En estos últimos días flota en el ambiente un gran sentimiento de frustración. La inmensa mayoría del pueblo venezolano que apoya la gestión presidencial observa cómo, con la frecuencia que se les antoja, grupos de desadaptados amparándose en un falso concepto de que “democracia es hacer lo que a cada uno le venga en gana sin que por ello pueda ser castigado” irrespetan el derecho de los demás ante la mirada permisiva de las autoridades que parecen estar allí para preservarles su derecho a manifestar por lo que quieran y de la forma que quieran, olvidándose del derecho de las mayorías que se ve afectado por estos desafueros permitidos en los cuales, paradójicamente, una de las consignas principales es la falta de libertad.
Esos que a diario vivimos y sufrimos los desmanes de esos grupos minoritarios, son los mismos que luego oímos hablar al Presidente en sus intervenciones recordarnos, con frecuencia, las sanciones a que se exponen los transgresores de la ley, trayendo un rayo de esperanza entre las tinieblas que rodean a los organismos de aplicar ya no “todo el rigor de la ley”, sino pura y simplemente la ley sin ningún tipo de calificativo ni adorno, ya que seguimos sin que se vea por ninguna parte la aplicación de alguna medida tendiente a poner coto a esa situación de zozobra que nos mantiene en estado de indefensión. Se cometen los delitos, se investigan “hasta sus últimas consecuencias”, se habla de ellos durante algún tiempo (generalmente en períodos pre electorales), se entregan las supuestas pruebas a los órganos jurisdiccionales y luego viene el manto de silencio que encubre a los supuestos implicados hasta que ya el caso queda en el olvido, mientras los culpables (tanto los que deben sentenciar como los que deben ser sentenciados) permanecen libres como el viento, unos prevaricando o denegando justicia y los otros incurriendo en sus prácticas delictivas habituales.
Un proverbio latino dice: Res non verba, que en lenguaje vernáculo quiere decir algo así como: Res que se va no vuelve, y eso es lo que puede ocurrir con quienes siguen al líder si siguen viendo que la impunidad campea sin que se haga nada, sin que se siga sin ver por parte de quienes le rodean y tienen la competencia las acciones correctivas que deberían tomar y, en cambio, parecen no tener el menor interés en resolver estas situaciones, ni siquiera una de ellas. Basta observar lo que ocurre en una de estas guarimbas que día a día van cobrando nuevamente fuerzas: una reportera de un medio alternativo le pregunta a uno de los agentes que está cuidando que a los estudiantes guarimberos que mantienen cerrada UNA AUTOPISTA en una hora pico no les pase nada, que si no se dan cuenta del daño que se les está infringiendo a los usuarios de dicha vía, a lo cual el agente le responde que se lo pregunte a los estudiantes y al preguntárselo a estos la respuesta estudiantil es que ellos tienen derecho a protestar libremente y que si se presenta algún caso de emergencia entre los usuarios (un niño enfermo, una parturienta o cualquier otra necesidad urgente de los usuarios) para eso están las autoridades para resolverlos. ¡Vaya mentecatos! Descerebrados.
Si se sigue permitiendo impunemente la realización de estas actividades atentatorias contra la colectividad (y ya hasta contra la naturaleza, como el intento de quema del Ávila) no me cabe la menor duda de que más temprano que tarde tendremos otra manifestación hacia Miraflores, dirigida a control remoto por sus cabecillas, lacayos del imperio, y entonces….¿Que pasará?
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