¡Qué solos se quedan los muertos!

La tarde y noche del viernes 20 Venezuela se mantuvo en ascuas ante el desafío que los gobernadores de la ¡y que oposición! le hicieron al Presidente Chávez calificándolo con toda clase de epítetos so pretexto de defender un presunto delincuente común que se aprovechó de los dineros del pueblo del Estado Zulia, pero en realidad para defender las entradas que les proporcionaban los puertos y aeropuertos nacionales a su cargo. A tal efecto estos gobernadores armaron un tremendo alboroto que parecía preludiar el parto de los montes (no de Oca, aunque se colearon unas) y lograron reunir una “impresionante” multitud que casi llegó a copar raleada tres de las más pequeñas cuadras de la ciudad (Gastón Guisández dixit), la cual se concentró más en la tarima de los gobernadores y aláteres y de los esbirros que los custodiaban formando círculos alrededor de dicha tribuna. Los gobernadores se desgañitaban ofendiendo al Presidente y defendiendo al filósofo quien cuando le tocó su turno, aparte de retar al Presidente a solas con él, sin más testigo, sin agarrarse de los pantalones de los militares y advirtiéndole que se estaba anotando en una rifa para una insurrección popular. Entre el vocerío reinante destacaba a todo volumen un segmento de la grabación de Lila Morillo que dice “con lo mío, mío, mío, no te metas” mientras uno de los gobernadores elevaba las manos al cielo, como las bailarinas de flamenco, mostrando la labor de la manicurista en sus laqueadas uñas y otro giraba alrededor, volando bajo, y dejando oír su voz de CUAC en CUAC. Entre tanto el Presidente en su Despacho seguía trabajando…….. e interiormente se reía.

Cuando los gobernadores consideraron haber alebrestado a la “multitud” y defendido lo suficiente al gobernador del Zulia (el real, no la marioneta) picaron los cabos y dejaron a éste solo con su tropel y entonces el gobernador de división -por aquello de dividir- llamó a su ordenanza y le dijo: Mirá Pablo, te me levantás tempranito y te llevás la gente para el puerto y para el aeropuerto a defenderlos contra el invasor hasta el último hombre. Y entregándole un sobre sellado le dijo yo me voy a descansar y aquí te dejo este sobre para que lo abras si me matan y me muero, porque allí están mis deseos “por turnos”, tras lo cual se marchó dejando a Pablo como capilla sin santo, quien notó que el sobre estaba abierto y sacando el papel que contenía leyó. Pablo, decile al mayordomo de la hacienda aquella que me deposite los cobres en el “Bank of de América”, ante lo cual el ordenanza se dijo: “Basié…go el gallo pa´ la pelea” y se marchó a dormir, pero poco después de medianoche lo llamaron de Maicao avisándole que el gobernador estaba por allá bailando cumbia.

El sábado en la mañana muy temprano los funcionarios interventores se hicieron presentes en el puerto y el aeropuerto, siendo recibidos con exclamaciones de júbilo por todos cuantos allí estaban y los que llegaban, produciéndose la transferencia dentro de la mayor normalidad y como a las nueve de la mañana Pablo recibió una llamada de su jefe preguntándole como estaba la situación y éste le contestó: “Mirá Manuel, quiero mi oficina desocupada el lunes a primera hora” y le colgó, ante lo cual Manuel reflexionó filosóficamente: “Cuanta razón tenía aquel veguero Gustavo Adolfo, que escribía rimas, cuando dijo <>.

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Ño Leandro


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