El verdadero significado de la batalla de Santa Inés

El 15 de agosto el pueblo y los trabajadores venezolanos iremos a una nueva confrontación con el imperialismo y sus acólitos nacionales de la Coordinadora “Democrática”. Ese día se realizará un referendo a través del cual el golpismo intentará revocar el mandato del presidente Chávez, detener la movilización revolucionaria del pueblo y echar abajo las conquistas democráticas logradas por los venezolanos.
Esa es la importancia del referendo del 15 de agosto. Pero también es cierto que allí no se define la confrontación de los trabajadores con el imperialismo y la burguesía; sólo se abre una nueva fase de la lucha histórica entre el capital y el pueblo venezolano, cuya dinámica dependerá en gran medida de los resultados, que según las encuestas favorecerán a Chávez y de la política que este tenga a futuro frente a la oposición y el imperialismo.
A este evento no se llega como consecuencia de una derrota, por el contrario, al imperialismo y a la burguesía venezolana no les quedó otra opción que “aceptar” los términos constitucionales, después de haber mordido el polvo en varias ocasiones como consecuencia de la movilización de los trabajadores y el pueblo. Primero fue entre el 12 y el 13 de abril de 2002, restituyendo a Chávez en la Presidencia y recuperando las libertades democráticas cercenadas por breve tiempo, luego fue derrotando el paro-sabotaje a la empresa petrolera entre diciembre de 2002 y enero de 2003.
Pero lo contradictorio, es que a pesar de que el imperialismo y la burguesía opositora perdieron en la lucha callejera con los trabajadores y el pueblo; a la larga obtuvieron un importante triunfo, porque han logrado temporalmente sacar la confrontación de las calles y llevarla al terreno que más le conviene, el de los procesos electorales. La explicación de esta compleja realidad está dada, fundamentalmente por tres circunstancias.
La primera, es la impunidad reinante en el país, institucionalizada por el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) con su sentencia de no seguir juicio a los golpistas, aceptando la famosa tesis de que los fascistas intentaban realizar una acción patriótica de “cubrir el vacío de poder existente”. A Carmona se dejó escapar y se le permitió que se asilará en Colombia, Carlos Ortega, para entonces presidente de la CTV, se asiló en Costa Rica, mientras que Carlos Fernández, otro connotado golpista, dirigente de Fedecámaras, aduciendo enfermedad recobró su libertad y hoy se encuentra en los Estados Unidos.
En segundo lugar, la impunidad fue refrendada por el mismo gobierno, tanto en abril de 2002, como en enero de 2003 luego del paro-sabotaje patronal. Es decir, en ambas ocasiones, en lugar de castigar a los golpistas, de sancionarlos política y económicamente, de llevarlos a la cárcel y expropiarles sus empresas, prefirió pedir perdón y sentarse a negociar, abriéndose así la posibilidad del referendo. A pesar de las denuncias hechas por el gobierno de Chávez, este, en lugar de apelar a la movilización popular, prefirió aceptar una nueva trampa, convalidando desde las alturas gubernamentales la impunidad que institucionalizara el TSJ
Y la tercera, es que a pesar de la imponente movilización de masas, de la enorme disposición que ha tenido el pueblo para defender en las calles y con su vida las conquistas alcanzadas, del alto grado de conciencia alcanzado, aún no se ha logrado construir una organización revolucionaria, que supere el limitado alcance del programa nacionalista que encarna el gobierno de Hugo Chávez Frías.

