La delincuencia es un fenómeno derivado de múltiples formas de violencia, a través de esta surgen los distintos tipos delincuenciales; sus orígenes, también son diversos y se remontan a épocas remotas de la humanidad. Para los efectos de este corto enfoque, comenzaremos por señalar en forma general por la violencia política, social y económica impuesta por la colonia española en nuestra América, que fue cruel en todas sus expresiones, una delincuencia contra indígenas y quienes les adversaran, que eran verdaderas masacres ,la historia así lo registra.
La lucha por nuestra independencia política en el siglo XIX, hubo violencia y delincuencia pero en una guerra, en combates de ejércitos, frente a frente en cruentas luchas, por una causa justa, nuestra guerra independentista ganada por nuestro Libertador Simón Bolívar, mereció la inmortalidad de nuestros héroes que echaron del suelo patrio al enemigo.
Después de la muerte de Bolívar en 1830, empezó la violencia entre caudillos militares y civiles, violencia y delincuencia de partidos políticos, por los tantos crímenes que dejaban esas pugnas intestinas, y así llegamos al siglo XX, con dictaduras militares, ligeros espacios e intenciones democráticas. En 1958, es derrocada la última dictadura militar, violencia, muerte, reacomodos políticos, el pueblo venezolano se abrió en esperanzas, llegaron los partidos políticos que mayores simpatías tenían en las masas, AD, URD, COPEY, PCV y otros, se coaligaron, en función de reorganizar la República con promesas y procesos electorales para reivindicar al golpeado pueblo, sus consignas eran muy populares, trabajarían por la emancipación de los pobres.
La luna de miel duró poco, se dividieron, los mayoritarios se entregaron al imperio, empezaron de nuevo las divisiones, persecuciones, ilegalizaciones, posiciones de extrema derecha y extrema izquierda, estos últimos en minoría y no avalados por el imperio fueron perseguidos, que hasta las montañas fueron a dar, el llamado régimen democrático que se inició en el 60, se anarquizó y debió gobernar con mucha violencia y delincuencia por los numerosos muertos que las luchas políticas originaron.
Desde entonces se han ido desatando nuevos tipos de delincuencia, porque la política no ha cesado, cambian las maneras de utilizar la violencia, ahora con más técnicas y métodos de mayor tecnología, y la ¨delincuencia común¨, también ha transformado su modo de operar, armas sofisticadas, drogas, más organización, infiltración en cuerpos de seguridad, la justicia lenta, las leyes muchas veces fuera de tiempo o hechas algunas hasta con mala intención para frenar o convalidar la impunidad. Ej. El Código Procesal Penal, de 1998 con muchos entuertos, ha sufrido reformas y aún necesita ajustes legales.
No es fácil determinar culpas a priori o por consideraciones de tipo político solamente, pues el análisis es cuidadoso por los diversos factores que origina la violencia con altos signos delincuenciales, que están azotando la sociedad venezolana, con consecuencias de gravedad suprema que afecta la seguridad, la estabilidad, el sosiego de la familia, la convivencia social y armónica, además de la salud mental del individuo. Es un problema de complejidades que involucra a todos sin excepciones, no deben lanzarse argumentos al boleo sin estudios que, contengan investigaciones con bases científicas y jurídicas. Lanzar hipótesis con criterios caprichosos, como si el mal, con signos de pandemia y psicopatía, hubiese sido originado a raíz de la Constitución que aprobó el pueblo, por cierto que en la consulta para la carta magna, el soberano rechazó la pena de muerte, que razonablemente en una sociedad con tantas taras y donde la justicia aún no alcanza una cultura del equilibrio, la pena de muerte, interpretó el pueblo en su oportunidad, podría ser un arma de doble filo.
Los barrios marginales que se formaron al calor del crecimiento anárquico en las grandes ciudades, por éxodo y abandono del campo, por las influencias políticas partidistas, las ofertas electorales, la demagogia, el paternalismo de Estado; recordemos que cuando cayó la dictadura de Pérez Jiménez, la Junta de Gobierno, utilizó los 3 mil y tantos millones de bolívares, que era mucho dinero, (dólar a 3,30), dejados por el gobierno De Facto, y de inmediato presupuestados para paliar ciertos requerimientos del pueblo, se creó el famoso plan de emergencia, Larrazabal se hizo popular, que más tarde fundó su partido, fue candidato, y casi gana, lo cierto que el famoso plan incentivó el facilismo, gente que cobraba sin trabajar y hasta doblaban los cobros, ahí empezó el derroche y las inversiones infructuosas, las justificaciones fueron muchas ante las críticas por el ¨plan de emergencia¨.
