Ponentes:
Profesor universitario, José Sant Roz
Contralmirante Luis Cabrera Aguiire
(candidato de las fuerzas bolivarianas y revolucionarias a la Alcaldía del Municipio Los Salías, Edo. Miranda).
Sí, en la oposición venezolana se produjo una grave alteración moral, y en ella lo que predomina es la hipocresía. Dicen amar a Venezuela pero se la pasan en Miami y desprecian lo poco que producimos. Mejor dicho, de antemano se crearon el concepto, y lo asimilaron muy bien de que cuanto Venezuela es capaz de producir no vale la pena. Que para hacer las cosas por debajo de la calidad de otros países, sobre todo del Norte gringo, es mejor ni siquiera intentarlo. Fueron los dueños de esa oposición durante 40 años, gobernantes o relacionados con los gobiernos que aquí tuvimos y jamás se preocuparon por levantar una industria propia: ahora tienen el descaro de salir a agitar la bandera nacional. Durante esos 40 años no se atrevieron a meterle la lupa a las poderosas empresas nacionales o extranjeras que aquí no pagaban impuestos, ahora hasta cantan y se saben el himno nacional y lo entonan para desconocer al gobierno y atentar contra él, para declararse en desobediencia fiscal y civil. Son los que se han concentrado en lujosos centros comerciales para sabotear a los funcionarios del SENIAT que van hasta allí a exigir que no se evadan los impuestos.
Ese ha sido siempre el patriotismo y la moral de esa mercenaria oposición. Una oposición que siempre estuvo muy bien acordada con los petro-espías, y le parecía de maravilla que el cerebro de Pdvsa estuviese en manos de la CIA. Dicen los dirigentes de la oposición que carecemos de Poder Judicial porque éste está sometido al gobierno, pero salieron a celebrar en Chuao la decisión del más alto tribunal cuando éste decidió dejar sin castigo a los generales que participaron en el 11-A. Hoy todo el mundo sabe que no sólo se trató de un golpe de estado sino de una masacre muy bien planificada con francotiradores que los propios jefes de la conjura colocaron en el centro de Caracas, todo muy válido para rescatar la “democracia” y los “derechos humanos”.
Quemando pretextos tras pretextos para derrocar a Chávez han resultado ahora amantes de los Derechos Humanos: cuando Venevisión y Globovisión son los más denodados amantes de los Derechos Inhumanos. Verdugos y reyes de la mentira pidiendo respeto por los derechos humanos, cuando en sus cadenas de infamias empantanaron a la corona de España. Gustavo Cisneros, como quien solicita una cuña para sus andanzas y productos, pide que se le concedan a su canal el relumbrante reconocimiento de los reyes. Ese juguete y otros que concede la corona los venían pidiendo los maromeros de los medios venezolanos desde hacía décadas y con Chávez, este “rey de bastos” se los ha otorgado todos. ¿Qué le podía importar esto a un rey que comparte los mismos intereses capitalistas y explotadores que Cisneros y los halcones de Washington? Un rey que estaba al tanto de los planes de sustituir a Chávez por un presidente menos traumático para los negocios neoliberales. No fue que cayó por inocente, el rey. Lo hizo adrede, con conocimiento de causa. Cuando Pedro Carmona Estanga estaba en Madrid haciendo lobby para que en Europa no fueran a vacilar en reconocer su tiranía, simultáneamente el general Héctor Ramírez Pérez estaba haciendo lo mismo en Santiago de Chile con el presidente Ricardo Lagos. La conjura era toda una madeja de pequeñas criaturas fascistas todas movidas desde la Casa Blanca.
Para retomar el poder, los sectores oligarcas de Venezuela se lo imaginaron muy fácil: “No sólo nosotros hemos sido afectados por la llegada de Chávez –se dijeron-, sino gran parte de la comunidad internacional que tiene poderosos intereses en nuestro país. Por lo tanto procederemos en armonía con el máximo dueño del planeta para revolver las aguas y hacer ingobernable a Venezuela. Hay que volver al poder así sea por encima de la cabeza del diablo, con la ayuda de la alta jerarquía eclesiástica y principalmente de los dueños del negocio petrolero mundial”.
Desde el famoso Viernes Negro, aquí los grandes negociantes de la política nacional venían sosteniendo un principio harto utilitarista de que el dinero no tiene patria. Que era comprensible y quizá necesario y sano que se produjeran pavorosos desangres de nuestras reservas internacionales cada vez que entrásemos en algún coma financiero. Además de las crisis nacidas por algún conflicto provocado por sectores supranacionales había que cargar con enormes fugas de capitales. El país quedaba exangüe a la espera de un pequeño crecimiento de sus reservas para volverlo a exprimir.
Los que no tenían patria entre nosotros eran los banqueros, políticos de partidos y “empresarios” venezolanos. Cuando los dirigentes carecen de patria, los recursos de la Nación, su soberanía, se encuentra a merced de toda clase de piratas y pirañas.
Resulta ahora explicable porqué aquellos “demócratas” proclamaban la carencia de patria del capital nuestro, y que se sacaba de nuestros campos, de nuestras minas: claro, son los que hoy salen a batir palmas cada vez que se amenaza con invadir a Venezuela, cada vez que organizaciones internacionales amenazan con aplicarnos sanciones.