Sin duda la relación más compleja de todo el proceso revolucionario vivido, siendo curiosamente la relación entre la institución en sentido estricto más popular del estado y el pueblo que tradicionalmente ha rellenado sus filas. Relación que en el sentido inverso ha sido la de una fuerza diseñada para el aplastamiento de todo intento de liberación protagonizado por el pueblo. La Fuerza Armada que todavía conocemos se consolida como Ejército Nacional bajo un régimen que la utiliza para la reproducción en el tiempo de una dictadura personal y garantía de fuerza para las corporaciones transnacionales petroleras de apropiarse de todo el proceso de producción y comercialización del petróleo nacional, bajo el visto bueno del caudillo en el poder y las felices oligarquías y burguesías nacientes que besaban sus manos. Desde entonces hasta hace muy pocos años este era el ser y el deber ser de la relación entre Pueblo y Fuerza Armada, con los cambios de apariencia que la evolución del estado de opresión le impuso: yo te sirvo de relleno y tu eres la garantía de que jamás habrá de nacer sueño alguno que se parezca al de mi piel negra y cobriza.
Pero hay algo que conspira en contra de la eternización de esta relación modelada por el dinero y el poder: Venezuela antes de ser república, espacio de organización de un orden burgués, se constituye como ejército de liberación heroico y victorioso; pasado del cual hoy en día comemos todos como valor originario de nuestra nacionalidad. Dentro del respiradero principal de cualquier sensación nacional, nuestramericana, libertaria, que corra por nuestras venas pasa esta leyenda, este mito, este sueño maravilloso e invencible a pesar de las estatuas. ¿Qué es entonces la revolución bolivariana si la vemos de esta perspectiva?: el develamiento definitivo de todos los contenidos e implicaciones de esta relación macabra entre las armas de la república y el pueblo (su punto de conciencia), así como la búsqueda a como de lugar de volver al lugar primario, fundador y constitutivo de nuestra nacionalidad (su punto de voluntad): volver a hacer de este país un inmenso heroico y victorioso ejército de liberación. Volver a ser, a constituir entre todos, el gran ejército de Bolívar. ¿Será esto posible?
Al menos en los primeros momentos esta posibilidad parecía estar muy lejana: la “revolución bolivariana” nace históricamente -desde su palanca popular- entre el 27 y el 28 de Febrero de 1989, días en que se produce muy probablemente el genocidio mas horroroso que fuerza armada alguna en América Latina haya producido en tan pocos horas contra un pueblo desarmado. La relación macabra que venía construyéndose desplegó en ese momento todo el potencial asesino que descansaba en su modelo. Soldados, probablemente llorando u horrorizados por su propia obra, pero la mayoría aturdidos por el miedo de balas que ya les rebotaban, sin misericordia alguna masacran a sus hermanos de la calle y en la calle por miles. Lo único que podía emerger de esta tragedia era la multiplicación de un odio infernal y sin posibilidad alguna de amnistía entre pueblo armado y pueblo desarmado. Pero no, el 27 de Febrero fue más grande que su mero odio y dejó prendida una lógica de lucha y una espera de luz que más adelante terminó de nacer a plomo limpio y sin permiso.
4 de Febrero: anuncia la llegada de ese luz que ha quedado en espera. Claro que no son todas las fuerzas armadas, es solo un colectivo de oficiales y solados que se rebelan con el modelo macabro, intuyen los principios de la nueva lógica de lucha que ha nacido desde el suelo popular, y claman directo y sin protocolo de palabra alguna, por una república que haga honor a su propia leyenda originaria. Soldados iguales a todos nosotros, haciendo la guerra y con el cuerpo todavía herido por la batalla, ¡al fin! vienen a invocar la república del ejército heroico y libertario. Se pierde en la primera, pero el delirio de toda la patria que llevamos por dentro esta asegurado; Venezuela quizás América ha vuelto a nacer, un caudillo, claro que caudillo pero de aquellos que quedaron alojados en nuestra composición antaña y por ello absolutamente viva y presente en nuestra memoria de liberación, es su vocero y es también su mejor aprendiz. Desde entonces tocó comprender la magnitud de sentido que contenían los acontecimientos que desde las violentísimas batallas del 27f y del 4f habíamos provocado. Desde entonces el odio imbécil y deslastrado de todo sueño y camino salió de nuestros cuerpos. Más bien se fue desplazando hacia el cuerpo social dominante todavía feliz por la masacre producida: de hecho, su obra más querida y condicionante de todo su dominio (el pueblo sometido convertido en máquina de genocidio contra sí mismo) ha sacado de sus entrañas la luz y la nación que todos buscamos, negando absolutamente la vigencia de ese dominio miserable. Pero sobretodo quedó plasmado un proyecto de revolución, o quizás más que ello pero no tenemos nombre para ello: una nación restituida como ejército liberador, libertario y heroico, capaz de envolverse y envolver con y a todos los pueblos de nuestramérica. ¿Pero de verdad esto lo hemos entendido?, ¿y de verdad, vamos en camino a ello?.
La respuesta todavía es imposible al menos en forma conclusiva, solo el hecho producido y hablando desde tal nos puede indicar algunas cosas. 1998, 1999, nueva constitución bolivariana, movimiento popular convertido en un laberinto de miles y miles de organizaciones de base, redes y redes de redes sociales materializando, potenciando y cualificando la lógica de lucha nacida el 27F, poder popular y constituyente que se expande por todas las orillas, soldados trabajando mano a mano con el pueblo en la obra diaria de reconstrucción nacional; un saludo hermosísimo entre soldadesca, oficialidad y pueblo en rebeldía, empieza a darse sin duda, rompiendo cualquier espectro de militarismo y restablecimiento del estado autoritario que pudo intentarse. 2001: empieza la fragua de la conspiración del dinero, de la propiedad privada, de las corporaciones imperiales (incluida entre ellas el monstruo creado en nuestras tierras: PDVSA), de la realidad mediática hecha monopolio virtual en sus manos, convertida y reinventada en función de la mentira absoluta, al servicio solo y solo para el oscurantismo más reaccionario, el restablecimiento del estado lacayo al imperialismo, y el restablecimiento de la vigencia plena de la macabra relación entre pueblo y fuerzas armadas.
