Fue así como el documental de marras Amaneció de golpe en la mayoría de los programas de opinión de las televisoras en una algarabía que daba pena: ¡Venezolanos, vean las imágenes del documental censurado! ¡Ya llegó la dictadura! ¡Por fin nos censuran, soy feliz! ¿¡Vieron que teníamos razón!? ¡Ja, ja, ja!
Lo que no logro entender es cómo en este país en el que no hay libertad de expresión se diga a menudo, con toda la libertad, que no la hay. Lo que no logro entender es cómo se explica que todo el mundo esté viendo, casi en cadena, un documental “censurado”.
Si el mundo se acabara mañana y las generaciones del futuro escucharan a la señora de Televen
Locierto es que la campaña electoral, salvo el documental en cuestión y toda la bulla que generó la solicitud del rector Rodríguez, ha estado bastante aburrida. Se recuerda con cierta nostalgia aquellas propagandas con gallinas y caballos que tanto nos impresionaron en el pasado.
Y es que no se entiende cómo quiénes hicieron caer a un gobierno con una aparataje mediático siniestramente utilizado, ahorita vengan con el cuento de que no tienen real para hace! r cuñas. Que están quebrados. Seguramente en estos días intentarán convencernos de que Oscar Lucién quedó arruinado tras la producción del ¿Cuál Revolución?
Cuando los “documentos” de la Coordinadora Llamada Democrática (CLD) sean “desclasificados”, será cuando nos enteremos de la verdad:
de si es cierto que su campaña esta “apagadita” dizque porque nadie quiere echarse ese muerto de la derrota encima o porque están haciendo “trabajo de hormiga” en los barrios.
Esto en el escenario más optimista. El menos optimista lo dijo el Vicepresidente:
preparan un acto terrorista para torcer la voluntad popular y lograr el “efecto Madrid”. Y lo confirmó un ex presidente: la salida será violenta.
¿Entonces, para que gastar tanto real en la campaña electoral?
Diabólicamente lógico ¿no?