Que fácil es murmurar, ufanarse de ser un pitoniso político asertivo para dar rienda suelta a toda la mezcolanza de instintos y rencores, barnizados de consejos y sabiduría. Es remota la intención de doctos profetas por aportar ideas constructivas, pero sí de pretender dar luces sobre el rumbo que, sin sus indicaciones, nos llevaría por un despeñadero y del cual, candorosamente, nos advierten sin el menor atisbo de vergüenza, desde atalayas contrarrevolucionarias. Estos caprichosos funámbulos, intentan darnos nociones de reflexión, con arengas moralizantes y escarmentadoras, que ni por asomo aplican a sus actos de deslealtad, aridez ideológica y levedad ética. La paja en el ojo ajeno.
En este momento, las murmuraciones congestionan el espacio político nacional y solo podrán conseguir terreno fértil en la indisciplina, en la debilidad doctrinaria y en la vacilación. Se transmite en los medios sin demora la matriz de opinión sobre triunfos y fracasos, ganancias y pérdidas, euforia y desaliento, con los cuales intentan etiquetar los resultados electorales, obviando que fueron expresión popular, la cual debe ser analizada con objetividad y sabiduría para diagnosticar con certeza las estrategias ante el nuevo mapa político de Venezuela.
Estos resultados no significan una derrota para el proceso revolucionario, pues los números son contundentes. Al momento de esta reflexión necesaria, aún faltan por conocerse resultados en muchos municipios, pero la tendencia indica que allí estamos muy bien. Hay estados como Yaracuy y Sucre donde además de la Gobernación, ganamos todas las alcaldías y hay muchos más donde tenemos la mayoría. Esa es una señal inequívoca de que los liderazgos locales se afianzan en la senda de cambios y que el poder comunitario representa la semilla ideológica, cuyo cultivo promete el avance seguro hacia el Socialismo. Son los hechos, pues, los que señalan el rumbo.
En esos crisoles populares es donde debe fundirse la doctrina revolucionaria. En esos espacios es donde deben gestarse y nacer las nuevas ideas que vigoricen el proceso. Cada circunscripción debe constituirse en si misma en un foro de debates para promover una indispensable nueva generación de líderes comunitarios.
Convengo en que es tiempo de reflexión, si, pero de reflexión para administrar una victoria categórica que hemos logrado sobre la acechanza neoliberal golpista, que permanece restringida en sus cotos tradicionales, rodeada por un Pueblo consciente de su compromiso revolucionario.
Estaremos atentos a sus maniobras desestabilizadoras, pues sería ingenuo pensar que desistirán en torcer el rumbo democrático, al escuchar sus “discursos” de procónsul luego de conocer los resultados electorales.
Mientras las murmuraciones van y vienen, el PSUV debe estar activo, discutiendo, trazando estrategias ante un escenario victorioso contundente, hilvanando sinergias con las bases y desde las bases, para consolidar sin preámbulos el poder comunitario, el poder popular.