No bien circuló la noticia de que Dayana Mendoza se había deshecho en elogios a la prisión gringa de Guantánamo, recibí la noticia rebotada –por ahora- cuatro veces en mi buzón de correo electrónico.
Además de la vergüenza ajena que me produjo la noticia, me resulta también lamentable que tantos panas, camaradas, o conocidos le hayan dado semejante relevancia a un hecho que para nadie debiera ser noticia, ¿o me equivoco?.
Por eso, estas líneas no tienen otro fin que defender a esa pobre muchacha. Deberíamos comprender que esa triste niña, tiene que haber pasado la mayor parte de su corta vida en un esfuerzo agotador por aprender a mover el culo, lo cual es motivo suficiente para exculparla de no saber conectar la lengua, o quizá algo peor: no encontrar “en la oquedad de su cabeza” ningún sitio donde establecer esa conexión. Seguramente es la clase de mujer de la que Neruda hubiera dicho aquello “me gusta cuando callas, porque estás como ausente”.
Ya Schopenhauer nos dejó aquel rebuzno de que “la mujer es un animal de cabellos largos e ideas cortas”, pero creo que esa percepción del famoso filósofo era expresión de sus preferencias homosexuales. No tengo prejuicios contra las preferencias sexuales de cada quien, pero si creo que el homosexual, en una sociedad profundamente misógina como la nuestra, está particularmente dotado para percibir lo que los varones privilegian en su gusto por las mujeres y es por eso que nadie puede ser mas exitoso que el Sr. Osmel Sousa para fabricar “misses”. Además, Osmel tiene el perfil perfecto de un vendedor de bombones que es alérgico al chocolate.
Deberíamos entender que esa muchachita a quien los medios citan como “nuestra” Miss Universo, mas que “nuestra” es propiedad de Venevisión y ha sido con toda seguridad sometida a un intenso proceso de “reingeniería” donde se habrán cultivado con gran esmero su culito de princesa -inmaculado y sin celulitis-, sus teticas bien firmes, un andar ondulante y atractivo, una cirugía estética donde seguramente le habrán “corregido” la nariz, o le habrán puesto frenos a unos diente demasiado prominentes, etc. Atributos todos que la califican como “carne de primera”, aunque ella estoy seguro no se ha dado cuenta, porque entre otras cosas se le habrá proporcionado un cerebro inmaculado y perfectamente limpio que muy probablemente empezó a recibir los primeros estímulos cuando “mami”, “papi” o ambos, le compraron la primera muñeca Barbie para que fuera formándose una idea de lo que la sociedad esperaba de ella.
El propio nombre de “Dayana” es ya una señal de “pytiyanquismo”: no está bien escrito ni en inglés ni en español, y ante sus tristes declaraciones, en vez de indignación, es lástima y conmiseración lo que debemos sentir por ese ser humano-mercancía que está prisionero de un cuerpo codiciado y falso.
En lugar de cubrir de improperios a esta niña inocente, creo que deberíamos cuestionarnos la existencia de concursos como “Miss Venezuela”. Particularmente en un país que va por el mudo pregonando el socialismo. ¿Hasta cuando vamos a seguir permitiendo esa Feria Ganadera que es el concurso de marras?, o esos otros programas de concurso donde se exhiben a veces muchachitas que bailan salsa frente a las cámaras con el beneplácito de sus “mamases”, que seguramente se congratulan de la envidia que debe estar padeciendo la vecina por no tener una hijita tan “talentosa”.
En otro orden de ideas es bueno señalar esa extraña costumbre que los gringos tienen de estimular a sus soldados con la exhibición periódica de culos codiciables. Así les va a ellos en todos los conflictos en que se han embarcado después de 1945: sus armas son inmejorables si de generar terror se trata, pero sus pobres soldados creo que deben pasarse la vida en el retrete con alguna foto de Play Boy, haciendo charcos de semen. Y así ¿Quién tendría ganas de batirse en una guerra de verdad?. Esos chicos onanistas han demostrado hasta la náusea que les resulta mas grato asesinar familias iraquíes en algún control de carretera, o humillar y torturar a prisioneros indefensos.
Seguramente a Dayana, esos buenos muchachos que son los marines, le explicaron que esos sujetos vestidos con un mono anaranjado y con cadenitas en los tobillos, en realidad están aprendiendo a bailar ballet.
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