estos acuerdos se sentaron las bases legales para permitir la presencia de la OEA y el Centro Carter en el proceso, supuestamente de “observación” pero en realidad de intromisión. Precisamente por el aval que le confieren los acuerdos firmados entre el gobierno y el golpismo, y con el antecedente de su participación en las mesas de negociación, es que el CNE les otorga el poder de participar en toda la estructura del organismo.
Prof. Miguel Angel Hernández.
Coordinador de Extensión de la Escuela de Sociología de la UCV y miembro de la dirección nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)
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