Gracias Chávez, por los favores recibidos, ¡… y por los que esperamos!

Qué clase de dictador ha resultado Hugo Chávez, que en menos de 10 años ha propiciado 14 consultas electorales, mientras que el los 40 años de la Cuarta República sólo se hicieron 12; qué dictador en todo el mundo se ha echado al hombro unas elecciones regionales y ha obtenido resultados tan significativos y qué dictador se atreve a garantizar la extrema pulcritud que ha demostrado el Consejo Nacional Electoral (CNE).  

Si nuestro presidente Chávez no se hubiera involucrado en la campaña electoral, tal como lo hizo, los resultados hubieran sido, sin duda alguna mucho más dramáticos, para usar una expresión anodina, insustancial. Gracias a su labor infatigable, a su tesón, a su energía, hemos podido lograr unos resultados bastante satisfactorios, aunque mediatizados con la pérdida de ciertas regiones que con el correr del tiempo nos dirán la importancia que han tenido. 

No vamos a intentar un análisis de estos resultados, porque hasta las cifras de los comicios están incompletas, pero es necesario destacar que en muchos de los eventos en los que el Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) no salió favorecido con las preferencias del electorado, sin duda alguna están motivados por la gestión de los gobernantes que le dieron la espalda a su electorado. Ojalá que los desaciertos en que incurrieron hubieran sido meros errores, porque al fin estos se pueden enmendar, pero se trata de atropellos, desidia, insensibilidad social y en la mayoría de los casos lo fueron por hechos de corrupción que no se castigaron a tiempo. 

Si el ejemplo que dimos al electorado de Yaracuy y de Venezuela, mandando a la cárcel a un gobernador corrupto como Carlos Jiménez, se hubiera repetido en Guárico, Sucre, Aragua y Carabobo (y otros más que tengo “in pectore”), estoy seguro que otros hubieran sido los resultados. Pero esperamos hasta el final y allí estamos cosechando los frutos de una mala gestión. Gracias a que Willian Lara resultó un buen candidato y a que tenía una trayectoria no maculada por hechos de corrupción, pudimos remontar esa cuesta y hoy lo tenemos como Gobernador electo del Estado Guárico, rescatando esa gobernación de manos de un traidor y ladrón, como lo es Eduardo Manuitt. En Trujillo, pese al triunfo de Hugo Cabezas, arrastramos la pésima gestión de otro personajillo como Gilmer Viloria, a quien nos lo tuvimos que calar durante 8 años. ¡Vaya resistencia la del pueblo trujillano!  

En Sucre funcionó la estrategia y al cansancio de la población de ese Estado con el mal gobierno de Ramón Martínez, personaje carismático, pero que resultó también ser un depredador impune del patrimonio público. Lo apoyamos por muchos años y hasta último momento esa gobernación estuvo en serio peligro.  

En Caracas, hay que repensar muy bien lo que vamos a hacer. Todos saben lo que pasó y las causas de esta derrota. Da dolor contemplar a esta ciudad desbordada por la basura. Freddy Bernal no pudo en 8 años organizar un sistema de recolección de desechos que funcionara, y su desfachatez llegó al colmo de aspirar a ser gobernador del Estado Vargas, que gracias a García Carneiro podemos contar a esa región entre nosotros. Afortunadamente no tuvo éxito la “ayuda” de Antonio Rodríguez San Juan, quien debe ser investigado seriamente, porque todo el pueblo varguense sabe de sus cuantiosas inversiones en las Islas Canarias. Este gobernador corrupto llegó a los extremos de apoyar públicamente la candidatura a la gobernación de Rosario Parmiggiani, quien junto a su difunto padre es su socia en los negocios, en detrimento de la candidatura de García Carneiro. ¡Gracias a Chávez y al noble pueblo de Vargas, no pudo! 

Mario Silva fue un buen candidato revolucionario, pero la macolla del PSUV en Carabobo no lo apoyó, como en otras ocasiones también así lo hizo con Manuel Vadell. Pero el peso muerto que significó la gestión de gobierno del general Acosta Carlés se reflejó en la votación final y la diferencia está a la vista. Si no hubiera sido por Chávez, la debacle hubiera sido de mayores magnitudes. 

Mención especial hay que hacer a la “labor” de Juan Barreto. Caracas nunca supo que existía, y esa ausencia la cubrió la oposición con el peor de los candidatos, no sólo para nosotros sino para ellos mismos. Antes de que el presidente Chávez decida enviarlo para la Isla Borracha, donde seguramente estaría muy a gusto por sus exageradas y nunca bien ponderadas tendencias etílicas, ¡debería mandarlo por una larga temporada a la quinta paila del infierno! 

Pero tenemos el futuro por delante. Como dicen por ahí, nada es más poderoso que una idea a la que le ha llegado la hora. Tenemos un líder, tenemos un programa, tenemos un corazón grande lleno de ilusiones, tenemos un pueblo que espera por el socialismo. Sólo queremos que nos aparten de ese camino a los flojos, a los traidores, a los hipócritas y a los ladrones de oficio enquistados en ministerios y empresas del Estado.  

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Omar Montilla


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