Muchas reflexiones he escuchado en torno a la lista que envía el Frente de Trabajadores socialistas del SUMAT, señalando un grupo de personas provenientes de la oposición con altos cargos del gobierno municipal de Caracas, la primera es de rechazo, en razón de que este tipo de publicaciones niega la posible transformación de gente que en principio estaba contra el proceso y hoy, como consecuencia de las políticas acertadas del presidente, están incorporados en las filas de la revolución.
Esto podría en algunos casos ser cierto, pero también esta la otra cara de la moneda, me refiero a esa millonaria cantidad de militantes del PSUV, entre los que me cuento, que durante estos últimos 10 años de combate hemos enfrentado en todos los campos a la mas grande conspiración nacional e internacional que país alguno haya sufrido en este periodo lo que origina, como es lógico suponer y por decir lo menos, suspicacia, desanimo y arrechera.
Pero también se presenta un fenómeno curioso como es el caso de personajes que vienen de la oposición (públicamente manifiesta), se pasan a las filas de la revolución y casi inmediatamente son incorporados a cargos gerenciales o de dirección de Alcaldías, Gobernaciones y ministerios, cargos que para el común de nuestros camaradas aun teniendo la capacidad les resulta inalcanzable.
Por si fuera poco imaginémonos los efectos que produce en nuestra militancia el conseguirse de jefes en las instituciones de gobierno a quienes días, meses o años atrás le hicieron la vida imposible al pueblo venezolano, para ser mas específicos a los golpistas o conspiradores de la pasada PDVSA. Todo esto sin tomar en cuenta otras menudencias, como el hecho de que los nombramientos en cargos de dirección deberían por ética y justicia ser propuestos por las diferentes circunscripciones del PSUV.
Así pues, no deberíamos molestarnos porque el Frente de Trabajadores socialistas del SUMAT, con razón nos presente un alerta sobre quienes están dirigiendo las políticas de la Alcaldía de Caracas, organismo que por cierto nos costa ganar a los militantes de la capital sangre, sudor y lagrimas.
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