Muchos Bolivarianos de buena fe están convencidos de que la reciente devaluación del bolívar es positiva para el país y señalan inclusive que la misma sólo afecta a los sectores pudientes de la población, que tendrán que pagar más caro su whisky o su crucero por el Caribe. Sostienen a pies juntillas que de ninguna manera la devaluación afectará a los pobres porque éstos no necesitan dólares y además los precios de los productos de la cesta básica están regulados, amén de existir la alternativa para el pueblo de adquirirlos a muy bajo precio en los llamados Mercal. Por supuesto que yo no comparto esa creencia un tanto ingenua, e insisto en que las devaluaciones a quienes más afectan es mayormente a los humildes, que constituyen precisamente, el sostén político principal de este gobierno revolucionario. ¿Qué en qué me baso para afirmar lo anterior? En una verdad de Perogrullo: que prácticamente no existe ningún producto o servicio que consumamos o utilicemos los venezolanos que no contenga por lo menos un componente importado, componentes que se pagan en dólares y que inciden inevitablemente en el aumento de todos, absolutamente todos esos productos y servicios. Mientras tanto los sectores pudientes siguen disfrutando de su caviar o de su queso holandés importado, porque al fin y al cabo ellos tienen sus dólares y sus empresas. Entonces, para compensar el aumento de precios, simplemente ajustan hacia arriba los precios de sus productos, mercancías y servicios. ¿Y quién termina pagando esos precios (o pasando más hambre, si no puede adquirirlos)? Pues el mismo de siempre: Juan Bimba.
Para muestra basta un botón. En Últimas Noticias de fecha 22/02/2004, aparece bajo el título: “Nuevos precios rayan al Mercal” una reseña que da cuenta de la desagradable sorpresa que sufrieron las amas de casa de Charallave que hacían cola para adquirir los productos Casa, en los diferentes centros Mercal, cuando un vocero del establecimiento les alertó sobre el incremento de los precios de algunos productos. Dice la nota periodística: “Omaira García, asidua visitante del Mercal, dijo que los aumentos no fueron anunciados con anticipación y que eso es una falta de respeto con los consumidores. “Mientras estábamos en la cola nos pasaron un papelito con los nuevos precios. La leche aumentó de 4700 a 5000 y la margarina de 1200 a 1650. Hay quienes venían con el dinero exacto y se fueron”, explicó. García indicó además que la pasta larga aumentó de 1100 bolívares a 1400, las caraotas subieron 100 simones y el kilo de pollo 300 bolívares. Otra señora que salía del Mercal de Nueva Cúa afirmó con frustración: “no veo la necesidad de hacer una cola tan larga, estar en medio de este sol y luego de casi dos horas no ahorrar nada. El aceite de soya aumentó 1000 bolívares y la harina de maíz está igual que en los mercados”, refunfuñó.
Llama la atención que en varios de esos rubros los aumentos excedieron con creces el porcentaje en que fue devaluado el bolívar (20%). En efecto, en el caso de la margarina y la pasta los aumentos alcanzaron el 37,5% y el 27,3%, respectivamente. O sea que además de la inflación hay también especulación en los Mercal. Yo no entiendo entonces cómo el Ministro Giordani puede afirmar que se devaluó en un 20% para reducir la inflación que se vaticina en un 26% para este año. ¿En qué país del mundo se devalúa la moneda para disminuir la inflación? ¿Es lógica esa estrategia? ¿O será que yo soy bruto?
Ahora, yo me pregunto: Si estos escandalosos aumentos están ocurriendo con una de las joyas de este proceso como son los Mercal, que era el refugio de los pobres, cómo será la cosa en los abastos y supermercados? Claro está que el Presidente aumentará el salario mínimo el 1° de mayo venidero en un 10 o 20%, pero, ¿Compensará ese aumento la galopante inflación y la especulación que ya nos está cayendo encima como consecuencia indiscutible de esa devaluación absurda e injustificada? Y me sigo preguntando, ¿No era más lógico no devaluar, tomando en cuenta los favorables índices macroeconómicos y las expectativas de crecimiento de que gozaba el país a comienzos de año? ¿Por qué se aprobó un presupuesto con un precio estimado de 18,5 dólares para el barril de petróleo para este año, cuando se sabía que todo el año 2003 el precio se mantuvo por encima de los 23,5 dólares? ¿No se estaba creando un déficit ficticio en ese presupuesto para justificar la devaluación?
Al igual que en los crímenes, un buen detective debe siempre preguntarse a quién beneficia, en el caso de este crimen de la devaluación, yo me pregunto ¿A quién beneficia? Y la única respuesta que encuentro es: A los enemigos de este proceso de redención de nuestro pueblo. Y de dónde salió esa decisión de devaluar? Pues del gabinete económico y del BCV. ¿En dónde está entonces el enemigo más letal de este proceso entonces?
Eudes Vera
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