No suelo escribir sobre personas en particular, prefiero referirme a temas políticos generales o a procesos que tengan o puedan tener alguna influencia en los acontecimientos que se desarrollan en el país o internacionalmente. Sin embargo, en esta ocasión creo necesario y justo decir algunas palabras sobre la actitud firme y digna de mi colega en la Escuela de Sociología de la UCV, prof. Oscar Battaglini. Ni siquiera comprometeré a mi organización (OIR) en lo que voy a plantear. Lo haré a título estrictamente personal.
Desde que fue nombrado como rector principal del Consejo Nacional Electoral, Battaglini ha asumido una posición clara y transparente de defensa del proceso revolucionario y de rechazo a cualquier situación que lo pusiera en peligro. Con su andar pausado y sobrio, Battaglini ha enfrentado los intentos de fraude, tanto en el “reafirmazo” como durante los reparos; ha sido una voz de alerta contra las intromisiones descaradas de los supuestos observadores de la OEA y el Centro Carter; fue el único de los rectores del CNE que se opuso a la presencia de estos organismos en las instancias técnicas y de control del organismo electoral, y ahora, con su actitud de salvar el voto en la decisión de activar el referéndum revocatorio, pone nuevamente en evidencia su disposición firme y resuelta de defender el proceso revolucionario contra los desmanes y desafueros de los golpistas y del imperialismo. Sin embargo, su posición muchas veces solitaria dentro del CNE, deja en claro el carácter democrático-burgués de este organismo. Su condición de espacio para la negociación y el conciliábulo, para el acuerdo tras bastidores al margen de las masas y de su movilización. Este, definitivamente, no es un organismo meramente técnico, ni siquiera es un verdadero poder independiente dentro de la división burguesa de los poderes del Estado, por el contrario, y al igual que otras instituciones (TSJ, Asamblea Nacional, Inspectorías del Trabajo, Fiscalía, etc.), es un ente que se sustenta en leyes burguesas, en muchos casos heredadas de la IV República adeco-copeyana, penetrado hasta los tuétanos por abogados, técnicos y funcionarios ligados a los partidos de la Coordinadora Democrática. Habituados a transitar por los vericuetos leguleyos de la trampa y el asalto electoral contra el pueblo. Este es un organismo que hoy, como ayer, sirve a los intereses del imperialismo y de la burguesía nacional en el marco de la “contrarrevolución democrática” que hoy privilegian. Es un espacio donde la movilización y la lucha de los trabajadores y el pueblo no cuentan. La actitud de Battaglini es una contradicción permanente con las características del CNE.
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