El imperialismo y la oposición quieren explotar las ilusiones democráticas

El imperialismo y la oligarquía agrupada en la demoníaca Coordinadora, han sacado al pueblo de la calle, intentan frenar la movilización a la que le tienen terror, y desviar la energía popular hacia su terreno, en el que son duchos y expertos, el de la democracia burguesa y las ilusiones electoreras. Fue así como después de repetidos fraudes, primero en la recolección de firmas para activar el referendo, y luego en los llamados “reparos” a las firmas que presentaban irregularidades, llegamos hasta este escenario.
Lo real es que no estamos en el terreno que nos pertenece, el de la lucha y la movilización. Nos encontramos, por el contrario, en un ámbito donde la burguesía y el imperialismo tienen todos los recursos para manipular; cuentan con los medios de comunicación, la tecnología, el dinero y la experiencia en el manejo fraudulento y mediático de campañas electorales, con las técnicas desarrolladas a través de las agencias internacionales de publicidad. Este es el espacio evasivo y fangoso de la trampa a trastienda, de la corrupción y de la negociación al margen de las organizaciones populares.
La burguesía y el imperialismo en los dos últimos años, han utilizado todas las armas para liquidar un proceso que puede afectar seriamente sus intereses, en la medida en que las masas ganan las calles, se hacen protagonistas del proceso, incrementan su conciencia antiimperialista y avanzan en su organización. De allí que no hayan escatimado esfuerzos en utilizar la violencia golpista, el ataque a la economía saboteando la empresa petrolera, la presión de calle a través de los levantamientos fascistas en las zonas de clase media alta, la organización de bandas paramilitares, y ahora el “golpe constitucional” del referendo, con la amenaza latente del fraude tecnológico y mediático.
El referendo es la continuación del golpismo por otras vías. Ahora tratando de utilizar para su provecho la fachada legalista e institucional. El imperialismo y la oligarquía tratan de convertir una conquista como el referendo, establecido en la Constitución Bolivariana de 1999, que en manos del pueblo tiene un carácter democrático, en una nueva variante para liquidar el proceso revolucionario.
Después que el Consejo Nacional Electoral (CNE) decidiera que los golpistas habían reunido las firmas suficientes para reactivar el referendo revocatorio, Chávez apareció en televisión con una imagen de la Virgen de trasfondo, tratando de convencer a los venezolanos que ir al referendo era un triunfo de la democracia y de la Constitución. Por supuesto que esto no es así. Ir a un referendo –mecanismo democrático establecido en la Constitución- logrado mediante el fraude, intentos de golpe, sabotaje a nuestra principal empresa, paramilitarismo, cientos de muertos, y mentira y engaño mediático de por medio, no es nada democrático, eso es, ni más ni menos, reafirmar desde el gobierno la impunidad, lo cual permite que golpistas convictos y confesos todavía tengan la posibilidad de apelar a la Constitución para intentar nuevamente frenar la lucha y la movilización del pueblo.
Pero el riesgo para los trabajadores y el pueblo venezolano no reside sólo en la posibilidad de fraude que un referendo logrado en las condiciones anteriores tendría para el proceso revolucionario. El gran peligro que hoy se cierne sobre el proceso revolucionario está determinado por el hecho de que durante dos años el gobierno le ha dado a los golpistas toda clase de concesiones. No se apoyó en la movilización para seguirles juicio y castigarlos por los delitos perpetrados. No los expropió cuando existieron posibilidades ciertas de hacerlo, específicamente después del paro-sabotaje a PDVSA. Cuando los tenía al borde del KO, se sentaba en una mesa a negociar. Ahora estos criminales aupados y financiados por el imperialismo, a pesar de los golpes recibidos, mantienen sus fuerzas y se aprestan a cometer un nuevo fraude.
Las grandes empresas petroleras transnacionales (españolas, norteamericanas, francesas, etc.), han ganado más dinero con este gobierno que con cualquier otro, y sin embargo, siguen conspirando. El gobierno le concedió a la Chevron Texaco a Conoco-Phillips, a Statoil –uno de los asesores de esta empresa es Alberto Quiróz Corradi, conspicuo representante de la burguesía y miembro de la Coordinadora Democrática- y a la British Petroleum, 3 bloques de la Plataforma Deltana, sin abrir una discusión entre los trabajadores petroleros sobre la pertinencia de este negocio. Lo mismo sucede con los bancos nacionales y transnacionales, que en el período enero-abril del presente año aumentaron sus ganancias en 130% con respecto al mismo período del pasado año. Los canales de televisión siguen muy campantes, mintiendo descaradamente como si no hubiera pasado nada. Los grandes grupos económicos nacionales siguen aumentando los precios de los productos y obteniendo extraordinarias ganancias en el mercado paralelo del dólar gracias al prolongado control de cambios. Todas estas concesiones y la lenidad del gobierno los ha fortalecido, y se constituyen en un verdadero peligro para el proceso revolucionario.

