Esta mañana amanecí leyendo en Aporrea un texto que me sorprendió, tanto por la generosidad de sus conceptos, que agradezco profundamente, como por la evidencia de un seguimiento muy preciso por parte de su autora, María Zambrano, acerca de nuestra gestión en Cultura y en Vivienda.
Pero quiero aprovechar para responder a su pregunta ¿qué pasó con Farruco Sesto? y tranquilizarla, diciéndole que no pasó nada. Es decir, que no pasó nada especial.
Un cargo de ministro no es más que un cargo de ministro y es el Presidente quien juega su partida de ajedrez con muchos más datos que los que uno maneja y con demostrada sabiduría. Al final de lo que se trata es de ganar la partida y fortalecer la revolución. Y eso es lo que vamos a lograr entre todos, siguiendo al Jefe.
Por mi parte me encuentro bien, activo, y más bolivariano y más chavista que nunca. En estos dos meses he reflexionado bastante sobre el punto de equivocación de mi gestión en Vivienda y he llegado a la conclusión de que no supe trabajar adecuadamente con la realidad, no desarrollé la suficiente capacidad de convicción hacia los principales actores del proceso, y no logré concretar en hechos sólidos mis argumentos. Nueve meses pasan como una exhalación.
Hay algo en el lenguaje político que se denomina existencia de las condiciones necesarias. Y en ese sentido creo que las condiciones no estaban dadas todavía para unos planteamientos y unas acciones que iban demasiado a contracorriente del modelo que ha prevalecido hasta ahora.
Hay elementos subjetivos, toda una cultura de la producción de vivienda, como una inercia interesada, que es necesario desmontar, y que no logramos hacerlo aunque lo intentamos duramente. Fallamos, pues, en eso. (Tal vez influye el hecho de que todavía no han alcanzado forma los espacios adecuados para el debate revolucionario de esos temas. He ahí una tarea importante para el PSUV).
Así mismo hay elementos objetivos, de tipo organizativo, económico, productivo, legal, social, que pesan todavía demasiado a la hora de concretar las acciones. Juntos, forman un inmenso lastre.
En el fondo se trata de una cuestión del tiempo político. Chávez nos recuerda a cada rato la frase del Eclesiastés: todo tiene su tiempo bajo el Sol.
Hoy pienso que no había llegado aún la hora esperada. No habían madurado las condiciones. Seguramente quisimos avanzar demasiado rápido, y eso es un fallo porque los revolucionarios debemos manejar muy adecuadamente la realidad e, incluso, como lo recordaba el propio Presidente en estos días, manejar la percepción de la realidad, que también es un dato del problema.
De todas formas los nueve meses no se perdieron. Siguen presentes. Consolidamos un conocimiento científico del problema y planteamos un cuerpo coherente y revolucionario de ideas que están allí, en las que creo, para que sean revisadas y perfeccionadas. Y es en base a ese conocimiento que me atrevo a afirmar humildemente que si no se cambia el modelo actual de producción de vivienda, que todavía tiene tantos defensores, no habrá solución al drama social en este aspecto.
Confío totalmente en el Presidente. Si algo tiene ese hombre es un gran sentido de la estrategia. Sé que él sabrá acelerar el tiempo para crear en esta materia una acertada Política de Estado.
(Nota: aprovecho para invitar a quienes quieran seguir mis andanzas y vivencias, a que visiten cada vez que puedan mi blog: confarruco.blogspot.com)
Caracas, 7 de Mayo de 2009