Por orden de Gustavo Cisneros se disparó en la televisión el programa del chancho racista de Leopoldo Castillo, individuo de número de la Academia Mercenaria del Caribe y Centro América. De minúsculos ojos de rata, de mirar ladino, que viene sirviéndole a la CIA desde hace unos dieciséis años. Fue alguacil de los Contras, trabajó para el partido de la ultraderecha salvadoreña Arenas y se ha desempeñado como contratante de los comandos mercenarios en Centroamérica. Es un vil portero, un enano inflado de prepotencias mercenarias, muy apoyado por la embajada norteamericana en Venezuela.
La técnica mediática de este esbirro Castillo es la de jurungar el rumor, sostener el dedo en la llaga de la calumnia, en el invento y la mentira. Mirar oblicuamente el culo de la cámara para lo cojan por ventolera. Se cree un atraco el tío, cuando le meten un bolero de Julio Jaramillo y suspira porque la vaina está fea. Ha dicho que ya con Chávez no se puede ni siquiera soñar porque nuestro Presidente no asistió a la boda de Felipe y Leticia. Plantea sus conjeturas intrigantes como estas: “¿Por qué Chávez después de anunciar en varias ocasiones que el gobierno se va a retirar de la mesa de negociaciones, no lo ha hecho?”. “¿Por qué?”, y truena un pedo en el fondo de la sala. “¿Por qué?”.
Fue este Leopoldo el de los masacradotes de la desinformación durante el Guarimbazo. Fue quien regó por el mundo que los muertos durante la embocada de esa Guarimba fueron productos de fusiles Fal, de la Guardia Nacional. Fue el que gozó inmensamente con los quemados de Fuerte Mara, y quien los mantuvo en el aire, a las víctimas y a sus familiares como un tizón contra la moral de las Fuerzas Armadas. Este enano tiene un equipo pagado por la CIA que está a la caza de cualquier muerto, por el motivo que sea, para achacárselo al gobierno.
Además se cree todo un atraco mediático, y se buscó a un par de catiras idiotas que todo se lo ríen, mientras un mangazón amariconado monta unas encuestas que él mismo se las retruca. A veces truena la vaquilla Liliana Hernández, con un orgasmo: “¡Leopoldo! ¡Es Leopoldo! Qué cosa más maravillosa...”, cacareo de mujer histérica que no encuentra un macho. Este Leopoldo de mierda, además de racista se guinda como Tarzan. Llama “maestro” al adeco Manuel Caballero. “¿Maestro, y usted que opina de los asesinados, de los torturados y desaparecidos de esta tiranía?”. El “maestro” se relame los bigotes, y se mece la melena encanecida y plagada de caspa, pero envuelta en la boina de los luchadores del 28. El “maestro” responde: “Esta pesadilla es producto de un concepto cuartelero de las oscuras cavernas”. El “maestro” es tan antichavista como lusinchista lo fue en época de la reina Blanca Ibáñez. El “maestro” que se puso en cuatro manos ante Lusinchi para aclamarlo y ponerlo por encima de Bolívar: “Es más grande que el Libertador”, dijo. Al “maestro” le pareció muy bien que a Blanca Ibáñez la elevaran por los cielos altos oficiales en Maracay, vestida de General, porque sobre esto nunca dijo nada. Pues bien, el “maestro” ha recibido notas de agradecimiento de Gustavo Cisneros “por su valiente posesión frente a la tiranía”. Pese a su edad, el “maestro” ha tenido orgasmos valerosos gracias a la amistad que le ha mostrado Gustavo Cisneros, digo. Nunca entre tantos dirigentes políticos e intelectuales se habían producido tan vastos corrientazos de orgasmos reivindicativos: Manuel Cova sufre dos cada día; La Causa R con tarugo Andrés Velásquez unos cuatro, Pablo Medina y Carlos Melo viven en un estado de sublime tembladera lírica.
Dando y dando, porque cuando uno de estos miserables se guinda, el enano Leopoldo se siente una madre en estado interesante. Se caga en la futilidad de esos políticos, cuyas vidas dependen de unos minutos por televisión, porque repentinamente les grita como si entrevistaran a putas en un mercado: “¡LLÉVATELO!”. Nadie sabe qué carajo es lo que se llevan, pero bueno, los imbéciles tienen que reír y llevarse alguna mierda.
Van allí los que perdieron a la masa y les queda el cascarón de la pantalla. Van allí a besarle para poder existir un poco. Manuel Caballero se pone en cuatro manos y se ve forzado a reír con la risa del diablo, es decir, sin ganas. La bruja Ángela Zago quien había jurado no aparecer más en televisión (porque la mientan Ángela ¡Zape!), se fue al programa Aló Ciudadano, creyendo que el llévatelo es para que alguien se empatara con ella. El tal Leopoldo se cansó de gritar “¡llévatela!”, y allí se quedó tirada.
También es asiduo de esta bazofia el contra-lechuguino y anti-petimetre Henry Ramos Allup, y cómo gozan ambos, bigote con copete, riendo a mandíbula batiente, mientras las catiras idiotas que amenizan la francachela.
Cisneros tiene miles de portavoces. Él no sabe hablar ni escribir, pero cómo le sobran “pensadores” y comentaristas que lo pueden hacer en su nombre. Cualquier cerdo sabe perfectamente lo que le interesa y le conviene a otro cerdo. Por ello, nadie más admirable que el ventrílocuo Leopoldo Castillo quien interpreta a la perfección a su mayordomo Cisneros cuando se burla de los negros. Cuando dice que los enemigos seculares de EE UU son los indios y los pobres. Cuando pide desesperadamente que los marines intervengan en Venezuela para proteger a los empresarios, a los ricos del Este.