Hace 193 años, el 5 de julio de 1811, a las 3 de la tarde, los diputados del Congreso acordaron declarar la independencia de la provincia de Venezuela del imperio español, días después firmaron el acta que la consagraba. Este acontecimiento era continuación del 19 de abril del año anterior, cuando el Cabildo de la ciudad de Caracas asumía el gobierno después de la destitución del capitán general Vicente Emparan. Estos dos hechos profundamente entrelazados se convirtieron en el grito de libertad en América Latina que rápidamente se extendió como reguero de pólvora por todo el continente, iniciándose así la guerra de emancipación hispanoamericana.
Casi dos siglos después, nuestra América india, negra y mestiza, sigue buscando su total y definitiva independencia. En el siglo XIX, la lucha de los libertadores dio al traste con la dominación del decadente imperio mercantil de España, abriéndose la región al pujante mercado capitalista internacional, y cayendo rápidamente en las garras de Inglaterra, la más importante potencia imperialista del momento, líder indiscutido del capitalismo industrial y eje dinamizador de la Revolución Industrial, que a mediados del siglo XIX atravesaba por su segunda fase.
Fue así como los territorios que durante más de tres siglos habían estado bajo el yugo implacable del colonialismo español, se “independizaron” políticamente para pasar sin solución de continuidad a la influencia de las principales potencias capitalistas europeas, encabezadas por Inglaterra, antes de sucumbir al poder emergente de Estados Unidos.
El modelo primario-exportador, basado en la continuación de la explotación intensiva de la tierra y de los recursos naturales desarrollada durante la conquista y la colonia, dio paso al modelo de sustitución de importaciones, el cual, sin embargo, siguió guiado por los mismos patrones políticos, económicos y sociales del modelo económico de crecimiento hacia fuera y de dependencia con respecto a los centros del capitalismo mundial. Es decir, la dependencia respecto al imperialismo se mantuvo con un nuevo ropaje. La independencia sólo alcanzó cierta realidad en el terreno político, pero mediatizada por la dominación económica, ideológica, y muchas veces militar.
Más recientemente, la dominación imperialista ha llegado a niveles nunca antes conocidos en el marco de las políticas económicas neoliberales. Ahora desprovisto del llamado Estado de Bienestar keynesiano, del populismo y de cualquier concesión a los trabajadores, el imperialismo ejerce un dominio que ha profundizado los niveles de desigualdad ya endémicos en nuestro continente. Sin embargo, un clamor de lucha y de enfrentamiento a la pobreza y a la entrega de los recursos naturales, se desarrolla progresivamente en toda América Latina. Nuestro país no escapa a este proceso de levantamiento de los pueblos de esta región del mundo.
La segunda independencia: anticapitalista, internacionalista y antiimperialista
La lucha que hoy emprende el pueblo y los trabajadores venezolanos es la lucha de todos los pueblos de América Latina. Es la lucha por lograr una SEGUNDA INDEPENDENCIA, una verdadera y genuina independencia política, económica y social. La Revolución Bolivariana, como ayer la gesta independentista de nuestros libertadores, conlleva en su seno la lucha histórica contra el capitalismo, en cualquiera de sus formas. No se trata sólo de la lucha contra el neoliberalismo, la forma más agresiva y depredadora que ha adquirido la expoliación del capital, sino que va más allá constituyéndose en un enfrentamiento frontal contra las bases mismas del sistema. Y en esa medida, siendo nuestra revolución anticapitalista en esencia, también es antiimperialista. De allí que por fuerza, la lucha de los trabajadores venezolanos se emparenta a la que llevan a cabo los campesinos e indígenas zapatistas, los cocaleros y mineros bolivianos, los maestros peruanos, los piqueteros argentinos, los funcionarios públicos brasileños, los petroleros colombianos, los indígenas ecuatorianos. Por eso, esta lucha de los pueblos latinoamericanos también es internacionalista. Se inicia en la arena nacional pero se extiende y adquiere su máxima expresión en la arena internacional.
Lograr nuestra SEGUNDA Y DEFINITIVA INDEPENDENCIA sólo será posible en el marco de una lucha implacable contra las parásitas burguesías nacionales y el imperialismo. Sólo podrá ser una realidad luchando por el establecimiento de un gobierno de los trabajadores y el pueblo a través de la participación democrática de sus organizaciones, como tránsito hacia una sociedad sin explotadores ni explotados, donde reine la justicia social, así como la más amplia democracia obrera y popular, una sociedad SOCIALISTA.
Derrotar a Bush en el referendo del 15 de agosto para profundizar la Revolución
Para los venezolanos, empeñados en derrotar al golpismo y a Bush en el referendo del próximo 15 de agosto, la tarea es consolidar el proceso revolucionario profundizándolo. Mantener y extender las misiones y todas las conquistas democráticas logradas por el pueblo a través de su movilización, sólo será una realidad en la medida que profundicemos el proceso revolucionario. Y esa profundización tiene nombre: avanzar hacia un gobierno de los trabajadores que siente las bases del socialismo. Sólo así se hará realidad, al fin, el sueño de los libertadores. Sólo así lograremos nuestra SEGUNDA INDEPENDENCIA.
Respaldemos la campaña internacional de apoyo a la Revolución Bolivariana
De allí que sea urgente respaldar la campaña internacional de apoyo al proceso revolucionario en Venezuela, iniciativa propuesta a todos los pueblos de América Latina y el mundo por un grupo de dirigentes de la Unión Nacional de Trabajadores, sindicatos clasistas, el Movimiento Clasista La Jornada (PDVSA Pto. La Cruz), Opción de Izquierda Revolucionaria, y hecha pública por Aporrea.
Miguel Angel Hernández Arvelo
Profesor de la Escuela de Sociología de la UCV y dirigente nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR)
miguelaha2003@yahoo.com
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