Agua: Ese líquido que nos da vida

Compartir la experiencia de trabajar con agua potable puede transformar la visión del mundo de cualquier ser humano, incluyendo la educativa.

A nosotros nos enseñaron que Venezuela tenía más de 1.500 ríos navegables, y cerca de 3.000 kilómetros de costas marinas. Nunca nos dijeron que se trataba del más precioso de los recursos, y en el subconsciente de la infancia quedó que teníamos mucha, pero mucho agua. Además, nos dijeron, la Tierra está compuesta por ¾ partes de agua. Ergo: podemos botarla. Qué caro estamos pagando esa cultura del derroche en todo el mundo.

Cuando se lee que más de mil millones de personas no disponen de agua potable y que más de dos mil millones de personas no poseen saneamientos garantizados, a cualquiera debería darle escalofrío. Y mucho más cuando se sabe que cada ocho segundos, para bochorno de todos, muere un niño por beber agua contaminada.

Numerosos países enfrentan severas crisis de agua, en sus fuentes y en sus almacenamientos. Siendo un recurso limitado, van creciendo los conflictos y las componendas para hacerse del líquido. La depredadora política que ha imperado en el mundo ha generado fuertes cambios climáticos debido a la pérdida de millones de hectáreas de bosques. A esto se debe sumar la contaminación industrial de las aguas, la pérdida de la misma por deficientes canalizaciones y “exquisitos y abundantes” sistemas de riego y los miles de incendios forestales (generados por causas diversas) que parecen dar al traste con el equilibrio del mundo.

Hay un desprecio olímpico por el manejo del agua residual.

“Los agricultores de todo el mundo gastan fuertes sumas en abonos químicos para aportar a sus cultivos el nitrógeno, fosfato y potasio que las aguas residuales de las viviendas contienen en grandes cantidades. Utilizando dos veces el agua de la red de suministro municipal ?una para el consumo doméstico y otra para el riego? las sustancias contaminantes en potencia se convierten en valiosos abonos, protegiendo a su vez a los ríos y lagos de la contaminación, mientras que los terrenos regados incrementan la productividad agrícola y el agua reutilizada se transforma en un suministro local fijo. Con una precaución mínima al objeto de que no se incorporen metales pesados, sería una solución efectiva y de menor coste comparado con las pérdidas económicas que están ocasionando la sequía”.

Lo anterior, enunciado en la página www.100cia.com, además de muchas otras consideraciones nos coloca frente a la necesidad de aumentar los programas educativos para generar conciencia de optimización del recurso agua.

Ciertamente el Ministerio del Ambiente y los Recursos Naturales, Hidroven e Hidrocapital hacen grandes esfuerzos en la materia, pues se trata de un problema de Estado, pero no sólo de Estado. Si no se comienza por resolverlo en casa, y en el entorno inmediato, no veremos los frutos.

El líquido que nos da vida está en peligro y ese peligro nos envuelve a todos. Hagamos nuestra parte.

(*)Periodista








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Lil Rodríguez(*)

Periodista. Defensora de los valores culturales venezolanos y latinoamericanos.

 lilrodriguez@cantv.net      @lildelvalle

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