Una investigación de la UCAB, en inicios de la década del 90, sobre la violencia en Venezuela, y los posibles factores influyentes en la misma, dan cuenta de la violencia de Estado con sus operativos de represión, violación de derechos humanos por la acción indiscriminada de los cuerpos de ¨seguridad¨ que generaban violencia y delincuencia en los barrios, con altos porcentajes de criminalidad, ejecuciones, muertes no declaradas, disparos indiscriminados, abuso de autoridad, ebriedad y otros hechos lamentables propiciados por políticas de Estado. Por cierto que en esa época el Rector Luis Ugalde, formó parte de la iniciativa del estudio en mención, acotando en una de sus opiniones sobre la violencia lo siguiente: una violencia que en Venezuela no es tan dirigida, ni tan instrumental (como medio específico para conseguir fines claros) como puede ser la violencia guerrillera, la violencia del narcotráfico o la violencia de la policía orientada a eliminar la oposición política. Este estudio que presentamos, nos abre una ventana a una violencia multidireccional, ¨loca¨, que nos habla de situaciones que parecen llevar a sectores significativos de la sociedad hacia la ¨anomia¨, es decir, hacia la pérdida del sentido de la norma y de la ley así como el respeto a la vida y la dignidad del otro y a la convivencia pacífica.
También el estudioso de estos fenómenos en los gobiernos de la cuarta República, el Dr. José Luis Vethencourt, psiquiatra, en el mismo estudio apuntó: la violencia se compone de dos momentos, un estado psíquico de excitación y necesidad de actuar impulsiva e impetuosamente y un deterioro de la fuerza inhibidora que fuera o dentro del área subjetiva opera como una barrera o un freno con sentido respetable. Si en un estado de excitación impetuosa las fuerzas del pueblo se vienen abajo ante la conciencia del individuo o del pueblo, ocurre la liberación plena de la conducta violenta.
El otrora diputado,¨ revolucionario del MAS¨, recordemos que este aupó la división del PCV, y fundaron un adefesio con nombre socialista, que luego se volvió revisionista y derechista. Dijo el diputado Teodoro Petkoff, en 1991, para el estudio Ugalde: Es imposible seguir creyendo que un medio tan penetrante, tan omnipresente y envolvente como la televisión, no actúe sobre la psiquis del ser humano. En cerebros dañados por la desnutrición y la enfermedad, afectados por la promiscuidad y la penuria material, por las carencias culturales y educativas, por la violencia de la vida cotidiana, por el inmoral culto al Becerro de Oro; en cerebros no dañados materialmente pero si traumatizados por la colosal inversión de valores que hoy reina, el efecto deletéreo del mensaje consumista desenfrenado y la espantosa violencia gratuita de la televisión que ya no puede ocultarse o eludir más. Este es un factor criminógeno de un formidable poder, que debe ser domado.
Las anteriores opiniones, dos de ellas netamente encajadas en las influencias políticas e ideológicas, que siguen siendo válidas a pesar de que estos profesionales hayan cambiado en 360 grados sus posiciones, y por supuesto que la del Dr. Vethencourt es fundamentada en su condición de profesional de la psiquiatría. El cáncer de la violencia, por supuesto que sigue siendo un grave problema social, aunque ahora se han ido mejorando las normativas legales, los procedimientos, la capacitación de jueces y fiscales, las estructuras físicas y se hacen esfuerzos por cambiar el caduco sistema carcelario, para que este sea una realidad de reeducación y preparación de los reclusos con miras a incorporarse a la sociedad regeneradamente. Claro los resultados no serán inmediatos, pues las tantas dificultades y trabas burocráticas han impedido que en diez años pudiera haberse avanzado más.
Además sabemos de proyectos y programas que se desarrollan en las zonas de las barriadas, como las misiones, de educación, salud, trabajo, alimentación, vivienda, jornadas de seguridad policial en combinación con la participación comunitaria, cuyos objetivos van enfocados al combate de la delincuencia, atacando raíces del problema y sin las pasadas prácticas del combate con violencia que genera más violencia, a través de la educación y la solución de los innumerables problemas de servicios, promiscuidad, hacinamiento, alimentación y otros factores de grave incidencia psicológica que empujan la violencia.
Con estos nuevos procedimientos más ajustados a la justicia social y que aunque a largo plazo, buscan frenar el delito que con saña se viene ejecutando contra inocentes ciudadanos que hacen insegura la vida y por ende afectan la paz y la felicidad.
Como observamos, la violencia y sus incidencias en la delincuencia, no viene solo de los barrios marginales o con la condenada pobreza, hubo violencia de Estado, la violencia escondida o solapada, la violencia estructural, la de los juegos de envite y azar, la de bebidas alcohólicas y su proliferación, la de los sicotrópicos incrementados por grupos de alto poder, y distribuida en todas las esferas sociales por los dividendos sustanciosos que produce, es ilegal, pero por la ley de la costumbre tiene vasta demanda y es uno de los factores de alto índice delincuencial, no se produce en nuestra geografía, pero a partir de 1960,con la anarquía y los problemas políticos fue entrando a las escuelas ,liceos y universidades, también en barrios y urbanizaciones, es decir se fue regando poco a poco en nuestra sociedad, no casualmente sino dirigida por intereses foráneos que les interesaba dividir a los jóvenes, restar su fogosidad política y obtener sus beneficios económicos, sin importar la violencia que generaba y viene generando en los individuos que son tentados por este flagelo.