Ese saludo hermosísimo ya producido entre soldadesca y pueblo empieza a advertir desde muy temprano esta nueva situación que se avecina y las evidentes consecuencias que traería la conspiración en marcha. Donde se puede y como se puede se van armando los primeros planes de contingencia: parecía por primera que el sueño de un solo ejército heroico y liberador donde se fundan soldados de uniforme y los soldados sin él se haría posible. Redes de inteligencia, de comunicación, de movilización, de enfrentamiento, empiezan a tomar cuerpo, y los planes elaborados poco a poco aprenden a integrar la lógica de lucha de una clásica fuerza armada con las lógicas de lucha de una multitud de infinitos ramales de lucha. La experiencia es extraordinaria pero tremendamente parcial y limitada. Nuestros propios límites lo impiden todo: la altanería política de muchos dirigentes, la situación de evidente infiltración y progresiva traición de agentes militares y civiles claves, lo intacto que ha quedado el viejo estado lacayo, burocrático y corrupto, la falta de conciencia y concientización de la eminente confrontación en curso, las sobredosis de autosuficiencia vividas desde el propio Miraflores hacia abajo, impiden la primera materialización del sueño. Los resultados: se produce y vence por horas el golpe más perfecto de la historia, donde todos los eventos previamente ya son parte de un guión mediático perfectamente cumplido. Los planes de contingencia solo operan parcialmente en la ciudad de Maracay donde se mantiene alzada de Brigada IV de Paracaidistas, listos a formar frente único de lucha con el movimiento popular. Parece revivir la maldita relación macabra y todo el castillo de sueños se derrumba sin futuro Añadiendo que ahora esta relación de ser sólo una relación de genocidio y orden burgués, suma a su naturaleza la de ser la garante de un naciente orden fascista y proimperial. ¿Pero entonces, cómo fue posible vencer?.
La imagen de la unidad del pueblo y la fuerza armada democrática en realidad no nos dice nada. Ese es el final del cuento pero no su comienzo. Habrán mil historias todavía por contar y entender, pero lo importante es que independientemente del conjunto de oficiales, generales, tropa que nunca reconocen el golpe del 11 de abril y están en disposición de responder, sin embargo dentro de este mundo lo que parece imponerse por horas es la hegemonía de esta vieja relación macabra. Esto deja a muchos de los más comprometidos en una situación de parálisis que es acompañada por el miedo y total confusión de una oficialidad media que no logra establecer un punto referencial que le permita movilidad y capacidad de enfrentamiento. La respuesta no podía, como no podía al comienzo de este largo cuento revolucionario, venir de las entrañas de los cuarteles. Vino de las calles, de la activación hasta el punto de genio colectivo de esa lógica de lucha, de esa lógica de multitudes. Y así como su rebeldía 13 años atrás inspiró la luz del 4, en esta oportunidad por los pasos avanzados la inspirarla a actuar en menos de 24 horas. No es la vieja Fuerza Armada la que actúa, actúa la maravillosa conciencia de la nueva nación de un solo ejército de libertad encarnada en los soldados que se rebelan, los oficiales que se suman y los generales que terminan de armar el plan que desmorona los pilares militares del fascismo, no es esto la estructura militar hecha para todo lo contrario. Y mientras tanto los millones de seres en rebelión, quebrantan los muros que aun nos imponen entre el pueblo y los cuarteles, retoman el territorio, las avenidas, los castillos del poder que son rodeados. El fascismo es aplastado en su intento dictatorial pero su poder esencial se repone casi intacto, y casi intacto sigue su plan de restablecimiento de la república lacaya y la relación genocida y macabra del pueblo y las armas de la república. De ese poder no fueron expropiados y no han sido expropiados.
De allí en adelante es evidente que vivimos un proceso de radicalización y profundización del proyecto bolivariano que nos ha permitido llegar hasta donde estamos. El saludo, la solidaridad, el trabajo conjunto, entre pueblo y fuerza armada prosigue, se acalla al interno el golpismo evidente, pero hay algo que no esta resuelto. La república hecha Ejército liberador de Bolívar está formación pero han quedado vivas todas las estructuras y comportamientos políticos y éticos para su impedimento y su fracaso. Esto nos desgarra por dentro, nos desgarra la complicidad de tantos y tantos dirigentes con esta parálisis y como viven de ella. Se forman las bases para que el quebrantamiento entre esa nación en formación y las estructuras de poder como las dirigencias nominales. Se empieza a hablar de “revolución en la revolución”, y toda revolución nace de una rebelión. ¿Cuál es entonces la rebelión de hoy?. No hay otra respuesta, la respuesta sigue estando el sueño originario, la respuesta es y solo es la constitución de una sola fuerza hecha a imagen y semejanza de la leyenda bellísima que nos ha hechos nación. La respuesta trasciende nuestras fronteras se une en ejército liberador con otros pueblos, la respuesta es la entrada definitiva de todos en los cuarteles de las armas que nos pertenecen, es la destrucción del uniforme como distancia entre pueblo y armas para constituirse en su principal lugar de integración. Si no avanzamos en esta enorme rebelión toda la historia seguirá conspirando contra nuestra verdad y nuestro sueño. ¿Cómo continuamos?, que hablen los soldados del ejército de Bolívar.