La posibilidad de triunfo el 15 recae en la capacidad de organización y movilización obrera y popular

A pesar de lo dicho anteriormente, la energía y la disposición de lucha de los trabajadores y el pueblo siguen intactas, no han sufrido ninguna derrota. No sólo somos mayoría sino que además estamos dispuestos a movilizarnos también en el terreno electoral para derrotar nuevamente al imperialismo y sus aliados nacionales, y con ello, defender las conquistas democráticas, y apostar a la profundización del proceso revolucionario. Esto se pone de manifiesto en la iniciativa asumida por la gente en las comunidades y en todas las regiones organizando las Patrullas Electorales y las Unidades de Batalla Electoral.
Luchando a brazo partido contra el burocratismo, conformando democráticamente y por las bases las nuevas organizaciones para la lucha electoral, quitándose de encima al incapaz y corrupto Comando Ayacucho, antes que el mismo Chávez decidiera sustituirlo por el llamado Comando Maisanta, demuestran hasta dónde están dispuestas las masas a organizarse movilizarse para defender lo conquistado.
La caída del “Comando Hablamucho”, como lo calificara jocosamente la población, fue una pequeña “revolución democrática” en el seno del chavismo, impuesta desde abajo por los trabajadores y el pueblo, lo cual refleja la tremenda energía del proceso revolucionario. De igual forma se expresa en el seno del movimiento obrero, que continúa luchando contra los empresarios y burócratas sindicales golpistas, hasta incluso contra los supuestos “revolucionarios” de los partidos que apoyan a Chávez, mientras se organizan desde los sindicatos y la Unión Nacional de Trabajadores (UNT) para la lucha electoral y para el acto de los trabajadores por el NO, el próximo 31 de julio en el Poliedro de Caracas.
Las dudas que despierta el Comando Maisanta, también ha llevado a que de manera independiente en cientos de lugares, las comunidades y los trabajadores de base se organicen. Han aprendido por la vía de la experiencia, que no se puede confiar en aparatos alejados de la población que sólo se dedican a dar órdenes y repetir, en medio de un absurdo triunfalismo, que se va a aplastar a la oposición en el referendo. Muchos, con razón, han concluido que el Comando Maisanta es más de lo mismo, una versión corregida y aumentada del Comando Ayacucho.
Es precisamente esta energía la que puede inclinar nuevamente la balanza a favor del pueblo el próximo 15 de agosto. Es esta tenacidad y monumental disposición para la lucha la que puede garantizar el triunfo del NO en el referendo.
Sin duda, estamos inmersos en un terreno sinuoso, lleno de peligros, donde la trampa muestra su faz amenazante, pero que puede ser exorcizada por esa poderosa energía revolucionaria que conservan el pueblo y los trabajadores venezolanos, hasta ahora invictos en la confrontación con el imperialismo y la burguesía venezolana. Este es, sin duda, nuestro principal activo. Y estamos seguros que el pueblo y los trabajadores venezolanos se movilizarán nuevamente, ahora en el terreno electoral, como lo hicieron en abril de 2002 y durante el paro-sabotaje petrolero.

Miguel Angel Hernández Arvelo
Profesor de la UCV y dirigente nacional de Opción de Izquierda Revolucionaria (OIR) miguelaha2003@yahoo.com


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Miguel Angel Hernández Arvelo

Profesor de Historia en la UCV y miembro del comité impulsor del Partido Revolución y Socialismo. Como marxista, Hernández aboga por el definitivo rompimiento con el capitalismo en Venezuela y por la construcción del socialismo.


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