Los que no resucitarán

Es Domingo de Resurrección, día de júbilo para la cristiandad. También es un día triste para muchos cadáveres políticos que no podrán resucitar.

Están muertos, fallecidos, difuntos, pasaron el páramo en escarpines y estiraron la pata, pero los interfectos no aceptan su condición de occisos. Cada uno cree que está dormido y que, como en los cuentos de hadas, llegará una princesa rochelera a besarlo con tal lujuria que lo
levantará para llevarlo de parranda.

Al regocijarnos por la resurrección de Cristo hagamos una pausa piadosa para pensar en los que yacen fríos, totalmente inertes y solos en los cementerios políticos.

Elevemos una oración por Manuel Rosales. Tan bueno que era él. Regalaba relojes y pasajes y hasta billetes contantes y sonantes. Murió a la espera de una citación ante el Ministerio Público, adonde no quiso asistir por temor a quedar encanado. Entonces tomó los
caminos verdes y más nunca lo vieron, aunque se dice que sale por las noches y su alma en pena alumbra cual fuego fatuo las calles y carreteras del Zulia, confundiéndose a veces con el relámpago del Catatumbo.

Más triste es el caso de Antonio Ledezma, cuyo parecido con el abuelo de la familia Monster no es mera casualidad. Se trata de un muerto viviente, un zombi, como los llaman los que conocen los misterios del vudú haitiano. Algunos aseguran que es el propio Barón Samedí, que fuera magistralmente representado por François “Papá Doc” Duvalier. Su cadáver insepulto se niega a recibir cristiana sepultura y vaga de alcaldía en alcaldía, aterrorizando a los alcalditos menores, quienes entran en pánico cuando lo ven llegar.

El fantasma de Ledezma descansará en paz cuando aparezca la Autoridad Única de Caracas y lo ponga en una urna de cristal para que sus fans no lo pierdan de vista.

¿Por quién más doblan las campanas? Lo hacen por Leopoldo López y Enrique Mendoza, muertos junto a un gentío en el deslave que produjeron las inhabilitaciones de la Contraloría General.

Dediquémosles un minuto de silencio, pues, como la oscuras golondrinas, no volverán.

Muertos están y así seguirán per secula seculorum Pedro Carmona Estanga, Carlos Ortega, Carlos Fernández, la Gente del Petróleo Regalado, Patricia Poleo y demás “carmonafirmantes”, que en tal fecha como hoy hace 7 años se inmolaron en la pira funeraria de La Carmonada, el golpe de Estado de las 47 horas.

Muerta y olvidada reposa para siempre la Coordinadora Democrática, parapeto criollo de la National Endowment for Democracy (NED), órgano financiador de las actividades golpistas emprendidas por el gobierno gringo en Latinoamérica. Dicen que intenta resucitar, pero para ello
requiere un príncipe azul, que como a Blancanieves, le dé un beso vivificante.

Otro que está más muerto que la privatización del Aeropuerto de Margarita es Alexis Navarro, que anda como una chinigua, apareciéndose en los restaurantes de Playa del Ángel en compañía de socios, financistas y testaferros. Dice que intenta resucitar para echarle
mano a una curul en la Asamblea Nacional que le sirva de escalón para volver a la gobernación.

Por lo visto ignora que Hugo Chávez le dio el responso final durante la pasada campaña, revelando las causas reales de su derrota electoral. Paz a sus restos.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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