No nos cansaremos de insistir en el peligro que significa la trampa leguleya y democratera de los "firmazos" y las elecciones. Es verdad también que no llegamos hasta ella como consecuencia de imposiciones o de derrotas, por el contrario, al imperialismo gringo y a los golpistas de la Coordinadora Democrática no les quedó otra opción que tomarle la palabra a Chávez y meterse en el camino constitucional de los referéndums, después de haber sido derrotados una y otra vez, por las masas movilizadas. Sin embargo, este es un terreno sinuoso, en el cual la burguesía y el imperialismo se mueven como pez en el agua. No es el terreno de los trabajadores y el pueblo, no es el terreno de la lucha y la movilización, más bien, es el ámbito de la corrupción y la tracalería; de las argucias jurídicas; de las relaciones con el imperialismo; del maletín repleto de billetes y la compra de conciencias. Un ejemplo de lo que afirmamos es el reciente "affaire" del email a Ezequiel Zamora, rector del CNE.
Como denunciara el diputado emeverrista William Lara, Ezequiel Zamora recibió un emilio firmado por Alfredo Weill, abogado, asesor del fascista gobernador de Miranda y connotado "dirigente" de la Coordinadora Democrática, Enrique Mendoza. El contenido de dicho email fue hecho público, casi textualmente, como declaración del CNE por los rectores antichavistas Sobella Mejías y Ezequiel Zamora. En dichas declaraciones, los rectores antes mencionados, hacían pública la decisión de activar el Comité Técnico Superior, encargado de verificar las 97.500 planillas de firmas recogidas por la oposición golpista, las cuales presentan irregularidades, y se atribuían la responsabilidad en lograr la conformación paritaria de dicho comité integrado por 40 abogados, mitad ligados al gobierno y la otra mitad a la oposición. Por otra parte, en el email recibido por Zamora se hacían "sugerencias" para que los rectores relacionados con la Coordinadora Democrática hicieran declaraciones que beneficiaran a ésta, tal como la que ellos mismos hicieran.
En los días subsiguientes el entuerto ha ido progresivamente cobrando forma ante los ojos de la opinión pública. Por boca del propio Francisco Carrasquero, presidente del CNE, la declaración leída por Mejías y Zamora no había sido consultada ni autorizada por el directorio del organismo electoral. Carrasquero denunció, además, "la filtración de información y las órdenes que reciben algunos rectores para ofrecer declaraciones que sólo responden a intereses políticos y partidistas". Conocido el texto del email presentado por William Lara, quedaba claro que Carrasquero se estaba refiriendo a los dos rectores ligados al golpismo, arriba nombrados. Luego, el mismo Ezequiel Zamora reconoció tácitamente que el tal Alfredo Weill era su "asesor". Cabría preguntarle a Zamora con qué paga asesores golpistas: ¿con dinero del CNE o con lo que le paga la Coordinadora Democrática? -este personaje "cuartarepublicano" ha afirmado en el seno del CNE, que ganaba 20 millones de bolívares en su bufete, y ahora sólo devenga 7 millones como rector, sería interesante saber quien se encarga de la diferencia-. Es decir, asesor de la Coodinadora y de uno de los miembros del CNE, nada más y nada menos que del vicepresidente del organismo. Posteriormente, Zamora dio unas bravuconas y tergiversadas declaraciones contra opiniones emitidas por los ministros Diosdado Cabello y Jesse Chacón, incluso amenazó con crear una crisis institucional en el CNE.
Este caso pone en evidencia dos cuestiones importantes, por una parte, el carácter y la naturaleza del juego electoral en el que los trabajadores y el pueblo nos hemos metido, y por otra, la desesperación de los golpistas ante las dificultades para consumar el fraude.
Con respecto al primer aspecto, debe estar meridianamente claro para el pueblo que el ámbito de los referéndums no es meramente técnico, ni siquiera determinado por los fríos números. La decisión que tome el CNE será eminentemente política, más en una situación de polarización social como la que vive el país. Y en esa decisión, la participación o injerencia popular es mínima. Es decir que, después de habernos movilizado tenazmente el 11 de abril contra el golpe fascista y de haber enfrentado el paro-sabotaje petrolero, corremos el peligro de que un reducido número de personas decidan el destino del proceso revolucionario, porque efectivamente, si se convoca o no a un referéndum revocatorio contra Chávez, lo que estaría en juego sería precisamente eso.
Con el escándalo de Zamora se pone en el tapete la forma en que se desarrollan las cosas al interior del CNE. Si a eso le agregamos, tal como el propio presidente del ente comicial afirmó, que el 80% de los empleados del CNE son de la oposición, y además de eso, el organismo ahora está penetrado en todas sus instancias técnicas y de control de calidad por representantes del Centro Carter y de la OEA, los cuales juegan un papel de punta de lanza del imperialismo al interior del mismo. Es evidente que allí entran a jugar un papel fundamental una serie de medios y recursos que están al margen de la lucha callejera y de la movilización de los trabajadores y el pueblo. Por el contrario, empieza a prevalecer la habilidad de la Coordinadora Democrática y los partidos que la integran para utilizar a los funcionarios que tienen dentro del CNE para sabotear, desaparecer o enmendar planillas, y cualquier otra trampilla. Entonces es el momento y el espacio de la corruptela, de la compra de conciencias. Se pone a prueba la integridad moral de las personas cuando se le arrima un maletín repleto de billetes, y si son de los "verdes" la presión resulta más fuerte. La cuestión ya no es meramente política o ideológica, pasa a un nivel de más difícil control: el individual. Un funcionario, un rector del organismo, tendrá que optar entre su posición política frente a la situación del país y sus intereses, ambiciones o necesidades personales. Es así como la lucha de clases se combina con el plano de las personalidades y la moral individual.
Estamos entonces en un laberinto complejo en el cual se utilizan recursos diversos: la cibernética, la computación, la habilidad administrativa lograda a través de décadas de control del poder, el conocimiento de todos los resquicios legales y técnicos que da el tener años dentro del organismo, la tracalería de poca monta, la utilización adecuada de los medios de comunicación social, las relaciones internacionales, el papel de quintacolumna de la OEA y el Centro Carter, el manejo de ingentes recursos económicos que se obtienen, como lo acaba de revelar una denuncia hecha pública en esta misma página, a través de agencias y fundaciones del imperialismo. Todos estos elementos se combinan con las ambiciones personales, de figuración y protagonismo, de ascenso económico, de poder. Creándose así una maraña que favorece el fraude y que está muy lejos de la influencia de las masas. Definitivamente, este territorio del conciliábulo y de los arreglos a trastienda, no es el del pueblo sencillo y luchador que restituyó a Chávez en el poder y rescató las libertades democráticas y a nuestra empresa petrolera. En cambio, es el de la corrupta burguesía y sus partidos que a lo largo de décadas no hicieron otra cosa que trampa y fraude, con el apoyo benevolente del imperialismo gringo.
Los trabajadores y el pueblo no podemos seguir impávidos observando el drama del megafraude en progreso. No podemos seguir confiando ciegamente en el CNE, debemos continuar la movilización y confiar en nuestras propias fuerzas. Debemos sacar la decisión sobre el referéndum del cuarto cerrado en el que hoy se dirime. Es urgente sacar el debate y la lucha a las calles. Debemos organizarnos para continuar la movilización contra el fraude y la impunidad de los golpistas.
Prof. Miguel Angel Hernández Arvelo
Coordinador de Extensión de la Escuela de Sociología de la UCV
Miembro de la dirección nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)