La telenovela en Venezuela comenzó prácticamente con el inicio de la
televisión. Sin embargo, es en los años 60 cuando se desarrolla. La
televisión ha tenido su curso con la telenovela encima, pero el devenir
politiquero de estos últimos 46 años en este país, hace que la práctica
política se parezca a una telenovela. Ya lo dijo el genial Charles Chaplin:
«Vista de lejos la vida parece una tragedia, pero de cerca parece una
comedia».
Mas no fueron comedia los asesinatos con que el gobierno de Rómulo
Betancourt llevó a la práctica su dictamen: «Disparen primero y averiguen
después». Tampoco lo fueron las torturas y desapariciones políticas que hubo
durante el gobierno de Raúl Leoni. Ni los estudiantes asesinados
semanalmente durante el gobierno de Caldera. Ni la enorme corrupción que
acompañó al primer gobierno de Carlos Andrés Pérez ni mucho menos el
genocidio del 27 de febrero del año 89. Tampoco fue comedia la horrenda
Masacre de Cantaura perpetrada durante el gobierno del comedor de chocolates
Luis Herrera Campins. Y aunque nos parecía un comediante etílico, nunca
fueron telenovela las acciones represivas del gobierno de Jaime Lusinchi en
donde destacan las abominables masacres de Yumare y El Amparo.
Lamentablemente, a todo este prontuario muy real que no es ni la cuarta
parte de lo que sucedió, los adecopeyanos pretendieron pintarlo de
telenovela y darle la truculencia necesaria para que pareciera ficción y por
supuesto, cayera en el olvido.
Hoy los adecopeyanos, desde el lejano rincón histórico adonde los ha mandado
una buena mayoría de gente en Venezuela, pretenden continuar su intención de
volver la realidad socio política como una telenovela. Ya lo hicieron con el
etílico general Soto, luego con el TELETON de Altamira que generó el llamado
PARO de diciembre 1992 y ahora con el drama de Edgar y Sobella.
Ahora bien, si algo tienen las telenovelas es que la gente puede mirarlas,
sentirlas, emocionarse y hay hasta quien llora por ellas todavía, pero nadie
cree su argumento. Me pregunto ¿Habrá en el país alguien que crea en esta
telenovela, en esta ficción de folletín barato? ¿Quién puede creer en los
moretones oculares de Edgar Zambrano? ¿Habrá alguien quien crea en ese
cabello desaliñado de Sobella Mejías, en su sustico de melodrama mexicano,
en su lacrimeo de diva de pantalla chica?
Seguramente alguien quisiera creerles. Este pueblo quisiera creerles. Este
pueblo excluido que ha recibido durante todos estos años la más brutal
represión de los cuerpos policiales y militares quisiera creerles, pero no
puede. Han sido tantas las telenovelas sociopolíticas que los adecopeyanos
han montado en tan corto tiempo (los últimos 6 años) para engañar a la gente
(de cualquier tendencia) y ponerse como las víctimas sin serlo, que ya nadie
y ya jamás creerá (si algún día les creímos en realidad). Después que
montaron a De Gouveia en aquel video y luego lo llevaron a masacrar gente en
Plaza Altamnira ¿Quién les cree?
Recomendamos a Sobella Mejías que pida contrato como actriz a su pana
Cisneros, ya que la vemos como segura sustituta de Lila Morillo. La vocera
principal del CNE copia al calco de la Morillo hasta su jipeo gorgoreante. Y
a Edgar Zambrano le auguramos un éxito rotundo en la versión N' 5 de IL
PADRINO. Ese hablar de "guapo y apoyao" que afreció como respuesta al
General a quien pretenden involucrar es sólo digno se Sam Giancanna.
De verdaita, verdaita. ¿Alguien quisiera creerles?