El combate al narcotráfico y al consumo de la droga es una constante, en nuestro país en los últimos años, sin el concurso de la DEA, organización extranjera que al parecer en vez de bien generó mal, pues ahora se decomisan con más facilidad las drogas que desde Colombia entran para consumo interno y traslado al Caribe, EE.UU. y Europa, son cantidades de toneladas que la Guardia Nacional y otros cuerpos de seguridad decomisan. Es una tentación el tráfico de drogas, mucha gente ha caído y sigue cayendo en la trampa del consumo, distribución y comercialización, genera ganancias a los capitalistas del narcotráfico y medios de vida a los que sirven de conejillos de indias.
Se ha discutido hasta la saciedad sobre las conveniencias de su legalización, ya que se piensa que mientras más se prohíben las cosas, la gente despierta más curiosidad y desafío por transitar el mal camino. La legalización, sería para el Estado y la sociedad beneficioso, porque generaría impuestos que luego serían utilizados para crear fuentes de trabajo, obras sociales para salud y educación. La legalización permitiría el consumo limitado, a través de récipes médicos, compras reguladas y demás normativas legales, más restringidas que las bebidas alcohólicas que también cuando eran ilegales ocasionaron más violencia y delitos; acabaría con los llamados capos de la droga o mafias internacionales que con tanto dinero que controlan en el mundo se dan el lujo de penetrar en grandes negocios, fuera de la droga y burlar muchas veces la ley.
Es verdad que llegamos a pensar en la pena de muerte, el exterminio, en pelotones de fusilamiento, en la mano dura contra el hampa organizada y desorganizada, en pedir auxilio a fuerzas extrañas, como decimos que abundan en nuestro país venidos de Colombia y que son preparados para aniquilar el hampa de bajos fondos, comenta el vulgo que hay ciudades del vecino país que el exterminio del malandraje recobró la seguridad, lo malo es que también se dice que estos llamados paramilitares en alianzas con sicariato eliminan a mucha gente por encargo, o se dedican al secuestro y la extorsión, entonces sería peor el remedio que la enfermedad. Recordemos ¨La Operación Vanguardia¨, por allá en la década del setenta, cuando asumió el Dr.Caldera su primera presidencia, si la memoria no falla, ofreció eliminar el hampa y hasta advirtió de la necesidad de limpiar los cuerpos policiales que ya eran parte del problema, surgió esa operación, que todo aquel que fuera agarrado con las manos en la maza correría las consecuencias; apenas duró pocos meses, unos cuantos atracadores o ladrones de comercios fueron muertos infraganti, una vez pudimos presenciar en la Avenida Bermudez de Maracay, un hecho donde quedaron acribillados unos ladrones de una joyería, y asi en Caracas y otras ciudades del país, los primeros que protestaron fueron los congresantes de oposición a Caldera, se armó el escándalo y hasta ahí la operación, hay muchos intereses que juegan en este complejo mundo de la violencia, la politiquería, la demagogia y las baja pasiones no dejan que haya un plan coherente para minimizar esta plaga social.
AsÍ es compatriotas que la INSEGURIDAD, LA VIOLENCIA QUE TERMINA EN DELINCUENCIA Y SUS GRAVES SECUELAS, TOCA LAS DIVERSAS CLASES SOCIALES DE ABAJO A ARRIBA Y VICIVERSA, se nota más en los de abajo, como dicen porque hay mayor efecto demográfico, pero el problema es de todos, no hacemos nada con echar culpas por pasiones o fanatismo político, es necesario aportar ideas, soluciones acordes con las normativas legales, participación del pueblo y pensamos que los profesionales del Derecho, especialistas en criminología y penal, de la Sociología, Psicología, Psiquiatria, la Educación, Trabajo Social,Diputados, Periodistas o Comunicadores, los medios desprejuiciados, líderes comunales o sociales, los ciudadanos que tengan iniciativas y aporten ideas, las amas de casa, gremios, sindicatos, universidades, los sacerdotes preocupados por el evangelio y la gente, los partidos políticos y su dirigencia con vocación social y humana, en fin toda la gente que lo desee voluntariamente. Podría ser un aporte de toda la sociedad para lograr con éxito disminuir la pandemia.
Los diversos estudios sobre este tema, extraen múltiples conclusiones, por ser el problema de diversas variables en el tiempo y el espacio, y que el mismo es hijo también de los males sociales, económicos, políticos, morales, éticos, de clases, de las influencias dañinas de los Medios de Comunicación por servir de portavoces de la avaricia del capitalismo salvaje como apuntara aquel buen papa, en fin el mal es tan viejo como la humanidad y culpables hay muchos, pero intocables han sido por sus poderes imperiales y altos intereses en juego, el mal está esparcido en nuestro continente, hasta en EE.UU. que la fama de desarrollados y demócratas ha hecho que muchos los pongan en altos pedestales, pero allá fabrican armas, consumen drogas y tienen graves problemas, de manera que quienes hablan de la perfección allá, lo hacen por intereses del capital. Nuestra América está invadida por la violencia, inseguridad y delincuencia. No es verdad que sea Venezuela la única por culpa de Chávez y su gobierno, si se analiza el problema objetivamente, hay factores externos e internos de gran magnitud.
saguete@gmail.com