El próximo proceso electoral donde se elegirán las nuevas autoridades de la Universidad Central de Venezuela, encuentra a nuestra máxima casa de estudios convertida en una institución profundamente conservadora, antidemocrática y elitesca. La otrora universidad contestataria, crítica, de “izquierda”, con una larga tradición de lucha, es hoy un lugar controlado por los sectores más retrógrados de nuestra sociedad. “La casa que vence las sombras” se convirtió en una casa donde las sombras de la Coordinadora Democrática pululan abiertamente en sus pasillos, en sus organismos de co-gobiernos, en las cátedras y departamentos; inoculando su veneno a los jóvenes estudiantes en las aulas de clase, cual celestina académica del imperialismo y sus lacayos nacionales.
La UCV es ahora un lugar tomado por los sectores fascistas que auspiciaron el golpe de abril de 2002, así como el paro patronal y el sabotaje a PDVSA. Los mismos que en marzo de 2001, en el marco de la toma del Consejo Universitario, mostraron ya su talante violento y antidemocrático al oponerse mediante el argumento, nada académico, de las patadas y los golpes a los estudiantes apostados en “Tierra de Nadie” que osaron exigir la transformación de una universidad cada vez más alejada de las necesidades del pueblo y los trabajadores, discriminatoria y clasista.
Pero la UCV no se transformó en lo antes dicho por obra y gracia del Espíritu Santo, sino con la venia y las acciones de la mayoría de los profesores que hoy pretenden convertirse en autoridades de nuestra universidad.
La mayoría de los decanos de la UCV, la casi totalidad de los miembros del Consejo Universitario, así como muchos miembros de los Consejos de Escuela y de Facultad, algunos de los cuales se disfrazan con piel de oveja en aras de buscar los votos para estas elecciones, son los mismos que han llevado a nuestra universidad al estado de postración en que se encuentra; son los mismos que apoyaron el paro de diciembre de 2002 y enero de 2003; son los mismos que pretendieron cerrarla en aquel entonces, violentando el derecho al estudio de miles de jóvenes venezolanos. Todos estos golpistas que firmaron remitidos en la prensa nacional felicitándose por el establecimiento de una dictadura fascista en abril de 2002; que firmaron en Miraflores apoyando a Pedro Carmona, como es el caso del actual decano de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas; o la decana de Odontología que brindó con champaña por el establecimiento de un gobierno de facto y por la liquidación de las libertades democráticas; así como muchos otros, que durante el paro-sabotaje petrolero eran el “lleva y trae” entre la Coordinadora Democrática y el Consejo Universitario, son los que aspiran a seguir mal dirigiendo los destinos de nuestra universidad, mientras la colocan al servicio de la burguesía y el imperialismo.
Unos se presentan como la “gerencia académica”, otros suavizan su discurso y se amparan en los cargos que ocupan en la actualidad, o no tienen ningún empacho en proclamar que “es tiempo de compromiso”... con la Coordinadora Democrática. Todos son más de lo mismo: conservadurismo, elitismo, manejos dudosos del presupuesto, menosprecio a todo compromiso social, así como acérrimos enemigos de la transformación que nuestra universidad pide a gritos, la cual les quitaría sus prebendas y privilegios de casta medieval, que desde su atalaya burocrática, mira con desdén y desprecio a profesores instructores, estudiantes y empleados.
Miguel Angel Hernández Arvelo
Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV y miembro de la dirección nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)
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